Desde el descentramiento cualquiera puede responder con ira.
Nuestra personalidad también se descentra en ocasiones hacia la ira, pero evitamos responder de la misma manera, ya que solo nos igualaría a quienes no desean razonar.
En lugar de ello, preferimos hacer preguntas inteligentes que puedan sembrar la duda y despertar una reflexión en la otra persona. También, como sabemos que no tiene sentido gastar nuestra energía intentando convencer a alguien que no quiere entender, hemos aprendido con los años que el sentido del humor puede ser una poderosa herramienta contra la necedad. Y en última instancia siempre nos queda la posibilidad de observar desde la compasión rezando porque se aplique el sentido común.
Nuestro enfoque siempre será preservar nuestro centro, desde la paz y el amor por un bien común mayor.
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