Por Any Pascual.
Nuestra mente es un instrumento muy útil, cuando la sabemos manejar y calmar.
Cuando prescindimos de o desconocemos este poder, la mente se vuelve un mero instrumento que garantiza nuestra supervivencia y “comodidad”.
Cuando no está en el presente, se pierde en el pasado, para recordarnos los errores que hemos cometido y que nos han hecho sufrir, a fin de que los tengamos en cuenta y no los cometamos de nuevo para no volver a experimentar ese sufrimiento que a la mente automatizada le resulta tan horrendo, pues es un indicador de que algo nos está atacando por fuera o por dentro.
O se desplaza hacia el futuro en busca de prever la realidad que experimentaremos en el próximo minuto, en la próxima hora, en el próximo año o en el resto de nuestra vida. Esto también lo hace la mente consciente desde el amor y se llama visualizar. Pero en este caso es una anticipación indeseada que continua generando sufrimiento y poniéndonos alerta de un peligro que aún no existe y puede que nunca llegue a materializarse.
Ambos comportamientos de la mente inconsciente nos impiden ver el verdadero regalo de la vida que es el PRESENTE.
A veces parece que esa idea de: “el futuro es una ilusión y el pasado un recuerdo” no tiene sentido, porque lo vivimos como si estuviéramos allí y nos enfocamos en esos momentos.
En cambio sí está en lo correcto, pues el único momento en el que podemos recordar o anticiparnos es el ahora.
El AHORA es el único momento que existe.
Por ello si somos felices en el instante presente, nuestra vida se vuelve maravillosa porque gozamos de toda ella y fluimos con lo que se nos presenta.
Una manera de hacer esto es meditando, centrándonos en nuestra respiración y permitiendo que los pensamientos a los que tanto nos aferramos (porque creemos que lo que pensamos es lo que somos) se disipen. En ese momento, con la mente serena y vacía, estaremos en el presente.
Esto también nos brindará muchos otros beneficios, dependiendo del tiempo que estemos meditando y de qué tenga nuestra alma que decirnos.
Pero estar en el momento presente es uno de los efectos más significativos de meditar.
Un paso en el camino espiritual, tal y como yo lo veo, es aprender a fluir con lo que está pasando en nuestras vidas ahora mismo, en lugar de desear retornar a aquellos momentos felices de nuestro pasado, o especular sobre qué nos traerá el futuro.
Una vez aprendes a hacer esto te llenas de DICHA porque en el momento presente todo es siempre perfecto como es.
Disfrutemos de lo que está ocurriendo en nuestra vida, aprendamos del pasado y creemos conscientemente nuestro futuro amando todo lo acontecido en nuestra vida.