EN SUEÑOS TE SURRURARÉ

“En sueños te susurraré” de Antonio T. Cortés está, ahora mismo, entre mis novelas favoritas. Su subtítulo es “Un viaje de regreso al hogar”.

Eso es lo que ha sido para mí durante esta lectura: un medio a través del cual he regresado a mi hogar verdadero, mi SER interior, mi alma pura, sabia y completamente amorosa.

Todas las novelas, todas las historias, deberían producirnos este efecto, que emana desde los emisarios inspiradores (como se comenta en lo narrado en este cúmulo de grandes e inmutables verdades con forma de historia de aparente ficción… pero más real que nuestra existencia terrestre momentánea).

Este libro tiene temas que van más allá del mero argumento, pero voy a limitarme a exponer parte de este, para que los que no lo hayáis leído aún, espero, tengáis un marco que os sirva de referencia.

«En sueños te susurraré» cuenta la historia de cómo un alma, al morir el cuerpo en el que había encarnado (en este caso con el nombre de Anselmo Paredes, que trabajaba en la Tierra como minero, en una población llamada Aldea Moret), desencarna y se encuentra en un lugar desconocido hasta entonces para él, que está aún completamente aferrado a su identidad terrestre ya abandonada (no concibiendo al principio haberse desligado de ella, “muriendo”).

Este sitio se llama el Hogar del Espíritu (también conocido como el Cielo), y es donde las almas desencarnadas tras cesar su proceso de aprendizaje en el plano más denso de la Tierra se ubican, se encuentran entre sí y realizan sus auténticas vocaciones en los llamados Pabellones.

Al estar tan vinculado con su anterior existencia en ese plano más denso, es enviado a comunicarse con los miembros del CSD o “Comité de Selección de Descensos”, ya que, como se identifica todavía con el fallecido cuerpo, esta alma no necesita ni le conviene acceder al deseo de su mente de volver a encarnar (y, obviamente, como el cuerpo con el que se manejaba se ha quedado definitivamente sin fuerzas, no puede retornar a él ni continuar viviendo como si retornase). El alma necesita pasar por un proceso de reposo, cuando la encarnación ha sido muy intensa, para acostumbrarse a la situación de no estar ya encarnada.

Esa es la situación de Anselmo. Así que los comisarios expresan su necesidad con palabras y le asignan una acompañante, Calisté, para que le dé consejos sabios y prudentes y haga una función mediadora entre el “regresado” y las demás almas, hasta que se acostumbre y eleve su conciencia lo suficiente como para desprenderse de su identidad terrícola, después de lo cual los comisarios decidirán si puede reencarnar en caso de que siga queriéndolo…

Calisté (discípula en el Pabellón de los Acompañantes) le va mostrando al alma de Anselmo, el Hogar del Espíritu (cuyo cielo es color malva) y sus distintos emplazamientos importantes: la pradera, de un color verde y de un movimiento oscilante, y los siete Pabellones…

Una frase de la página 31 me parece muy significativa: “Recuperad toda esperanza abandonada los que aquí entréis”.

Y así las almas siguen evolucionando espiritualmente…

Y lo mejor es que… si os ha vibrado mi reseña, os animéis a leerlo.

Con prólogo de Emilio Carrillo y muchas cosas bonitas, afronta el tema del tránsito al plano no físico de una forma Mágica.

Espero que os guste.

Any Pascual

#anayany
#lamuerte
#ensueñostesurrurare

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