Economía y Discapacidad: también aquí los ahorradores son los perdedores.
Tener una discapacidad o un hijo con discapacidad no debe de limitar nuestra capacidad inversora, igual que no limita nuestra posibilidad de disfrutar, por ejemplo, de unas merecidas vacaciones. Todos podemos ser inversores, solo se necesita una buena Educación Financiera.
En España, por ejemplo, un joven con gran discapacidad reconocida por el Estado, puede estar recibiendo prestaciones por Dependencia y sus padres una Prestación Económica por Hijo a Cargo, por unos 12.000€ anuales. Con este importe, pueden hacer muy bien las cuentas y cubrir parte de los gastos extras procedentes de esta condición (terapias, adaptaciones, accesibilidad, material ortopédico, etc.)
Fijémonos en una familia de clase media con ambos padres trabajadores y su hijo mayor de edad con discapacidad que ayuda en el negocio familiar. En principio parecería que disponen de capacidad económica suficiente para tomar acción y hacer una buena Planificación Financiera. Pero su forma de relacionarse con el dinero les impide ver la posibilidad de rentabilizar año tras año estos ingresos.
Sin embargo, otra familia, más modesta, con un solo sueldo y el hijo con discapacidad menor de edad, pero con Educación Financiera, puede tener, a la larga, una situación económica mucho más favorable que la anterior.
La primera familia deposita todo el dinero ahorrado mensualmente (sueldos + prestaciones – gastos) en una cuenta bancaria en su Banco de toda la vida.
La segunda familia, sin embargo, tiene su dinero trabajando para ellos.
Una de nuestras principales preocupaciones como padres (y mucho más como padres de hijos con Necesidades Especiales) es su futuro salutogénico, terapéutico, de vivienda, adaptaciones, apoyos personales… y, por lo tanto, también financiero.
Frases como “¿Quién va a hacerse cargo de mi hijo en el futuro?”, “¿Podrán sus hermanos costear sus gastos?”… son preguntas que muchos padres se hacen y para las que no siempre tenemos respuesta.
La falta de Educación Financiera de los padres puede ser uno de los problemas. El miedo es algo común al ser humano, y el miedo a perder lo poco que tenemos en situaciones tan delicadas, mucho más. Esto provoca que tomemos decisiones incorrectas, debido a que no tenemos toda la información o bien preferimos no correr ningún riesgo.
Por eso hay que tener en cuenta lo que siempre decimos desde anayany.com: el dinero para invertir no es el dinero del día a día (el de pagar por los gastos básicos de alimentación, vivienda…) ni tampoco el que tenemos para cubrir imprevistos (el colchón de seguridad). Debemos invertir con el dinero extra que mensualmente dejaríamos en el Banco en una Cuenta Corriente.
El principal enemigo de la decisión de dejar tus ahorros en una Cuenta Corriente es la inflación.
La inflación es la subida del precio de las cosas, que hace que cada año las cosas cuesten más dinero. También podemos entenderlo como que cada año nuestro dinero vale menos.
En 20 años, periodo en el que nuestros hijos siguen normalmente conviviendo con nosotros, la primera familia de nuestro ejemplo, habrá recibido prestaciones por un importe de 240.000€, importe que, tras pasarlo por el tamiz de una inflación del 2%, se convertirían en poco más de 195.000€.
Es decir, una familia ahorradora clásica habrá perdido 45.000€ de poder de compra. Podrá tener acceso a un 20% menos de productos o servicios porque las cosas han subido de precio pero su prestación, por desgracia, lo más probable es que no.
Sin embargo, la segunda familia, que invierte el importe de esa prestación simplemente en un producto al 3% de interés, al cabo de 20 años tendría algo más de 265.000€ incluso ya teniendo en cuenta esa misma inflación del 2%.
Es decir, al invertir habrían conseguido no solo mantener el valor de sus prestaciones (los 240.000€) sino que habrían conseguido incrementarlo en 70.000€ frente a lo que tendrían disponible si no hubieran decidido invertir, es decir, frente a la primera familia. (Si quieres ver los cálculos puedes hacer click aquí)
En España, con una inflación promedio superior al 4% en los últimos 30 años (1998 – 2018) o de un 2,5% desde el año 2.000 es una temeridad pensar que las prestaciones que nuestros hijos reciban van a cubrir sus necesidades básicas. Así que cuanto antes tomemos acción, más se beneficiarán ellos en el futuro.
Es necesario poner el dinero a trabajar: Invertir en Bolsa, en Fondos de Inversión, en Criptomonedas, en Viviendas o Plazas de Garaje para su alquiler… lo que sea, para generar un rendimiento que supere la lima de la inflación y nos permita mejorar el futuro financiero de nuestros hijos.
Recuerda siempre que el dinero para invertir tiene que venir de ese capital que no necesitas para cubrir gastos básicos, ni terapias, ni material de ayuda de ningún tipo…
Para lograr una plena inclusión y buscar un futuro financiero saludable, hay que ser consciente de que tener Capacidades Diferentes no limita a nadie para ser un gran Inversor. Tener una buena Educación Financiera está al alcance de todos.