Por Any Pascual.
“Tienes una vida. Vive de una manera que inspire a alguien más”. Robert Kiyosaki.
Un día como hoy, hace cinco años, mi familia y yo hicimos un viaje desde nuestra casa hasta Castelldefels, en Barcelona, para acudir al evento presencial del escritor e inversor en bienes raíces Robert Kiyosaki.
Incluso entonces, antes de darnos cuenta de lo mucho que ese evento nos cambiaría la vida, sabíamos que era una oportunidad única. Por eso planeamos el viaje desde que se anunció que uno de mis escritores favoritos estaría en España.
Empecé a leer los libros de R. Kiyosaki con 8 años. Ahora, casi diez años después de leer “Padre Rico, Padre Pobre” por primera vez, no podría estar más agradecida por todo lo que Robert nos enseña, tanto directa como indirectamente, cada día.
Tanto mi vida como la de mi familia cambió cuando yo tenía ocho años, y volvió a cambiar en Febrero de 2017, cuando realmente experimentamos lo que es la educación financiera, y cómo esta nos ayuda a ser abundantes no solo respecto al dinero. Allí aprendimos que la riqueza espiritual no está reñida con tener dinero, más bien al contrario. Se alimentan y se necesitan mutuamente. Ambos tipos de recursos (monetarios y espirituales), juntos, brindan plenitud a la vida. Ese fue uno de los mayores aprendizajes que recibimos e integramos esos días en Barcelona.
Conocí a Robert Kiyosaki, conseguí un autógrafo, hice fotos, y sí, puedo decir que estuve allí.
Y sin embargo, aunque agradezco todo eso y me emocioné mucho cuando pasó, esos nunca fueron mis objetivos. Desde que comencé a recorrer el camino de la educación financiera gracias a sus libros cuando aún era una niña, lo que siempre quise fue compartir un rato con él, y contarle mi punto de vista y lo mucho que sus palabras me han convertido en quien soy, lo mucho que su conocimiento ha cambiado mi vida. Era un hito que deseaba conseguir algún día… y con trece años lo conseguí.
Quería ir al evento de Robert Kiyosaki para aprender, y por la experiencia de vivir un gran evento de esas características, pero sobre todo para aprender.
También quería ir por la experiencia de estar con personas que hubieran aplicado las enseñanzas de Robert, personas que vibraran en mi misma frecuencia y estuvieran dispuestos a dejarse transformar para ser libres. Por aquel entonces, en mi círculo de amigos no tenía a nadie que lo hubiera hecho, porque mi familia y yo éramos los únicos que leíamos libros de educación financiera.
Ahora, gracias a ir al evento, me rodeo todos los días de gente que está en el mismo camino, con unos objetivos similares, y aprendo continuamente de personas que saben más que yo. Así estoy siempre cambiando, mejorando y evolucionando.
Las semillas que toda la familia plantamos hace tanto tiempo empezaron a germinar en el evento, y ahora son plantas fuertes y bellas que siguen creciendo y creando resultados, porque las cuidamos diariamente con energía, relaciones, enfoque, sabiduría, libertad y mucho, mucho amor. Toda la familia ayudamos a otros siempre que se nos presenta una oportunidad de iluminar un poco el camino a los demás y dejarnos sorprender por la Vida, porque después del evento aprendimos que SÍ SE PUEDE, y que la generosidad siempre vuelve multiplicada en forma de cosas y personas maravillosas que no esperábamos encontrar, como Guga, Fernando González y su familia, los Advisors de Robert, y todos los asistentes al evento. Aún nos asombran las bonitas amistades que formamos en Castelldefels. Gracias a todos por formar parte de nuestro aprendizaje y ser nuestros compañeros en este maravilloso camino vital.
Desde que tengo memoria, siempre me ha gustado leer, así que aún hoy me acuerdo del día en que me enteré de la existencia de Robert Kiyosaki a través de las palabras que escribió, las palabras que cambiaron mi mentalidad y me regalaron una nueva manera de ver mi vida, mis circunstancias y el mundo entero. Recuerdo bien el día en el que me puse a leer su primer libro, “Padre Rico Padre Pobre”. Cómo olvidarlo. Se lo recomiendo a todas las personas que quieran aprender a ser libres y vivir felices con sus circunstancias sin preocuparse por el dinero.
Volviendo al evento, mi madre todavía no era muy proclive a estos aspectos de la libertad financiera que promueve RK, así que me dijo que si queríamos ir tenía que ser mi padre y yo los que “tiráramos de ello”, los que lo decidiéramos y tomáramos acción. Le insistí a mi padre y compramos las entradas. El viaje desde casa a Barcelona se me hizo largo, pues son muchas horas en coche, pero mereció la pena.
Es curioso que de un evento de Educación Financiera lo que más me impactó fue cuando encendieron las velas de la sabiduría, al final del evento. Me emocionó, y cuando lo recuerdo todavía me motiva, porque siempre me llega directamente al corazón. La vela de la sabiduría (una tradición tibetana) consiste en encender una vela que simboliza la sabiduría y, al pasar la llama a otra vela sujeta por otra persona, la sabiduría se incrementa. Aquel día, Robert encendió su vela y fue pasando su sabiduría a los asesores que le acompañaron a España, sus compañeros, Tom, Ken y Garret, acabando en la vela de Fernando. La única pena, en ese momento, fue que no me dieran una vela a mí. Hubiera sido el final perfecto para ese fin de semana en invierno que nos llenó de tanta sabiduría. Y aun así sé, en el fondo de mi corazón, que todos los que estuvimos allí sí teníamos una vela para cada uno de nosotros. En nuestro interior. Robert Kiyosaki nos llenó de su luz. Él lleva iluminando vidas desde que empezó a compartir su mensaje, y aquel día me ayudó a descubrir que yo también sé iluminar corazones compartiendo el mío. La sabiduría que se brindó entonces aún vive y se expresa a través de mí.
Mi llama interior se encendió en el evento, y sigue brillando cada día más desde hace cinco años.
Gracias Robert, gracias Fernando.
Aprendizaje: El aprendizaje convertido en experiencia nos transforma en luz. Y nuestra luz ilumina el mundo entero.
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