MIRAR EL DINERO DE LOS DEMÁS DESDE LA ABUNDANCIA, SIN JUICIOS DE ESCASEZ

El dinero, en su forma física, es simplemente un símbolo, porque en realidad no hay nada que le corresponda. Antes era el oro lo que respaldaba al dinero, ahora ni eso.

En su forma simbólica es energía porque gracias a su existencia se pueden generar flujos para el bien común.

En sí no tiene ningún valor: no se puede comer o beber, plantar, montar en él o dormir debajo.

Sin embargo, para muchas personas, tiene más valor que cualquier otra cosa, porque que lo desean, porque es la forma que tienen de definir el valor de su vida, y piensan que se puede transformar en cualquier otra cosa.

El problema viene cuando el objetivo en la vida de esas personas es de posesión, solo por el deseo de ese puro valor.

Tener dinero no es un problema, es la falta de dinero lo que nos atormenta y subyace en la raíz de los problemas cotidianos. Y nunca habrá dinero suficiente para apagar la llama del deseo material generada por la falta de Educación Financiera y de Crecimiento Interior.

Valorar un trabajo bien hecho, o encontrarnos con un amigo, o escuchar el canto de un pájaro no tiene precio, y está muy lejos de la idea de algunos de acumular billetes de papel aunque sea aprovechándose del otro.

Hoy en día, la explicación socialmente aprobada es que la mayoría “no tenemos suficiente dinero”. Pero tampoco hacemos nada para obtener más y no sentir esa carencia de lo necesario. Nos limitamos a juzgar a quien lo tiene y el uso que hace de su dinero, mientras nosotros no participamos en la creación de abundancia y riqueza para todos, y nos limitamos a cubrir nuestras necesidades básicas.

El valor que otorgamos al dinero rebota kármicamente contra nosotros.

Cuanto más lo valoremos como una posesión para reforzar nuestros egos, más lo usaremos como excusa para juzgarnos a nosotros mismos por carecer de “lo necesario” en nuestras circunstancias vitales o peor aún, para juzgar a los demás sin darse cuenta de que el que más tiene es el que más puede dar.

Cuando por fin despertemos y veamos el dinero como lo que es, una forma socialmente aceptada que aumenta nuestra libertad, nos daremos cuenta que la mayor fortuna es tener para compartirlo, no de acumularlo sin sentido.

Entonces nos volveremos verdaderamente libres para determinar nuestra actitud frente a él, frente a obtenerlo y usarlo.

Vivir de forma consciente nos hace saber que nuestra naturaleza esencial ni mejora ni empeora por tener más dinero. el dinero así como viene se va, es energía, realmente no hay nada que obtener ni nada que perder.

Por eso, para aquellas personas que VEN lo que pasa realmente en el Mundo, el valor del dinero se vincula estrechamente a su capacidad de ayudar a aliviar el sufrimiento de los demás.

Las personas que realmente tienen muchísimo dinero no están apegados a él, y por ello no lo temen y saben lo que tienen que hacer para tener más y así poder ayudar a más personas. Y ayudan de muchas formas: con la reconstrucción de Notre Dame y con ayudas a los campos de refugiados o en la investigación de enfermedades. Ellos mejor que nadie saben que el dinero no compra la felicidad y que ayudar desde el corazón es la acción que más enriquece a las personas. Si tenemos damos y compartimos, si no tenemos: ni damos, ni compartimos y encima juzgamos a los que lo tienen.

Aunque, el dinero realmente ya no vale nada.

El nuevo valor se llama poder, y el dinero ya no sirve para comprar muchas cosas. Por ejemplo el poder de las farmacéuticas está privando de las medicinas que curan muchas enfermedades a muchas personas independientemente de su posición económica.

No confundamos dinero con poder.

El deseo de tener poder sobre los demás es el que deja sin ayuda a los refugiados, sin agua a los sedientos y sin medicinas a los enfermos.

El dinero no lo compra todo, y si hay niños que se mueren de hambre en el Mundo o toneladas de plásticos en el océano, miremos a nuestro interior antes de echar la culpa a los demás.

Tener dinero supone poder ayudar a muchos más.

El poder de determinadas industrias es el que limita el acceso a ricos y pobres a determinadas medicinas, investigaciones, alimentos, etc.

Mirémonos a nosotros mismos y hagamos examen de conciencia sobre donde ponemos a diario nuestro dinero cuando votamos con nuestras compras diarias, no solo en una urna.

Preguntémonos si con nuestras decisiones sostenemos a un tipo de industria u otra.

Les estamos dando cada vez más poder a quienes controlan nuestra alimentación, nuestra salud, el agua potable, etc. y mientras parece que solo estamos preocupados por lo que hacen otros con su dinero.

En fin…antes de criticar a los que ayudan, mirémonos a nuestro ombligo.

#anayany
#EducaciónFinanciera
#ReconstruirNotreDame

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