Seamos auténticos por Any Pascual

Voy a ser honesta en esto que voy a decir: Vivimos en una sociedad que, en su mayoría y en muy diversos aspectos, está enferma. Es tóxica para la gente que, como yo, queremos aportar cosas que están fuera del statu quo del establishment (es decir, literalmente, «‘el estado en que’ [statu quo] está el ‘conjunto de personas, instituciones y entidades, que procuran mantener y controlar el orden establecido’ [establishment]»).

Es, también, una sociedad que valora más a la gente que es capaz de ponerse una máscara para conseguir lo que quieren (ocultando lo que les apasiona sinceramente y quienes son en verdad). La sociedad, si estas personas interpretan eficazmente papeles que a ella (la sociedad) le beneficie de acuerdo a los intereses del establishment, las premia con «éxito»: más dinero, un coche más grande, invitaciones a reuniones sociales en las que hay más personas que tienen ese mismo tipo de «éxito», reconocimiento por parte del mismo establishment… 

A cambio, esas «personas enmascaradas» no pueden soltarse nunca del agarre de las apariencias, viviendo con miedo de ser «descubiertas». En otras palabras, que las otras personas sepan que no son quienes aparentan ser (y que, al descubrirlo, les quiten ese falso éxito que habían conseguido, ese respeto ficticio, ese estatus…). La sociedad les ha «lavado el cerebro» (resáltense las comillas) para hacerles creer que las posesiones materiales, y el éxito profesional, son lo más importante. Para que crean que tienen que ser camaleones, cambiando cómo se comportan (y hasta quiénes son) dependiendo de la persona que tienen delante. Para que quieran volcarse en su actividad profesional (dejando de lado absolutamente todo lo que no ayude a tener mejor rendimiento). Para que tengan un miedo al fracaso que les aterrorice en las muy numerosas noches de insomnio. Para que intenten evitar cualquier referencia a su vida personal siempre que están trabajando (lo cual hacen todas las horas que pueden, pues la sociedad les ha dicho que esa es la manera de sentirse bien consigo mismos y con los demás). Para que busquen desesperadamente fuera la admiración y el respeto que no han aprendido (ni tenido la oportunidad, ni podido) a darse a sí mismos. Para conseguir cuidar más la apariencia física que la salud (incluso llegando a que esta última no les importe)…

A todas estas personas, yo les quiero enviar un mensaje desde aquí: Sed auténticos. No penséis tanto en vuestro omnipresente «qué pensarán los demás de mí«. Despertad vuestros talentos. ¿Qué os apasiona hacer? Descubridlo y ¡hacedlo!, aunque sea en vuestro tiempo libre. Vosotros tenéis mucho coraje interior ¡exteriorizadlo!

Sois muy valiosos, podéis hacer mucho bien a este mundo. Podéis motivar, estimular…

Solo tenéis que tener confianza en quienes sois, y ser fieles a lo que realmente sentís y pensáis. No es difícil, preguntaos (y pensad): ¿Qué haría si tuviera garantizada la aceptación y admiración de los demás, el éxito y todas las posesiones materiales que necesite para hacerlo? ¿En qué soy bueno, se me da bien? ¿Qué me apasiona de verdad? ¿Tan malo es estar sin hacer nada, relajándome, solamente conmigo mismo/a? ¿Cómo me hace sentir hacer lo que sea por conseguir el éxito y el reconocimiento de los demás? ¿Cuáles son mis verdaderos valores? ¿Tengo mucha confianza en mí y en mis capacidades? ¿Descanso todo lo que mi cuerpo necesita? ¿Puedo sentir lo que siento, en todo momento, situación y lugar? ¿Pongo el corazón en todo lo que hago? ¿Me siento bien trabajando como parte de un equipo, confiando y delegando en personas en las que confío? ¿Cuáles son mis debilidades? ¿Conozco a personas que me ayuden a darme cuenta de ellas, y a superarlas? ¿Me siento frustrado/a, y si es así, qué hace que me sienta de esa manera? ¿Mi opinión sobre mí es lo más importante, o, por el contrario, lo que piensan los demás es lo que me importa y a lo que me amoldo? ¿Me relaciono con los demás desde las apariencias o desde la transparencia, mostrándome tal y como soy?…

La autenticidad es una virtud que escasea en los tiempos y en los lugares en los que vivimos.

Aunque no seamos unos «enmascarados» (que dan todo lo que son en su interior por ese falso «éxito» que les parece que da la sociedad), podemos practicar la autenticidad todos los días, a todas horas. Desde la decisión de si queremos bolsa de plástico en un supermercado, a la ropa que compramos (que debería de ser con la que nosotros nos sintamos a gusto, y la que no nos deje cargos de conciencia por tenerla), la casa donde decidamos vivir, etc. Hasta algo tan trascendental como de qué manera quieres que se trate a tu cuerpo después de morir (si quieres donar los órganos o no, si quieres que sea incinerado o enterrado…) podemos tomárnoslo con autenticidad, pensándolo el tiempo necesario y decidiendo nosotros, siempre nosotros, al final (teniendo la humildad de aceptar consejos y tenerlos en cuenta, pero también el auto-conocimiento de saber qué queremos realmente y la valentía de llevarlo a cabo).

Si somos auténticos, vivimos mejor porque tenemos la certeza de que todo lo que hacemos, decimos, sentimos y pensamos viene de quienes somos realmente, de lo que algunos denominan alma pero yo prefiero llamar Esencia.

Así pues ¡seamos todos auténticos! El universo, nuestro planeta y las otras casi 7.621.999 se beneficiarán de ello.

Y tú también, por supuesto.

 

Publicado Originalmente en https://steemit.com/spanish/@anypascual/seamos-autenticos

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