por Any Pascual.
“Si estás en un lugar hermoso donde puedes disfrutar del amanecer y el atardecer, entonces estás viviendo como un señor”. Nathan Phillips.
Se dice que en los momentos de transición, en los cambios, es donde se encuentra la magia.
También dicen que el momento más oscuro de la noche es justo antes de que salga el sol.
Lo mucho que podemos aprender de la Naturaleza, de la Madre Tierra, de la Vida, continúa maravillándome.
Todo tiene un motivo, un propósito, tanto para la evolución del planeta en su conjunto como para el desarrollo de nuestra consciencia individual. Incluidos los amaneceres.
Es muy conocido el simbolismo, el renacimiento de la vida, la luz después de la noche oscura, el comienzo, la brillantez del alma… Básicamente los amaneceres nos hablan de esa primera chispa de vida, llena de luz y color, que contiene el potencial de un nuevo día, una nueva oportunidad.
Los atardeceres, por otro lado, se tratan de asimilar, incorporar, integrar, aplicar, comprender, compartir y transmutar a través del transmitir. Son como las plantas que, ya sin impulso, pasan gracílmente a ser parte del suelo, del bagaje del alma, de esa nueva semilla que emergerá renovada en el siguiente amanecer.
Una de las cosas que me maravillan de la Vida es que todo lo que el Universo hace tiene más de un significado. Depende de ti, de tu nivel de consciencia, y de quién eres… Porque el Amor se manifiesta de forma única para cada persona, para que todos nos demos cuenta de nuestros dones propios y aportemos al mundo lo que solo nosotros podemos dar.
Por eso, siempre que podáis, os animo a mirar con atención estos magníficos portales que son los amaneceres (y sus complementarios atardeceres) y descubrir a dónde os llevan. Quizá incluso os encontréis a vosotros mismos en el camino…
Aprendizaje: Los amaneceres, como todo en esta Vida, nos muestran al Universo que es en nosotros mismos.
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