“Sólo cuando hago, sé lo que puedo hacer o soy capaz de hacer”. Enric Lladó.
Todos los días saludamos al Sol al amanecer. Para nosotras es pura poesía para el corazón y nos ayuda a levantarnos con ganas de vivir a tope un nuevo día. Es un lujo hoy en día poder elegir no despertarnos en piloto automático: desayunar, vestirnos, salir, ir, estar, volver, hacer…
Simplemente abrimos las ventanas, miramos el amanecer y después empezamos la fiesta del aprendizaje diario que es la vida.
Así, desde primera hora caminamos felices, en paz y desde el amor. Todos los días. Después de saludar al Sol en silencio, sin prisa, simplemente vivimos siendo abundantes en momentos de placer. El amanecer es el primer momento mágico del día, y después creamos continuamente decenas de otros momentos felices: nuestro zumo eco, nuestro momento escritura, nuestro momento barrer/tender/cocinar=meditar, nuestro momento tomar el sol, nuestro momento trabajar desde el placer, etc. Todos esos momentos son porque tienen que ser, así que los disfrutamos.
Nuestro pensamiento crea nuestro estado vital así que elegimos bien que queremos que nos suceda tras ese amanecer, por supuesto que tenemos derecho a la queja si es oportuno, pero no vivimos ahí y no giramos en torno a los negativos. Vivimos sumando positivos y así los negativos, que a veces tiene la vida, perderán la suma diaria.
Aprendizaje: Dar los buenos días al sol al levantarnos nos ayuda a comenzar el día positivamente.
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