¡ALIMENTO COMO MEDICINA!

«El médico del futuro no dará medicamentos, pero interesará a sus pacientes en el cuidado del marco humano, en la dieta y en las causas y prevención de la enfermedad». Thomas Edison.

Ya sabéis que una de nuestras pasiones es alimentarnos de una forma saludable, siempre bajo la supervisión de nuestra nutricionista, y controlando mediante analíticas y revisiones nuestro estado de salud.

Gracias a una alimentación consciente y años de ensayo-error hemos logrado tener cierta estabilidad y aprovechar al máximo las propiedades de los alimentos que ingerimos cada miembro de la familia.

Aunque siempre comemos en familia, cada uno tenemos nuestras necesidades, así que, aunque la comida en su mayoría sea común, cada uno le da su toque: a Any por ejemplo le gusta ponerle curry, papi necesita un poco más de sal y yo no puedo sobrevivir sin crudo.

Eso sí, toda nuestra alimentación es orgánica y la cocina tradicional, como la que hacían nuestras abuelas, aunque hoy lo adquirimos todo en comercios y de alguna forma, con la globalización de los alimentos, tomamos cosas que nuestra abuela no consumía, pero algunos nos vienen muy bien, como la cúrcuma, el jengibre o las algas.

Nuestro consumo alimenticio, refleja también nuestros valores, y para nosotras es importante que los alimentos sean:

1- De temporada y de proximidad. Comprando orgánico es fácil cumplir con este criterio, porque los comercios especializados en estos productos suelen recibir semanalmente la mercancía directamente del agricultor, y gracias a la ética de las personas que están detrás de este tipo de negocios (en las pequeñas tiendas casi siempre te encuentras con activistas ecológicos) es fácil encontrar productos de temporada y proximidad.

2- Compramos poco y a menudo. Para evitar tirar comida. Nosotras hacemos un pedido semanal . Parece complicado pero no lo es, tras varias semanas te acostumbras a calcular las cantidades adecuadas. Al principio parecía imposible, pero ahora es tan fácil como cualquier otro hábito.

3- Planificamos el menú semanal. Por supuesto para poder hacer una compra semanal correcta, tenemos que saber qué vamos a comer esa semana. No hay problema. El sábado o el domingo entramos en la tienda online, y según existencias y teniendo en cuenta lo que hay en casa, hacemos un menú y compramos lo necesario. La base son los productos frescos, y a partir de ahí la disponibilidad de envasados, como las legumbres, es total, así que es muy fácil.

4- Compramos en cooperativas, almacenes o directamente al agricultor. En Madrid compramos en Besana, una cooperativa con tienda y donde cultivan sus propias verduras, en Arganda del Rey, gestionado por personas maravillosas y con una calidad extraordinaria. En Asturias somos miembros de una Cooperativa Ecológica al lado de casa. Y en Murcia por ejemplo Sebas nos trae a casa todas las semanas las verduras directamente de su huerta. Más cómodo imposible.

5- Cocinamos nosotras mismas. He de reconocer que papi es más cocinitas que nosotras, ¡a nosotras lo que nos gusta es comer! Pero crucinamos mucho por motivos meteorológicos, hace mucho calor, aunque la base de nuestra alimentación son las legumbres combinadas con cereal o la proteína animal con verduritas, así que seguimos la teoría de que no nos robe más de media hora la preparación de los alimentos, que esté rico y sea sano.

6- Practicamos la cocina de aprovechamiento. ¡No tiramos comida! Supongo que como todos. Así que siempre aprovechamos los restos, los productos de la huerta del abuelo (los deshidratamos o congelamos para todo el año), los restos de las verduras de la semana (para un pisto, una sopa, purés, etc.) Todo controlado para evitar desperdicios.

7- Sí puedes cultiva tu propio huerto. Nosotros no disponemos de tiempo ni de tierra para esta labor, pero el abuelo sí que se ha cambiado hace años a la agricultura ecológica por nosotras, y tiene los mejores puerros, kale, guisantes, judías… ¡del Mundo Mundial!! ¡Y los frutales!! Es una pasada poder coger un limón por las mañanas directamente del árbol desde la ventana.

8- Comer más proteína de origen vegetal y carne de alta calidad ecológica. Nosotras seguimos buscando el equilibrio para no pasarnos ni quedarnos cortas. Esto nos lo dice muy bien nuestra ropa. Cuando comemos poca proteína, adelgazamos rápido, y cuando necesitamos engordar, aumentamos la proteína y listo. Así que si cambian las circunstancias y nos tenemos que amoldar a una comida menos controlada en unas vacaciones, viajes, o en algún rompedor de rutina, más o menos ya sabemos controlar el peso y seguir saludables.

9- Comer pescado pequeño azul y huevos al menos una vez por semana. Huevos ecológicos de gallinas felices en libertad y pescado fresco: caballa, sardinas, anchoas, bonito pequeño…lo compramos salvaje, no nos gusta el alimentado con pienso, aunque sea ecológico.

10- Evitar la compra de procesados. Que sea ecológico y que no esté procesado es la base para nosotras. Siempre hay excepciones, y un día es un día, pero en casa, a diario es imprescindible evitar procesados. Sustituimos los tarros de salsas por un buen guacamole o una salsa de tomate casera. El pan hecho en casa y las leches vegetales también.

Nosotras nos dimos cuenta que ahorrábamos un montón en productos elaborados, refrescos, todo con mucha azúcar y glutamato monosódico para intensificar el sabor y que ese dinero lo podíamos invertir en calidad.

Reflexionemos: ¿Cuánto de nuestro carro de la compra está envuelto en plástico? ¿Cuánto es comida real (frutas, verduras, proteína, legumbres…) y cuanto procesado?¿Realmente es “comida” lo que estamos ingiriendo?

Hagámonos conscientes de nuestros actos. 

Aprendizaje: Compremos limpio, comamos y estaremos limpios.

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