Para que el camino sea saludable debe existir un equilibrio entre lo que aportamos y lo que recibimos. Forma parte de una sana reciprocidad.
Afirmaciones del tipo “es mejor dar que recibir” o “la modestia es una gran virtud”, “hay que dar, sin esperar nada a cambio”, sobrevaloran el dar y restan valor al recibir. Esto nos ha generado un desequilibrio emocional por contexto cultural.
Muchas veces nos encontramos dando demasiado, algo que puede llegar a ser agotador. Nos desgastamos física, emocional y energéticamente, incluso puede llegar a ser un drenaje financiero o de nuestro tiempo.
Aunque demos desde el amor, siempre tendremos que compensar recibiendo desde la abundancia; por eso es más significativo el “desde dónde” uno hace las cosas, que el “qué”.
Existen muchas formas de ejercitar el dar y recibir, de crear hábitos para atraer la abundancia a nuestras vidas, pero ¿recibimos más de lo que te damos? ¿o damos más de lo que recibimos?
Este equilibrio de dar y recibir no debería ser difícil de encontrar. Debemos de incorporarlo a nuestras vidas de una forma natural, al igual que la respiración. El ideal es crear un flujo de energía, un equilibrio natural. Inhalemos para recibir, exhalemos para devolver.
Si no está equilibrado, tomemos la decisión consciente de equilibrarlo, ya sea dando más o aprendiendo a recibir.
Mantengamos la energía y la prosperidad cerca. Mantengamos la energía positiva circulando.
Este flujo se hace dando y recibiendo, entregando y tomando, desde el amor y con abundancia.
Muy buen post. Gracias por compartirlo.
Gracias Julia. Un abrazo de OSO.