“Mantener el cuerpo con buena salud es un deber, de lo contrario no seremos capaces de mantener nuestro cuerpo y mente fuertes y claros.” Buda.
Es importante estar abiertos a aprender cosas nuevas. A menudo mantenemos viejas creencias que no son realistas y a veces incluso sabemos que son cosas que no han dado resultado en décadas.
En el mejor de los casos simplemente esperamos que terceros se responsabilicen de nuestra vida (el banco, el médico, el supermercado…), sin nosotros hacer nada.
La vida no es un proceso pasivo, sino activo.
Es importante ser conscientes de lo que nos rodea y reconocer que hay cosas que no van como nos gustaría.
Cuando uno es consciente de que puede mejorar, ya sea con cambios radicales o poco a poco, debe ser constante, ya que cualquier proceso casi siempre necesita tiempo, más o menos dependiendo de cada persona.
A menudo nos hacemos la ingenua pregunta de si existe la solución milagrosa a los problemas. Pues NO, NO EXISTE. Lo más parecido a una solución es un cambio.
El camino comienza cuando tenemos la intención de cambiar y dejamos ir nuestras viejas creencias que nos han causado problemas o no nos han ayudado a solucionarlos.
La responsabilidad total de lo que hacemos en nuestra vida recae en nosotros mismos, somos los caminantes de nuestro camino.
Y aunque la vida tiene diferentes posibilidades para cada persona, se necesita tiempo y reflexión para dilucidar qué significa para cada uno vivir y a qué estamos dispuestos a renunciar, pensando siempre que vamos tener una recompensa: ser felices.
Está claro que invertir en salud, felicidad y libertad tendrá resultados muy positivos para nuestra vida.
La felicidad, la salud y la libertad son las mayores riquezas para el ser humano.
Y aunque a veces nos encontremos con personas que cuestionen nuestros valores y estilo de vida, está en nuestras manos ser compasivos y no intentar convencer a nadie de nada, simplemente respetar su caminar, quizás un poco más lento que el nuestro.
Otra cosa es ser arrogante, con una carga negativa muy alta, y presumir de escepticismo cuando no quieren ver más allá de sus narices. Y juzgan, diciendo “no me cuentes más de esa chorrada”, “es que a mi las pseudociencias…”, “esto no es cierto”, etc., basándose en el credencialismo y ridiculizando lo que no saben por ignorancia.
La arrogancia es una actitud ineficiente e insostenible que limita nuestra capacidad de ver y comprender las cosas desde una nueva perspectiva y nos impide evolucionar como seres humanos.
Por el contrario, la humildad de reconocer que no sabemos y que estamos dispuestos a aprender, nos permite desarrollar un sano y constructivo escepticismo. Es decir, la actitud de explorar aquello que desconocemos para expandir nuestra comprensión y entendimiento.
Por eso, es esencial estar abiertos a lo nuevo, pero sin creernos nada de lo que nos digan. Veamos e informémonos. Es más, hemos de analizar, cuestionar y contrastar detenidamente toda la información que nos llega y, en la medida de lo posible, verificarla a través de nuestra propia experiencia.
Para adoptar una postura crítica frente a la realidad, es imprescindible comenzar por ser autocrítico con uno mismo, cuestionando el núcleo desde donde procede nuestra forma de pensar.
El mayor obstáculo para evolucionar como seres humanos y progresar como sociedad es apegarnos a nuestro viejo sistema de creencias.
Es hora de cuestionarnos nuestro modo de vivir.
Darnos la oportunidad de probar, para conocer y, si no funciona o no nos gusta o no es verdad, hablar de ello con criterio.
Seamos los creadores de nuestra vida desde la humildad del que aprende a diario, y seamos compasivos con los que sin saberlo, ignoran la alternativa desde la arrogancia.