Las palabras son poderosas.
Son una puerta a una realidad.
Y cuando las pensamos, más aún cuando las decimos, es como si abriésemos esa puerta y la cruzásemos, empezando a vivir en un Mundo distinto, a veces en pequeños detalles y en ocasiones diferente, en cosas importantes.
Es importante cuidar los términos con los que nos referimos a la realidad, porque ese es un paso en la creación de nuestras experiencias.
Justo por eso hay tantos libros, tantos audios… y tanto arte basado en las afirmaciones positivas.
Tal vez, quizás, afirmando “el Mundo es genial”, el Mundo no cambie por sí mismo para adaptarse a lo que nosotros consideremos maravilloso, pero sí que nuestra atención estará más enfocada durante todo el día en las cosas que amamos, las cosas que hacen que pequeños micro-mundos, como el momento del atardecer, sean perfectos para nosotros.
Mucha gente desconoce el poder que tiene lo que dicen, y andan por la vida quejándose, hablando desde la carencia, el miedo y el ego. Si no hacen algo para cambiarlo, eso que piensan y a lo cual dan forma con palabras, se creará en su vida.
Es importante hablar desde el corazón, desde el sentimiento de amor, desde la abundancia, para crear eso en la vida.
Cuando hablamos desde la confianza, incluso aunque desconfiemos de algunas cosas, estamos centrándonos en los detalles de los que estamos seguros, y por ende crearemos más detalles de los que estar seguros, y nuestra vida se llenará de calma, porque confiaremos, poco a poco, a través de un proceso, en todo lo que existe.
Al hablar, pensemos: ¿Es lo que nuestro corazón diría si todo fuese amor?
Si es así, digámoslo, ya que estaremos expresando lo que verdaderamente somos.