“Todos seguimos caminos diferentes en la vida, pero, da igual dónde y hacia dónde vayamos, ya que siempre llevamos una pequeña parte del otro dentro de nosotros “ Anónimo.
Miremos para ver quién está a nuestro lado, a quién estamos entregando nuestro tiempo, y desvelemos en qué medida estas personas nos influyen y nos frenan en el camino a hacia nuestras metas, o nos estimulan hacia el amor, la paz y la felicidad.
Gracias a todos los que están o han pasado por nuestras vidas. Y gracias también a los que no supimos acompañar y de los que no supimos recibir lo que nos daban en ese momento.
Todos y cada uno han contribuido a que nosotras sigamos adelante.
Nos encanta relacionarnos con personas de diversos ambientes donde se respiran cosas, en principio, muy diferentes entre sí: mucho amor, plena paz, buenísimo humor, inteligencia emocional, financiera, un sólido componente espiritual… Hemos comprobado que todas estas cosas bonitas vibran y se unen cuando las personas las experimentamos de una forma sana y feliz. Por eso muchas personas diferentes tienen cabida entre nuestras alas, y disfrutamos de vuelos juntos.
Pero al mismo tiempo hemos tenido que aprender a no dar nuestra atención y tiempo, y a no permitir que nos influyan los mentirosos, los que atentan gravemente contra su salud o la de los demás, etc.
Está claro que todos necesitamos, como seres sociales, pertenecer a grupos: familia, trabajo, amigos…Pero hay que ser realistas y encontrar nuestro equipo, en el que aportamos y en el que nos aportan, no todo vale.
La compasión, no puede hacer que nos paremos para intentar “salvar” al que lleva otro ritmo en el camino, como si fuéramos Dioses. Porque cada vida lleva una velocidad y un destino diferente. Y si nos unimos a personas que nos frenan o van demasiado rápido, colapsaremos. Seamos realistas. Siempre hay alguien que se queda atrás, pero pensemos que nunca solo.
Y no se trata de hacer una ruptura radical o definitiva, sino de aprender que en el viaje de la vida hay personas que son solo compañeros en una fase y otras que, además, pueden llegar a compartir mucho más. Que nadie nos ancle en donde no queremos estar y no intentemos raptar a nadie que no quiera venir.
Qué bonito rodearse de valientes, apasionados, curiosos. De aquellos que dejan que sea el amor el que gobierne su vida. De aquellos a quienes la adversidad les ayudó a forjar un corazón de verdad. De generosos, honestos. De atentos y leales. De los que tiemblan, pero siguen. De los que dudan, pero no se van.
Qué bonito verse rodeado para siempre por el amor de estas personas, aunque la vida nos separe físicamente.
Es muy importante elegir adecuadamente de quiénes nos rodeamos, pero también tener claro de quiénes prescindimos.
Esta segunda decisión es, con toda seguridad, la menos agradable y, por tanto, en la que más firmes y seguros hay que mostrarse.