DEJEMOS SALIR LO TÓXICO A DIARIO

“A mi me da igual que la gente no piense como yo, con que piensen me conformo” Mafalda.

Si alguna cosa buena hemos sacado del actual estado es que se respira un aire más limpio ahí afuera, por la importante caída de la contaminación ambiental.

Pero sólo de puertas a fuera.

El uso masivo de productos desinfectantes en los hogares empobrece la calidad del aire interior. La mayoría de estos productos libera compuestos tóxicos, perjudiciales para la salud.

Y la salud del planeta también se ve perjudicada por el mayor uso de desinfectantes que de una forma u otra acabarán en los desagües, contaminando las aguas.

A veces, también el aire de nuestras casas es peor que la contaminación del exterior.

Las pinturas, barnices o esporas provocan que el aire de los espacios cerrados sea muy nocivo y convierte a nuestras casas en hogares enfermos.

Los restos de comida, los plásticos, los desinfectantes y los productos de limpieza hacen que el aire que respiramos en los interiores se encuentre a veces incluso más contaminado que el del exterior.

Respirar este aire “indoor” perjudica a nuestra salud.

Cuando pensamos en el término ‘contaminación del aire’ tendemos a pensar en tubos de escape y en chimeneas exhalando humo…

Sin embargo se ha tenido que inventar el término de síndrome del edificio enfermo para definir un conjunto de enfermedades, entre otras respiratorias y cognitivas, originadas o estimuladas por la contaminación del aire en los espacios cerrados.

Observemos y pensemos en la cantidad de fuentes de contaminación que pueden afectar a la calidad del aire de nuestros hogares: : pinturas, barnices, pegamentos; alimentos procesados; insecticidas, herbicidas; detergentes, lejía, amoníaco; moquetas, alfombras, tapicerías; elementos de PVC; papeles de pared, vinilos; aparatos electrónicos, electrodomésticos; cosméticos, perfumes, fragancias sintéticas, ambientadores; productos de aseo como gel, champú, dentífrico, etc; muebles (casi todos contienen barnices y ceras muy tóxicos que se liberan en el aire); bombillas, fluorescentes, focos; aluminio (papel); medicamentos; disolventes, desatascadores, desincrustantes, desinfectantes, abrillantadores, pulidores; juguetes…

La solución es tan simple como abrir las ventanas.

Pero esta solución, tan sencilla, a veces no es posible debido a las continuas fumigaciones en el exterior, desinfecciones o inconsciencia de quienes deciden mantener encendidos sus motores debajo de nuestras ventanas…

Esta experiencia, nos tememos que tampoco servirá para que las personas sean más conscientes, empáticas y pensemos en nuestros vecinos, evitando exponerles a la contaminación lumínica, sonora y tóxica, en espacios comunes.

Dentro de nuestras casas, los responsables somos nosotros.

Libres pero conscientes.

#anayany
#amorinfinito
#vidasana
#yomequedoencasa

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