“Nunca has visto el mundo, has visto tus pensamientos en él”. Miguel Valls.
El tiempo. Puede que exista de algún modo o simplemente que sea un constructo social, lo que está en nuestras manos es el poder que le damos a nuestro concepto mental de tiempo.
Los días cíclicos los reconocemos por el cambio de luz durante 24 horas. Vigilia y sueño se suceden. Y así pasa la vida, nos deshidratamos desde el día que nacemos y cumplimos ciclos vitales, pero ¡qué desastre ser esclavos de ese tiempo de un reloj! La vida es para vivirla, no para contabilizarla, o para someternos o para pasarla rápidamente de una cosa a otra sin enterarnos. Saborear la vida hace los días infinitos. Solo las prisas de la sociedad nos pueden robar la luz que disfrutamos a diario. Por eso para nosotras es tan importante la libertad. Para vivir, simplemente, felices independientemente de las circunstancias. Comida, descanso y buenas vibras respetando los ciclos de nuestro cuerpo. Sin prisa pero sin pausa. En calma y en silencio. Disfrutando de ver la vida pasar.
Y si en algunos momentos nos vemos sometidas al reloj, lo disfrutamos de igual manera sabiendo que mañana será otro día con “el reloj parado a las siete”.
Aprendizaje: Viviendo cada rayito de luz a tope, podemos parar el tiempo humano y disfrutar de todo lo divino de la vida.
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