«La poesía es la verdad con su ropa de los domingos». Joseph Roux.
Quizás nunca te has planteado leer poesía. Para nosotras la poesía acaricia el alma de quien la escribe y de quien la lee, por eso para nosotras tiene potencial terapéutico, como en general la palabra escrita bien utilizada. Ejerce sobre nosotras cierto poder curativo, y nos aporta grandes beneficios, porque, como dice Maram al-Masri, es “un lujo del alma”.
La poesía nos ayuda a equilibrar cuerpo, mente, alma y corazón. Para nosotras leer poemas es como otra forma de meditar. Y hemos comprobado que incluso pueden influir en nuestra reacción a una experiencia o pueden alterar nuestra percepción de ella, nos ayudan a encontrar nuevos ángulos desde los que afrontar la vida. La poesía fortalece nuestro sentido de identidad a la vez que nos conecta con las experiencias de los demás, fomentando nuestra empatía.
Al fin y al cabo, como escribió Carmen Conde: “La poesía es el sentimiento que le sobra al corazón y te sale por la mano”.
Hoy hemos aprendido que la palabra poesía no debe asustar a quien tiene abierto el corazón.
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