EL VERDADERO MAESTRO

«Soy rico en enseñanzas para darte, todas ellas salidas directamente del infierno de mis heridas” Seung Sahn

No idealicemos a nuestros Maestros, ya que nos acabaremos sintiendo decepcionados. No son Dioses, son guías que surgen en nuestras vidas. Una luz en el camino del despertar, que ha acumulado más experiencia y más empezar de nuevo, más errores y más pruebas que nosotros. Un Maestro no es perfecto, no hace milagros ni se pone en nuestro lugar y nos libera del duro esfuerzo de nuestra propia búsqueda. Ni es un personaje de literatura ni de postureo, sino un ser experimentado y rebosante de luz.

Seres humanos ordinarios, pero genuinos, sabios y verdaderos.

Hay muchas clases de Maestros.

Están todos los Maestros que nos rodean a diario: nuestros padres, nuestros hijos, un extraño, una flor o una estrella…

Y cuidado, también algunas veces ciertas personas se disfrazan de maestros, buscan nuestra confianza, pero tras ofrecerles toda nuestra verdad nos damos cuenta enseguida de que simplemente son impostores que ya han decepcionado, herido y engañado a otros y con quienes no queremos llegar a tener mayores desacuerdos. Pero estos también nos pueden enseñar mucho, abrirnos los ojos y hacernos avanzar. Se lo agradecemos de todo corazón.

Y en contraposición a estos últimos, está el GRAN MAESTRO.

Nosotras lo tenemos muy claro y cuando se cruza uno en nuestra vida: seguimos el Camino que guía sus pasos, dejamos que ilumine nuestra oscuridad y que profundice en su búsqueda mientras le acompañamos. Sabemos que para crecer tenemos que trabajar con él, aprovecharnos de su luz y aprender a su lado, entonces podremos sanar y reconciliar todos nuestros errores y fragilidades con trabajo, constancia y fidelidad.

Pero un Maestro no deja de ser un humano, solo un saco de piel y de huesos como nosotros y, si tiene algo más es la responsabilidad, la sabiduría y la alegría entusiasta de compartir con nosotros sus experiencias.

El maestro perfecto no existe. Si buscamos lo perfecto seremos siempre desgraciados. Pero si cogemos la mano del Maestro y caminamos en su compañía y crecemos con él, entonces surge una preciosa relación y la «magia».

Recordemos que al final el camino es solo nuestro y tenemos que aprender a elegir a nuestros GRANDES MAESTROS, para aprender a vivir desde la verdad, la felicidad y la paz interior.

También debemos de ser conscientes de que él no solo está ahí para enseñarnos. Todo Maestro busca el milagro de la transmisión: el que enseña es el que es enseñado.

Tomemos las riendas de nuestras vidas, siendo humildes y verdaderos, con el silencio como compañero y nuestros Maestros como espejos.

Gracias Leonid Blyum por esta visita inesperada, nuestro hogar ya es tuyo también. Orgullosas de crecer a tu lado. Nos vemos en Octubre en Toledo.

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