“No reír, no llorar, no odiar, sino comprender” Spinoza.
La realidad es subjetiva, aunque a veces creemos que nuestra forma de ver el Mundo es la única correcta y verdadera, por eso nos hace falta cultivar más la humildad y controlar más las reacciones.
No sobre-reaccionemos. Demos tiempo a nuestro lado consciente a intervenir antes de reaccionar de forma inapropiada.
Ante agresiones o ante halagos, neutras. Agradecemos lo positivo que nos viene y aprendemos de lo demás.
No es que no tengamos sentimientos o no los mostremos, todo lo contrario, nos encantan los abrazos, las risas y siempre nos permitimos llorar. Lo que no hacemos es dejar que lo que nos rodea y no está en nuestras manos, llegue a perturbar nuestro estado emocional ni para bien, ni para mal.
Independientemente de cómo sean las personas o las situaciones que tengamos delante, nosotras tenemos muy claro que todos somos iguales aunque diferentes. Por eso tampoco dogmatizamos lo que alguien esté diciendo, haciendo o lo que esté sucediendo en un momento puntual.
Neutralidad.
No perdemos el tiempo juzgando ni criticando lo que está ocurriendo, esencialmente porque no interpretamos ni etiquetamos la realidad como “buena o mala”. La humildad, no es cuestión de “ser bueno”, sino que cuanto más la cultivamos, más nos permite comprender que las cosas siempre tienen varias caras. Miramos y aprendemos.
Por eso tenemos muy claro que es sobre nuestra felicidad sobre la que se asienta nuestra ética. De ahí que más allá de lo políticamente correcto, lo importante para nosotras es ser felices. Ser felices a pesar de las circunstancias, sin hacer daño a los demás, por supuesto, pero bajo nuestra ética basada en el respeto a toda vida. Libres, felices y neutras.