La ley exige que los menores deben asistir a la educación obligatoria hasta los dieciséis años.
Después de eso, ni los padres ni las autoridades escolares cuentan con recurso legal alguno para evitar que la abandonen.
La mayoría de los padres probablemente estarían desconsolados si su hijo les dijera que está pensando en abandonar la escuela secundaria.
Para nuestra familia, sin embargo, ha sido un alivio desvincularse del Sistema Educativo, si bien nunca hemos estado inmersos totalmente en él.
Any ha asistido a centros de integración por toda España desde pequeña. A Educación Infantil, y más tarde a Primaria en un CRA (Centro Rural Agrupado) y a Secundaria en el CIDEAD (Centro Integrado de Educación a Distancia), aunque la Educación Alternativa, que realizábamos y seguimos realizando en casa, ha sido siempre la base de su formación integral.
Como Maestra he intentado ayudar a Any para que aprendiera cada día de forma autónoma, por lo que siempre ha ido por delante del Currículum del Sistema, por su necesidad innata de aprender de todo y sobre cualquier tema. Desde los 3 años ya estaba lista para: leer, idiomas y cálculo; Educación Financiera, Educación para la Salud y Educación Emocional; Terapias Salutogénicas, Filosofía y Ecología; etc. Saber el cómo y el por qué siempre ha sido un juego para ella.
Se ha formado siempre en todo lo que le da sentido a su vida. Unas veces mediante actividades sistémicas y otras no: desde las Olimpiadas Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid hasta Reiki. Nunca le hemos limitado sus conocimientos ni sus experiencias: viajes, idiomas, salud…
Por eso no nos preocupa que Any no vaya a tener un Título Universitario. No tener un título de estudios superiores ni tan siquiera de la escuela secundaria pareciera que le fuera a cerrar aún más sus puertas para tener un futuro feliz.
En general, los padres no parece que entendamos que nuestros hijos quieran abandonar prematuramente la escuela. Para nosotros, sin embargo, es simplemente una elección de Any, totalmente razonada y congruente. En este caso coincidimos con su decisión, pero la respetaríamos igualmente si fuera la opuesta.
Salir por las puertas de la escuela supone responsabilizarse y dar el primer paso para encontrar el rumbo de su vida. Su madurez vuelve a adelantarse al sistema.
Seamos honestos: hacer una carrera no garantiza la felicidad.
Otras oportunidades esperan: cultivar la mente y el cuerpo, expandir su talento en distintas artes o escribir, emprender o realizarse profesionalmente ayudando a los demás…
Lograr convertirse en alguien exitoso, feliz y realizado no tiene nada que ver con un Título Académico. Todos tenemos fortalezas y debilidades, dentro o fuera del programa educativo. Lo importante es fijarse objetivos y accionar para conseguir nuestros sueños.
Y ya no quiero ni hablar de la falta de posibilidades reales para la incorporación al mercado laboral de personas con discapacidad…
Pero no hay problema, cuando desde pequeña tienes una adecuada Educación Financiera, sabes cómo puedes tener ingresos pasivos, y ser libre para dedicarte en la vida a lo que más te gusta e incluso obtener de esa manera más ingresos, a través de tus creaciones, tus servicios, etc.
Los padres no debemos cortarles las alas a nuestros hijos por imposición social, apariencias o incertidumbre.
Estudiar es solo una opción. Aprender, a diario, para Any, es un placer. Así que seguirá formándose en todos los campos de la vida, estoy segura.
¡Hagamos lo que nos gusta en la vida!
Ayudémosles a cumplir sus sueños, no los nuestros, y démosles responsabilidades para luchar por ellos. Por una meta, para lograr ser ellos mismos, felices y creativos el resto de su vida.
GRACIAS, Any, por SER y ESTAR.
Buena decisión. Te apoyamos.
Ahora… ¡A currar!