“Delicadeza, para, en vez de exigir atención e imponer nuestros criterios, escuchar de corazón lo que construye el diálogo, el enriquecimiento mutuo y los puntos de encuentros”. Emilio Carrillo.
Todos los seres humanos podemos elegir vivir en continuo, pleno e infinito amor. Amor propio y amor al prójimo, amor por los seres vivos y las cosas. Un amor equilibrado, de ahí su tensegridad, que es lo que lo sustenta en el tiempo. Y es esa energía y su continua expansión, la que nos puede permitir hablar de vivir en felicidad, en amor pleno. Felicidad por compartir, cooperar, por ejercer la solidaridad, al abrazar, al besarnos… Mantener saludablemente estable esa tensegridad amorosa no romántica es lo que nos conduce hacia la unificación, y eso nos produce felicidad.
Nosotras sabemos que este es el camino, aunque, a veces, yo me caliente y me empeñe en aprender a brillar ante la adversidad solo por presión y así pasar otra vez de carbón, ante la vivencia de algunos temas no superados, a diamante, para simplemente volver a amar. Any es siempre mi Maestra. Ella nació del amor, y esa fuente incondicional de energía vital tensional expansiva que la hace brillar nunca se ha apagado o disminuido. Ella es la que me enseña a vivir desde ese ejemplo de amor infinito que nos tenemos mutuamente, y por libre albedrío (aunque yo caiga por mis influencias culturales pasadas) me muestra su ejemplo para volver a aprender a vivir todas las experiencias desde la tensegridad equilibrada del amor pleno. Feliz de que estés siempre a mi lado. Te amo.
Aprendizaje: Utilicemos nuestra tensegridad amorosa mutua para brillar y ayudar a los demás.
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