APRENDER A «NO HACER»

“En nuestra sociedad hay fobia al aburrimiento” Verne Santandreu.

A las personas muy activas, sobre todo, nos cuesta parar.

Siempre hay algo que hacer: niños, trabajo, casa, amigos, etc.

Para Any, por ejemplo, parar forma parte del movimiento, como la muerte forma parte e la vida o el ser humano de la Madre Tierra. Algo natural.

Lo que no nos parece natural, a ninguna de las dos, es estar continuamente cargadas de actividades de todo tipo, y con una agenda que de miedo. Por eso apreciamos tanto la libertad, porque elegimos lo que queremos hacer y elegimos conscientemente también tener tiempo para «no hacer». Y cuanto más alejadas estamos de una vida distópica, hemos comprobado que más tiempo tenemos para nosotras.

A veces, simplemente, nos escondemos en el hacer y también nos da miedo ser conscientes al no hacer.

Mucha gente expresa que, por su vida, no puede parar, que no tiene tiempo. Pero nosotras hemos visto que no es tanto cuestión de tener o no tener tiempo, sino de ser organizadas, aplicadas y productivas. El día tiene 24 horas para todos. Si otros pueden, preguntémonos qué están haciendo diferente.

Además parar no está bien visto socialmente, aunque forme parte de una vida saludable, porque se ve como sinónimo de perder el tiempo.

Pero si parar lo vivimos como crecimiento, no haremos de ese momento un espacio vacío sin sentido que nos genera estrés, sino un espacio de descanso y exploración personal que nos permite reflexionar e incluso nos puede ayudar a tomar decisiones sobre nuestra vida.

Podemos rodearlo de momentos tranquilos como pasear, meditar, leer ese libro que tanto queríamos o escuchar algún podcast tranquilo. Pero después que reine el verdadero “no hacer” sobre cualquier actividad, aunque sea relajante. No se trata de abandonar por horas nuestras obligaciones familiares, renegar de las amistades, etc. Se trata de saber que podemos tener nuestro momento de parar, entrando casi en un estado meditativo.

Estos momentos realmente pueden ser muy productivos aunque solo estemos pensando y creando, y esto nos ayudará cuando recuperemos la actividad. También podemos pensar en qué debemos cambiar para que nuestra vida sea de otra manera, reflexionar sobre alternativas, para tener más tiempo de “no hacer”.

El silencio nos ayudará también.

Hace unas semanas hicimos en la Familia “una semana del silencio”. No se trataba de no hablar, sino de ser conscientes del valor del silencio. Papá y Any hablaron muy poquito, a mí me costó un poco más, pero no me sentía culpable cuando empezaba uno de mis “monólogos”, simplemente tras un par de frases era consciente de que realmente no tenía más que decir. Fue muy bonito. Parar de hablar es otra forma que ayuda a parar. Os lo recomendamos y podéis probar a hacerlo en Familia, en compañía, es maravilloso…

Y solo los que se deciden a convivir con el “no hacer” saben el regalo sorpresa que viene después, descubriendo cómo aflora nuestra creatividad y cómo surge la magia bajo la Ley del Mínimo Esfuerzo.

Y si nos aburrimos, que no es nada negativo, bostezamos. Y bostezar es muy positivo. Permite que nuestro cerebro se oxigene, entra aire fresco y se activa el organismo. También ayuda a despertar la fascia facial cuando nos despertamos y bostezamos, etc. Así que todo son ventajas.

Permitámonos descansos sanos y repetitivos para mejorar nuestras vidas. Cero excusas.

#anayany
#amorinfinito
#vidafeliz

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