HACER CRECER LA SEMILLA

“Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado”. Proverbio africano.

Si trabajamos en ello, a través de varias técnicas, podemos llegar a sentir una gran paz interior.

Pero normalmente las personas vamos por la vida tapando agujeros por nuestra insatisfacción vital.

Llegar a experimentar la paz interior es una tarea íntima diaria. Muchos rezamos o meditamos o escuchamos música o hacemos yoga o deporte…Cada cual busca su forma de conectar con la tranquilidad, el amor y la felicidad que vive dentro de nosotros.

Pero lo más complicado no es llegar a esa calma interior en un momento concreto con una técnica concreta, lo difícil es extrapolar esa plenitud a la vida diaria. Expandirla, vivirla y no limitarla a ciertos momentos.

Unirse es uno de los truco para crecer y sacar esa paz al exterior. De ahí la importancia de la pertenencia al grupo.

Busquemos la paz; el sosiego, la quietud interior están en nuestro interior y podemos acercarnos a ellas, pero si no sabemos cómo sacarlas al exterior, apoyémonos en los demás. Nunca estamos solos. Hay grandes Maestros que han pasado por lo mismo que nosotros los cuales, de forma generosa, han compartido sus experiencias y recursos para que todos nos beneficiemos de su maestría.

Todos tenemos una esencia maravillosa, todos somos Maestros, aunque a veces la vida, con sus circunstancias, nos hace alejarnos de la quietud interna. Abrazar, contemplar un amanecer, meditar, escuchar música nos ayuda a acercarnos a la paz.

Pero llevarlo al exterior no es tan fácil.

Cuando dejamos de meditar, rezar… lo que sea que utilicemos de herramienta para estar en paz, si no sabemos gestionarla y continuar en ese estado, volvemos a la profunda insatisfacción, al sufrimiento, el exceso de responsabilidad, etc., de la vida exterior.

Pensemos. Si sabemos que existe la paz interior, porque la hemos experimentado con estas herramientas, tenemos que hacerla crecer, no solamente dentro de nosotras mismas, sino cuando vivimos, en el exterior. No todos podemos ser yoguis. Tenemos una vida, unas relaciones, unas actividades donde no podemos permanecer ajenos y encerrados en la comodidad de nuestro silencio, en el interior. Hay que vivir con todo el entorno, afrontar lo que nos rodea.

Sufrimos porque, entre otras cosas, los humanos somos los únicos seres vivos que vivimos conscientes de nuestra muerte, y los únicos que pensamos de una forma incontrolada, y que convivimos con el ego, etc. Sufrimos porque está en la naturaleza social del ser humano y aún no hemos cambiado en conjunto para que nuestra realidad colectiva sea la paz y la falta de miedo.

Observemos la Naturaleza. Ella es la gran Maestra.

Para poder ampliar nuestro estado positivo, primero tenemos que hacer el viaje hacia dentro, personalmente, para auto-conocernos, y después hacia fuera. Una vez estemos bien con nosotros mismos, en nuestros pequeños momentos de paz, debemos sacarlo a nuestra vida en común, a nuestra convivencia, no desde el ego de quien da lecciones a los demás, sino desde la generosidad de compartir nuestros miedos, nuestras intimidades, nuestras experiencias… para que los demás sepan que no están solos, que todos somos uno y pasamos por lo mismo.

Desde la paz interior, compartamos y saquemos al exterior nuestra alma. Dejemos ese legado.

Todos tenemos experiencias individuales que pueden hacer reflexionar a los demás, forma parte de nuestro crecimiento compartir los errores al igual que las alegrías, para que podamos ayudarnos todos mutuamente en el viaje.

Estemos solos por decisión propia. Pero no es fácil llegar al autocontrol por uno mismo y a tener una vida interior plena en esta sociedad occidental. Así que en el camino, que es nuestro gran objetivo, caminar, ayudémonos entre todos.

Primero perteneceremos a un desordenado grupo de individuos y observaremos en silencio. Después a una unidad organizada pequeña y aplaudiremos a los demás. Luego a un grupo grande donde ya nos sentimos cómodos para intervenir. Y en cada momento aprenderemos y enseñaremos cosas nuevas. Y si somos capaces de hacerlo por nosotros mismos, todos nos ayudarán a caminar desde un primer momento, cuando amamos y nos aman en respuesta.

De acuerdo con nuestra realidad, perteneceremos a uno, a otro o a muchos grupos; pero la mejor ayuda es darnos cuenta de que ayudar es pertenecer, desde la generosidad, para después dejar de pertenecer y seguir nuestro camino.

Ese es el gran secreto: la pertenencia. A partir de ahí, seremos capaces de caminar por nosotros mismos, convirtiéndonos en nuestros propios maestros, nuestros propios aprendices, nuestros propios terapeutas, nuestros propios… siempre desde nuestra paz interior y nuestro puro amor.

Hagámonos responsables de pedir la ayuda que necesitamos.

Nosotras siempre pedimos ayuda, no a cualquiera, sino al que realmente da desde el corazón, porque es nuestro maestro, no por la dádiva, sino porque nos está enseñando a dar sin pedir nada a cambio, solo por el placer de dar sabiendo que el otro está preparado para recibir, sabiendo que está dando a quien va a compartir, sabiendo que todos somos uno. Necesitamos muchas cosas, y a veces las cosas materiales son las que menos necesitamos. Pensemos en todo lo que nos han dado nuestros grandes Maestros: nuestros hijos, nuestros padres, nuestras parejas…

Creemos sinergias y descubramos juntos nuestro dharma común.

Gracias a todas las Mamás Especiales y a todos los que de alguna manera nos ayudan en el camino. Abrazo de OSO AMOROSO EN GRUPO💗💗💗

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PERTENENCIA

Sentirse diferente, alguien que no “encaja” en un entorno concreto, es relativamente común en esta sociedad.

Yo por mi parte, lo he sentido.

Cuando sientes o crees sentir algo que los demás no sienten y cuando entiendes o crees entender cosas que los demás no entienden, incluso aunque tu entorno no te tache de rarito u otros apelativos, se producen situaciones difíciles al relacionarte.

Nos pasa, por ejemplo, a todo el colectivo PAS, personas altamente sensibles, que captamos con mayor intensidad estímulos como la luz o los sonidos.

Por ello, para no aislarnos de la sociedad completamente, aunque en nuestra mente ya estemos aislados, es importante trabajar la sensación de pertenencia.

Se puede empezar por la pertenencia a un grupo, pero eso es solo un paso en el camino y si nos mantenemos ahí nos estancaremos y siempre nos faltará algo, por muy grande que sea el grupo.

La verdadera pertenencia no es a un país, a una empresa, a un partido político o lo que queráis, la verdadera pertenencia es la pertenencia al Universo.

Sentir la verdadera pertenencia, como yo lo experimento, es sentirse como una ola en el mar que fluye, que no es el mar por completo, pero que lleva la esencia de lo que es el mar dentro de ella.

Si te sientes como una ola del mar, como una hoja del bosque, o como lo sintáis vosotros, al pertenecer a algo mayor, no tienes miedo, no sientes vacío y no te hace falta buscar nada fuera.

Cuando te sientes así eres uno con TODO.

Y entiendes que todos los demás, también son uno con TODO en lo más profundo de su ser.

Entonces ya no te sientes diferente, sino que sientes a todos los demás seres humanos como iguales, hermanos, otra ola del mismo mar u otra hoja del mismo bosque.

Tal vez no puedas mantenerte en este estado toda al vida, ni siquiera un día, tal vez no más de un minuto, pero tu vida ya no vuelve a ser la misma, porque sabes que, en algún lugar, muy dentro de ti, no necesitas nada más del mundo exterior, porque eres uno con lo más grande que hay.

Eres uno con la VIDA.

Any Pascual.

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