CON PACIENCIA.

“Perder la paciencia es perder la batalla”. Mahatma Ghandi.

La paciencia está entre las grandes virtudes universales. Perder la paciencia es dejarse llevar por las emociones en su versión más reactiva, no escuchar, y cortar las posibilidades de logro; incluso podemos llegar a perder el control, sentirnos derrotados y claudicar. Aún cuando las situaciones, los intercambios, las interacciones, puedan ser difíciles, irritantes, o parecer imposibles, intentemos no perder la calma y no enfadarnos ya que si es así no solo no resolverá nada, sino que  seguramente empeorará las cosas. Seamos conscientes y no nos dejemos alterar para poder gestionar bien las emociones, comunicarnos congruentemente y ser fieles a nosotros mismos. Disfrutar de cada instante sólo es posible con unas dosis de paciencia. 

Nosotras simplemente elegimos disfrutar del presente con paciencia. Esto nos permite ver con claridad el origen de los problemas y la mejor manera de solucionarlos. El objetivo es vivir equilibradamente, y no a tirones energéticos o emocionales. Por eso nosotras practicamos la paciencia a través acciones que nos hacen disfrutar, y después llevamos esa sensación a toda nuestra vida. Por ejemplo practicamos mientras colocamos el armario, o hacemos un par de horas de ABR, o limpiamos el coche o nos sentamos a leer un buen libro. Sin prisas. Disfrutando de ello. Y después esa energía la llevamos las acciones que nos resultan más tensas. 

Aprendizaje: Todo está a nuestro alcance, solo depende de nuestra paciencia alcanzarlo.

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#pacientes

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PACIENCIA

 “La paciencia es el arte de la esperanza”. Luc de Clapiers.

Cuando los aprendices de música practican seis horas su instrumento y aseguran que no es suficiente para llegar a cierta maestría, no es que sean torpes, todo lo contrario. Crecer, evolucionar, avanzar… es el resultado de una acción lenta y constante, la mayoría de las veces, sin muchos resultados apreciables a corto plazo. 

Por eso para nosotras es tan importante cultivar la paciencia, porque sabemos que es la base para triunfar en cualquier área de la vida. 

También hemos aprendido, con los años, que con un tiempo corto de máximo esfuerzo generalmente no se obtienen resultados que mejoren nuestra calidad de vida global. Así que nosotras, cuando queremos tener grandes logros, sabemos que tenemos que dedicarle tiempo, energía, y poner el foco en eso que queremos lograr. En unas semanas, por mucho que lo deseemos, no vamos a arreglar cosas importantes, ni lo que otras personas han tardado diez años en conseguir. 

En la actualidad se dan muchos placebos y analgésicos buscando atajos, milagros o soluciones fáciles. Todo se vende bajo la premisa de que es fácil conseguir resultados sin sacrificios. Pero el camino correcto, orgánico y natural no tiene atajos y requiere de una actividad continua y constante. Los grandes resultados se consiguen lentamente, tomando acción, con ilusión y disfrutando de la verdadera recompensa: el camino.

Por eso nosotras buscamos una educación integral, no sólo de la mente o el intelecto, sino también del cuerpo y el espíritu interior, hasta ser felices, armoniosas y estar llenas de paz. Libres de toda tensión. 

Con el tiempo sabemos que si mantenemos el equilibrio recogeremos los frutos como por arte de magia, que es muy diferente al milagro espontáneo.

No tenemos miedo a luchar por nuestros sueños. Preferimos cultivar la paciencia que tener una vida de terror por estar en manos de terceros. Nosotras elegimos nuestra vida, aceptando que gracias al caos todo cambia continuamente, mientras disfrutamos de nuestro libre albedrío hasta el destino. Y no esperamos un milagro como resultado final, porque el verdadero camino nunca tiene fin, porque cuando tomamos las riendas de nuestra vida y despertamos, entonces vivimos en el todo o la nada, según se mire. 

Ahora sabemos que vivir en esta sociedad distópica implica aceptar una dualidad ineludible: o es positivo o negativo. Pero la verdad es que si aceptamos que las cosas no son ni blancas ni negras, aunque también duelan y no sea fácil, podemos vivir sin miedo, libremente. La libertad es fundamental para una vida feliz, que no tiene nada que ver con el buenismo, ser carne de cañón de la industria del desarrollo personal, la salud, etc. Nuestra libertad empieza por ser dueñas de nuestro tiempo, conocedoras de nosotras mismas a nivel emocional, espiritual y mental, e indomables frente a los que por sistema o negacionismo nos intentan inculcar su forma de ver el mundo. La experiencia es nuestra maestra. Aprendemos de maestros reales, tomamos acción y si nos equivocamos, nos levantamos y lo volvemos a intentar. Pero tenemos cada vez más herramientas para levantarnos ágil y hasta grácilmente.

Disfrutamos todos los días de un nuevo amanecer, de un nuevo comenzar, de una nueva oportunidad. La libertad sobre nuestra propia vida nos llena de alegrías e inevitablemente, de algunas cosas que nos gustan menos pero nos hacen aprender, conscientes de que estamos vivas.

Aprendizaje: Seamos pacientemente libres.

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SER PACIENTES

“Perder la paciencia es perder la batalla”. Mahatma Ghandi.

La paciencia está entre las grandes virtudes universales.

Perder la paciencia es dejarse llevar por las emociones en su versión más reactiva, no escuchar, y cortar las posibilidades de logro. Perder el control, sentirse derrotado y claudicar.

Aún cuando las situaciones, los intercambios, las interacciones, puedan ser difíciles, irritantes, o parecer imposibles, perder la calma y enfadarse no solo no resolverá nada, sino que seguramente empeorará las cosas.

Seamos conscientes y no nos dejemos alterar para poder gestionar bien las emociones, comunicarnos congruentemente y ser fieles a nosotros mismos.

No confundamos ser paciente con rendirse, mostrarse excesivamente vulnerable o perder el protagonismo.

Simplemente disfrutemos del presente, sin prisas. Disfrutar de cada instante sólo es posible con unas dosis de paciencia. 

La paciencia nos permite ver con claridad el origen de los problemas y la mejor manera de solucionarlos. La podemos desarrollar y trabajar para así aprender a vivir sin prisas. 

Se trata de vivir equilibradamente, y no a tirones energéticos o emocionales.

Practiquemos la paciencia a través acciones que nos hagan disfrutar, y llevemos esa sensación a toda nuestra vida, por ejemplo colocando el armario, o limpiando el coche o sentándonos una tarde a leer un buen libro. Sin prisas. Disfrutemos de ello. Y después llevémoslo a todas las acciones diarias. 

El día tiene 24 horas para todos, la gestión de nuestras prioridades nos ayudará a cultivar la paciencia. Hacer mucho no es lo mismo que hacerlo bien.

Todo está a nuestro alcance, solo depende de nuestra paciencia alcanzarlo.

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