PACIENCIA

 “La paciencia es el arte de la esperanza”. Luc de Clapiers.

Cuando los aprendices de música practican seis horas su instrumento y aseguran que no es suficiente para llegar a cierta maestría, no es que sean torpes, todo lo contrario. Crecer, evolucionar, avanzar… es el resultado de una acción lenta y constante, la mayoría de las veces, sin muchos resultados apreciables a corto plazo. 

Por eso para nosotras es tan importante cultivar la paciencia, porque sabemos que es la base para triunfar en cualquier área de la vida. 

También hemos aprendido, con los años, que con un tiempo corto de máximo esfuerzo generalmente no se obtienen resultados que mejoren nuestra calidad de vida global. Así que nosotras, cuando queremos tener grandes logros, sabemos que tenemos que dedicarle tiempo, energía, y poner el foco en eso que queremos lograr. En unas semanas, por mucho que lo deseemos, no vamos a arreglar cosas importantes, ni lo que otras personas han tardado diez años en conseguir. 

En la actualidad se dan muchos placebos y analgésicos buscando atajos, milagros o soluciones fáciles. Todo se vende bajo la premisa de que es fácil conseguir resultados sin sacrificios. Pero el camino correcto, orgánico y natural no tiene atajos y requiere de una actividad continua y constante. Los grandes resultados se consiguen lentamente, tomando acción, con ilusión y disfrutando de la verdadera recompensa: el camino.

Por eso nosotras buscamos una educación integral, no sólo de la mente o el intelecto, sino también del cuerpo y el espíritu interior, hasta ser felices, armoniosas y estar llenas de paz. Libres de toda tensión. 

Con el tiempo sabemos que si mantenemos el equilibrio recogeremos los frutos como por arte de magia, que es muy diferente al milagro espontáneo.

No tenemos miedo a luchar por nuestros sueños. Preferimos cultivar la paciencia que tener una vida de terror por estar en manos de terceros. Nosotras elegimos nuestra vida, aceptando que gracias al caos todo cambia continuamente, mientras disfrutamos de nuestro libre albedrío hasta el destino. Y no esperamos un milagro como resultado final, porque el verdadero camino nunca tiene fin, porque cuando tomamos las riendas de nuestra vida y despertamos, entonces vivimos en el todo o la nada, según se mire. 

Ahora sabemos que vivir en esta sociedad distópica implica aceptar una dualidad ineludible: o es positivo o negativo. Pero la verdad es que si aceptamos que las cosas no son ni blancas ni negras, aunque también duelan y no sea fácil, podemos vivir sin miedo, libremente. La libertad es fundamental para una vida feliz, que no tiene nada que ver con el buenismo, ser carne de cañón de la industria del desarrollo personal, la salud, etc. Nuestra libertad empieza por ser dueñas de nuestro tiempo, conocedoras de nosotras mismas a nivel emocional, espiritual y mental, e indomables frente a los que por sistema o negacionismo nos intentan inculcar su forma de ver el mundo. La experiencia es nuestra maestra. Aprendemos de maestros reales, tomamos acción y si nos equivocamos, nos levantamos y lo volvemos a intentar. Pero tenemos cada vez más herramientas para levantarnos ágil y hasta grácilmente.

Disfrutamos todos los días de un nuevo amanecer, de un nuevo comenzar, de una nueva oportunidad. La libertad sobre nuestra propia vida nos llena de alegrías e inevitablemente, de algunas cosas que nos gustan menos pero nos hacen aprender, conscientes de que estamos vivas.

Aprendizaje: Seamos pacientemente libres.

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