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“El amor es el regocijo por la mera existencia de la persona amada”. Joseph Zinker.

Y es que, tal día como hoy, hace 100 años nacía Natividad en un pequeño pueblecito del norte de España. Una de las mujeres que más han marcado mi vida: «Güelita», la Bisabuela, o la «Visa» (como a nosotras nos gusta llamarla por su generosidad).

¡Felicidades! ¡100 años no se cumplen todos los días!

Así que aunque no podamos estar juntas, sabes que lo vamos a celebrar en cualquier otro momento. Lo importante es que sabemos disfrutar juntas, sea en la fecha que sea.

Me encanta llegar y apapacharte. Me encanta comerte a besos y meterme contigo en tu cama para hablar de la Familia. Me encanta la ilusión con la que me miras. Y me encanta esa misma historia de los ancestros que me cuentas una y otra vez. Me encanta tu eterna piel rugosa, pero fina, tu chaqueta de punto y tus manos «separadoras» pidiendo espacio de tantos arrumacos que te doy y a los que nunca tuviste acceso por distintos motivos.

Gracias por todo lo que me has dado a lo largo de mi vida: un rincón a tu lado para hablar y escuchar, una silla en la cocina mientras me hacías arroz con leche, un corazón donde refugiarme y tantas cosas más. Eres para mí el mejor ejemplo de que “SÍ SE PUEDE” independientemente de las circunstancias y un ejemplo de lo que es perdonar, dar, cuidar y tirar hacia delante.

Aunque hoy no pueda estar contigo y nos separen cientos de kilómetros, siempre te siento a mi lado, porque te tengo presente a diario, como el regalo que eres, en mi corazón y en mucho de lo que soy. Gracias por ser mi abuelita. Eres la mejor.

Espero poder ir a verte un día de estos aunque quizás no me reconozcas, la edad no perdona a ninguna de las dos. Pero enseguida noto cuando me reconoces con el corazón, cuando salta esa chispa de ilusión y alegría de quienes se aman y algo se mueve por dentro. La locura de amor de una nieta por su querida «güelita» es mágica y tiene memoria en el corazón, más allá del reconocimiento de la mente. Tú me “malcriaste” hasta jovencita con tus tortillas francesas con azúcar, tu regazo consolador de una niña perdida y tu paga de los domingos que mantenía no solo mis caprichos sino los de todos mis amigos.

Eres la mejor abuela que una nieta pueda tener porque me has enseñado lo que me ha acompañado toda la vida: el amor incondicional, el cuidado, la compasión, la humildad, el arrojo, etc., y que los sueños se hacen realidad, solo hay que ser buena persona, compartir y dar y las cosas vuelven a uno sin más.

Aunque estuviéramos juntas en este momento probablemente no me reconocerías, pero me basta con saber que estás saludable, feliz y cuidada. Papá te llevará una gran tarta y ya me imagino a todo el personal de la Residencia armando la gran fiesta, como siempre que tienen la oportunidad, cantando y bailando y tú mandándoles parar de tanto jaleo. Estoy viendo la imagen en mis pensamientos, porque te conozco, te acepto y te quiero.

¡La mujer más longeva del lugar! Gracias a todos por cuidarte, quererte y abrazarte por mí a diario durante estos años.

Tener una abuela como tú, y que estés aquí con nosotros con 100 años, y poder haber disfrutado de ti tanto en mi vida, ¡y lo que me queda!, sí que es que me toque el premio gordo.

Te amo, te valoro, te respeto y sé que hoy tendrás un día maravilloso, y eso es lo que importaTe envío unas plantitas, porque ellas siempre se han sentido muy cuidadas por ti, igual que yo

¡Felices 100 años, abuela! Amor Infinito.

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