Que no se equivoquen los conformistas: vivir en paz no es callar frente al grito del que más fuerte impone su opinión, ni de la mayoría educada bajo un interés ajeno, ni adaptarse a la lentitud de quien teme avanzar. La paz auténtica no se trata de resignarse, esperar o aceptar lo que nos incomoda, sino de construir desde el amor, el respeto y la firmeza de nuestras convicciones. Construir paz requiere acción conjunta, valentía y firmeza. Pero para ello son necesarias relaciones saludables, un lenguaje que sume y acciones que inspiren a los demás. Solo así podremos crear un mundo que florezca desde la libertad, la felicidad y el amor.
Transformar, no conformar. Porque vivir en paz es crear, no ceder. Es ser el ejemplo del cambio que queremos ver, no esperar. Y son necesarios lideres, no mandatarios.
La verdadera paz se cultiva al mantener nuestra integridad sin someternos y actuar con amor sin dejarnos arrastrar por la fuerza ni detener por la inercia.
Nosotras nos sentimos impulsoras de un mundo más justo, equilibrado y en paz, pero siempre defendiendo nuestras ideas, con amor por la vida, pero al mismo tiempo sin someternos a nadie que nos frene.
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