“No es necesario que te vayas de la casa. Quédate en tu mesa y escucha. Ni siquiera escuches, espera tan solo. Ni siquiera esperes, estate completamente callado y solo. El mundo se te ofrecerá para desenmascararlo, no puede hacer otra cosa, extasiado se retorcerá ante ti”. Kafka.
El ritmo de vida actual nos lleva a veces a sobrevivir, en vez de vivir. Cualidades como la proactividad y la rapidez son mucho más populares, alentadas y valoradas.
Ser paciente, resistir el impulso de actuar de nuevo, incluso observar, estar en silencio, sin hablar, sin hacer, reflexionar, interiorizar, meditar o simplemente ser, sin intervenir de ninguna manera… es mucho más difícil que el hacer.
Pero asociar la paciencia a una actitud pasiva es una visión reduccionista. Tampoco se trata de parar un momento, sino de una actitud frente a la vida. Valorar el tiempo, valorar el uso de ese tiempo limitado que es la vida, y apreciar el postergar las gratificaciones.
Solo cuando algo no va bien nos percatamos de que, sin la paciencia, el resto de las cualidades pueden ser bastante volubles. Porque una posibilidad brillante, sin la paciencia necesaria para llevarla adelante, se quedará en el cajón de los proyectos frustrados.
Ser pacientes implica ser capaces de usar inteligentemente nuestro tiempo hasta la gratificación.
Aprendizaje: Practicar la paciencia consiste en notar lo que sucede, ser conscientes y, en vez de reaccionar, aguardar el momento oportuno para actuar.
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