EL AMOR POR NUESTROS HIJOS

“Cada momento que paso sin las personas a las que amo es un momento de tiempo perdido” R.R. Tolkien.

Nos despertamos todos los días para acompañarlos, amarlos y cubrirles todas sus necesidades. Los educamos a diario en valores como la tolerancia, el respeto, la libertad, el compañerismo… sin darnos cuenta de que nuestro ejemplo es realmente de lo que se impregna el corazón de nuestros hijos.

Seamos conscientes. Necesitan una atención sin prisas y esas tardes eternas de sonrisas que nunca terminan. Es maravilloso compartir con ellos y regalarles un pedacito de tiempo que les sepa a magia, a besos, a armonía, amor y sonrisas…

El ser humano tiene una necesidad natural por el “tiempo compartido”, con una cercanía tan necesaria como el propio alimento. De piel a piel. Donde a través del contacto físico se transmita mucho más que con las palabras. Tocarnos, acariciarnos, transferir nuestras energías, llegando hasta el alma. Una mirada, una caricia, una sensación, nuestro olor o nuestra voz calmada es el mejor regalo que a diario les podemos hacer a nuestros hijos.

Podemos crear una rutina, buscar actividades placenteras para ambos o en familia, donde nuestra cabeza solo esté pendiente de ser felices y disfrutar del momento. ¡Qué se pare el Mundo!

Nuestros hijos son lo primero de la lista y los lazos que unen todos nuestros sueños y esperanzas.

Pero aunque nuestros hijos sean nuestra prioridad esto no implica descuidarnos nosotros, padres y madres, como personas.

Ninguna prioridad puede ser bien atendida si nosotros mismos no aprendemos a cuidarnos también. Invertir en nuestro propio cuidado, en nuestro bienestar y en hacernos antifrágiles, es ocuparnos de nosotros para poder cuidarlos mucho mejor. Nuestro bienestar mental, espiritual y la satisfacción emocional confiere un colchón de felicidad, de equilibrio y seguridad para ellos.

Todos los niños entienden, perciben e intuyen muchas más cosas de las que nos podemos imaginar y por supuesto de las que nos pueden comunicar. La calidad y la autenticidad de los momentos compartidos con ellos marcará su crecimiento emocional y en parte su salutogénesis. No importa la edad o condición que tengan, detectarán el vínculo que nos une desde la atención y el amor en base a los momentos compartidos, a la cercanía, al consuelo, a las miradas, a las risas, al tono de las voces…

Any es nuestra prioridad, y no basta con que yo lo sepa o lo diga, ella lo debe notar a diario en mis actos, mis palabras, mi mirada y ante todo… en su corazón.

Acompañémoslos para que aprendan lo que es amar, escuchar, compartir, ayudar, ser felices… con nuestro ejemplo diario.

#anayany
#vidafeliz
#antifragilidad


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