FELICES FIESTAS

“Para muchos el árbol de Navidad puede ser un trasto que se saca en diciembre y se guarda en enero, para esperar otro año. Para nosotros cogiendo todo lo que conocemos y su simbolismo, cuando esta preparado con consciencia y se transmite estos saberes, no deja de ser un altar a la vida, un altar a la gratitud, un altar a la cosecha, un altar de conexión del cielo y la tierra, un altar a nuestros ancestros”. Pelú Campos.

¡Qué sabia eres amiga! Gracias por la generosidad de recordarnos realmente lo que supone una celebración, sea la época que sea del año. Dependiendo de los valores, cultura y tradiciones podemos experimentarla como un momento mágico o todo lo contrario. Puede ser un momento para reflexionar o para olvidar. Está en nuestras manos elegir qué celebrar y realmente por qué, si es que tenemos la posibilidad, porque a veces las nuevas costumbres o las personas con las que compartimos estos momentos, por elección propia, chocan inevitablemente con nuestro estilo de vida o la tradición simbólica de celebrar, también en Navidad,el amor por la vida y por los demás, la unión y la paz. 

Pero pase lo que pase nosotras seguimos con nuestro mantra eterno “SÍ SE PUEDE” SER FELICES INDEPENDIENTEMENTE DE LAS CIRCUNSTANCIAS. Por eso la Navidad es un momento disruptivo más, por lo menos para nosotras. Lo mejor de esta Navidad distópica actual es que parece que con la entrada de un nuevo año todos se plantean nuevos propósitos saludables y las esperanzas se renuevan. Por desgracia estas intenciones suelen durar muy poco. 

Ajenas al circo navideño externo, nosotras elegimos ser conscientes de lo que es para nosotras esta celebración, estar juntas y visualizar nuestra propia utopía a través de anayany.com, como siempre, aunque todavía sea, en parte, el sueño que vamos creando día a día. Seguimos imaginando nuestro propio Mundo para vivir felices, libres, con bienestar y en paz, y el amor es la energía que nos da fuerzas y nos une para lograr los sueños. Por eso para nosotras las Navidades son un poco distintas. Elegimos celebrar el verdadero significado de la Navidad desde el Espíritu Navideño Unido a nuestro Amor y tradiciones. Las nuestras son unas naVIDAdes con sentido, al estilo anayany.com y os vamos a explicar por qué.

Nuestros antepasados y cultura proceden del norte de España, con muchas reminiscencias celtas e influencias de los pueblos del norte de Europa que llegaban a nuestras costas y nos dejaban su cultura. Por eso para nosotras la Navidad es una mezcla de la influencia cristiana de nuestra familia y la cultura de muchos otros pueblos del norte de Europa. 

La conmemoración de la Navidad cristiana del nacimiento de Jesús ha dejado en nosotras, a través de los abuelos, las costumbres de los regalos, el belén y el árbol navideño. Nos han transmitido que en estos días se celebra el nacimiento de Jesús, el hijo de Dios, el Adviento y la Navidad desde el 24 de diciembre, hasta el domingo siguiente a la fiesta de la Epifanía (6 de enero). Hace años el reencuentro familiar era el centro de estas celebraciones hasta que el trabajo, la distancia, nuestro estilo de vida y por último la pandemia ha desplazado esta tradición desde la reunión de la familia cercana, a nuestro hogar. Lo aceptamos y actualmente, desde hace ya unos años, lo celebramos los tres juntos, y felices de que toda la familia se encuentre bien. 

Celebramos la Nochebuena con un banquete ecológico, por supuesto, que simboliza la abundancia, y el día de Navidad nos intercambiamos regalos, para manifestarnos nuestro cariño (como en la Antigua Roma, donde, durante las fiestas Saturnales, se ofrecían obsequios a los niños).

Relacionar la Navidad solo con todos los preparativos que implica: las luces en las calles, los productos navideños, los precios prohibitivos de muchos alimentos en estas fechas, las compras navideñas, los festivales escolares, la lotería, las comidas y cenas de empresa, la paga extra, la cesta navideña, etc. no tiene sentido en nuestro estilo de vida. Pero sí hacemos algunas cosas tradicionales y otras quizás diferentes. Todas las elegimos hacer con Amor y desde la Felicidad, para representar en estas fechas también nuestro Amor Infinito y respeto mutuo. Por ello, nos ha encantado crear juntas este larguísimo post para reconocer el origen histórico de nuestras celebraciones en estas fechas, desde los ritos paganos hasta el mismísimo Imperio Romano o las costumbres cristianas. Somos una mezcla de todo.  Esperamos que esta lectura pueda ayudar a alguien a recuperar el auténtico Espíritu Navideño muy lejos de su lado comercial.

Por tradición cristiana el 25 de diciembre se celebra el nacimiento de Jesús, aunque realmente no se conoce la fecha exacta. Se sabe que Jesús nació durante el reinado de Herodes, puede que en abril, mayo… otros dicen que en septiembre y otros en pleno agosto (según se analice desde los textos bíblicos o desde el cielo y la situación de los astros en aquella época o las actividades campestres con las ovejas que también mencionan los textos sagrados). La cuestión es que como Cristo había venido al mundo para librar a la humanidad de la oscuridad, parece lógico que se decidiera poner una fecha tan señalada en el solsticio de invierno, en el que la vida triunfa sobre la muerte. La primera vez que la Navidad cristiana, tal y como la conocemos hoy, se celebró el 25 de diciembre fue cuando el Papa Julio I la implantó, cuatro siglos después del nacimiento de Jesús, para que los fieles cristianos se apartaran de las fiestas paganas del solsticio de invierno. La Iglesia eligió el 25 de diciembre para conmemorar el nacimiento de Jesús, de modo que la Navidad ocupó el lugar de esas fiestas, las Saturnales, en el invierno de Roma. Se trataba de celebrar el nacimiento del Salvador y al mismo tiempo tapar, por su coincidencia, la celebración romana del Natalis Solis Invicti, el nacimiento del sol invicto ( el sol, en inglés “sun”, fue sustituido por el Hijo, en inglés “son”, de Dios).  ¡¿Por qué no celebrar los dos acontecimientos?! 

En Oriente el 6 de enero se celebraba la Epifanía, las manifestaciones de Cristo (nacimiento, adoración de los Reyes Magos y bautismo), y en Occidente únicamente estaba la fiesta del nacimiento, el 25 de diciembre, así que con los años se decidió que Occidente adoptara la Epifanía y Oriente la Navidad y unificar a toda la cristiandad. 

Según la tradición popular, tres magos, reyes de Oriente le llevaron regalos a Jesús, recién nacido en Belén. Por este motivo, existe la costumbre cristiana de obsequiar a los niños con juguetes en recuerdo del oro, incienso y mirra ofrecido por los magos a Jesús, aunque, como ocurre con la Navidad, la fecha de la Epifanía, el 6 de enero, se debe muy probablemente a cálculos relacionados con el solsticio de invierno y las fases de la Luna.

Por otro lado, para los cristianos San Nicolás realmente sí existió. Fue obispo de Mira, la actual Turquía, en el siglo IV. Se narra que una noche, cuando trataba de transportar tres bolsas de oro hasta las tres hijas de un mercader arruinado, una de las bolsas cayó dentro de los calcetines que colgaban de la chimenea para secarse y que por eso desde entonces se cuelgan los calcetines en espera de regalos. Su fiesta se celebraba el 6 de diciembre, patrón de Rusia, además de ser muy popular en Grecia, el norte de Europa, Alemania e Inglaterra, donde ha sido asimilado y refundido junto a  Papá Noel y a Santa Claus, denominación anglosajona de San Nicolás, con funciones de protector y patrón de niños. Lo de la barba blanca y el color rojo llegó bastante después, gracias a la publicidad de esa famosa marca de refrescos implantada en todo el mundo. 

El belén o pesebre supone la representación del nacimiento de Jesús en Belén por medio de figuras. Fue San Francisco de Asís quien realizó la primera representación. Durante la Edad Media y el Renacimiento era costumbre realizar escenas de Navidad en las iglesias. De ambas tradiciones viene la de los belenes actuales.

Por último en cuanto a  la tradición cristiana, el árbol de Navidad data del siglo I d.C., cuando San Bonifacio viajó a la Baja Sajonia. Allí una comunidad de paganos, basándose en el mito del Árbol del Mundo de la mitología nórdica, que simboliza la unión, realizaban un sacrificio en honor a Thor, el Dios del Trueno, en la base de un roble al que consideraban sagrado y que era conocido como “El Roble del Trueno”. San Bonifacio quiso cambiarlo llegando a la  aldea en la víspera de Navidad. Derribó ese roble y lo reemplazó por un abeto, el símbolo del amor eterno de Dios. Este árbol fue adornado con manzanas, que para los cristianos representan las tentaciones según el texto bíblico de Adán y Eva, y velas, que simbolizaban la luz del mundo y la gracia divina. Al ser una especie perenne, el árbol es también el símbolo de la vida eterna. Además, su forma de triángulo representa a la Santísima Trinidad. En la Edad Media esta costumbre se expandió y luego llegó a América. 

Y resumidamente así se han creado las tradiciones cristianas más populares que perduran hasta nuestros días.

Pero para nosotras la Navidad, debido a nuestras raíces y creencias, realmente procede de la fiesta pagana de Yule, que, como ocurrió con muchas otras celebraciones paganas (el solsticio de verano-San Juan, el equinocio de primavera-Pascua, Samhain-La noche de todos los Santos), la iglesia cristiana asumió como propias para celebrar los ritos cristianos. Así que nosotras respetamos ambas formas de celebración, que coinciden en fechas y simbólicamente, pero que se fundamentan en distintos principios. 

Veamos cómo unimos nosotras estas distintas tradiciones, remontándonos a muchos siglos atrás.

Las celebraciones paganas se realizaban durante Yule  (en las tierras de los ‘bárbaros’). La festividad de Yule duraba varias semanas, entre doce y trece días con sus noches, comenzando en la víspera del solsticio de invierno. Tradicionalmente se colocaba bajo el techo un árbol que recordaba a Yggdrasil, el Gran Fresno de cuyas ramas, según los antiguos nórdicos, penden los Nueve Mundos, incluyendo el de los hombres. De aquí heredamos la tradición del Árbol de Navidad de la que derivó la ya contada aquí versión cristiana.

También se sacrificaba una cabra en honor a Thor (el Dios del Trueno nórdico que conducía un carro tirado por dos machos cabríos de los que podía alimentarse y siempre revivían). La cabra era culturalmente una ofrenda, y así terminó convirtiéndose en un símbolo de esta fiesta pagana como “la que portaba las ofrendas”. En las tierras de Finlandia, esta cabra se encarnó en un trineo de renos con un anciano que traía regalos llamado Joulupukki (cabra de Yule), más conocido por todos nosotros como Santa Claus o Papá Noel. 

En los países escandinavos e incluso en Gran Bretaña se han conservado algunas tradiciones originales de Yule, como quemar un gran tronco (cuenta también su versión en bizcocho de chocolate), el Wassailing o Yulesinging, que es lo que nosotros conocemos como “pedir el aguinaldo”, o colgar la cabra de paja que simbolizaba el sacrificio de la cabra a Thor, que más tarde se uniría a la tradición del muérdago, que era sagrado para los druidas, los cuales lo consideraban mágico porque permanecía verde todo el año. Los escandinavos creían que era una planta que otorgaba la paz, ya que bajo ella los combatientes podían declarar una tregua en la batalla o celebrar un matrimonio. También lo relacionaban con la fecundidad, y con numerosas propiedades curativas y místicas. Posteriormente fue sustituido por el acebo. De ahí nació la tradición de besarse bajo el muérdago, colgado en el umbral de una puerta. Esta creencia surge de la mitología nórdica, en concreto del mito de la muerte de Balder, dios del amor, la paz y el perdón. Balder era el segundo hijo de Odín y su esposa Frigg, y hermanastro de los dioses Thor y Loki. Era el más bello y querido de entre todos los dioses del reino de Asgard. Era tan hermoso y brillante que la luz se proyectaba desde él. Pero esta es otra larga historia solo apta para amantes de la Mitología como Any. 

Otras culturas mencionan en sus rituales astrológicos a algún dios sol; tales como Apolo y Helios (Grecia y Roma), Mitra (en Persia) entre otros. Creían que el dios del sol nacía el 21 de diciembre, el día más corto del año, y que los días se hacían más largos a medida que el dios se hacía más viejo.

Para los romanos, el 25 de diciembre fue considerado como día del solsticio de invierno, y lo llamaron Saturnalia, en honor a Saturno. Durante esta celebración, los romanos posponían todos los negocios y guerras, había intercambio de regalos, y liberaban temporalmente a sus esclavos. En el Imperio romano, las celebraciones de Saturno durante la semana del solsticio, que eran el acontecimiento social principal, llegaban a su apogeo el 25 de diciembre. Para hacer más fácil que los romanos pudiesen convertirse al cristianismo sin abandonar sus festividades, se decreta este día como el nacimiento de Jesús de Nazaret. 

La primera mención de un banquete de Navidad, como el que se celebra en Nochebuena se realizó en Constantinopla, y data de 379.

Otras culturas más alejadas de nosotras también celebran en estas fechas. 

Durante el invierno, los aztecas celebraban el advenimiento de Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra, en el mes Panquetzaliztli, que equivaldría aproximadamente al período del 7 al 26 de diciembre de nuestro calendario. Aprovechando la coincidencia de fechas, los primeros evangelizadores, los religiosos agustinos, promovieron la celebración de la Navidad y así (casi) desapareció el dios prehispánico y mantuvieron la celebración, dándole características cristianas.

Los incas celebraban el renacimiento de Inti o el dios Sol, la fiesta era llamada Cápac Raymi o “Fiesta del sol poderoso”, que por su extensión también abarcaba y daba nombre al mes, por ende este era el primer mes del calendario inca. Esta fiesta era la contraparte del Inti Raymi de junio, pues el 23 de diciembre es el solsticio de verano austral y el Inti Raymi sucede en el solsticio de invierno austral. En el solsticio de verano austral el Sol alcanza su mayor poder (es viejo) y muere, pero vuelve a nacer para alcanzar su madurez en junio, luego declina hasta diciembre, y así se completaría el ciclo de vida del Sol. Esta fiesta tenía una ceremonia de iniciación en la vida adulta de los varones jóvenes del imperio, dicha iniciación era conocida como Warachikuy.

Nos encantaría que compartierais en los comentarios las tradiciones que se realizan en vuestra familia y su origen, nos encanta conocer las distintas culturas. Gracias.

Para nosotras tiene sentido desearos: ¡Feliz Yule a todos! ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Vida!

Conocer las tradiciones y festejarlas con el simbolismo y desde el amor, compartiendo con nuestros hijos conscientemente lo que representan verdaderamente estas fechas, nos ayuda a toda la Familia y seres queridos a respetar y valorar cada acto que realizamos estos días.

Para nosotras poner el Árbol de Navidad, como símbolo de unión entre la Tierra y el Cielo; cenar juntos, como agradecimiento por los alimentos de todo el año; tener presentes, como símbolo de Amor a quienes nos acompañan; etc., forma parte de nuestro ritual en el que agradecemos conscientemente lo que somos, pensamos y hacemos en estas fechas para celebrar el Amor por la Vida.

¡Felices Fiestas! ¡Feliz Vida!

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