UNA DE CUENTOS (XIV)

«Cuenta una historia que un joven discípulo vivía atormentado por no entender por qué la mayoría de personas se conformaba a padecer una vida de escasez y mediocridad. Al ver que aquella inquietud no se disipaba, su anciano y sabio maestro finalmente decidió ayudarle. Le pidió que le acompañara a visitar a una familia de amigos suyos que vivía en el campo. “Tengo que entregarles una caja muy importante. Además, te sentará muy bien salir de la ciudad y respirar aire fresco”, concluyó.

Tras varias horas de viaje, el joven comprobó con asombro que habían llegado a uno de los lugares más pobres y desolados de aquella provincia. De hecho, la familia de amigos de su maestro vivía en una casucha que estaba tan hecha polvo que parecía a punto de derrumbarse. En el terreno de alrededor se acumulaban todo tipo de escombros y de basura, los cuales emanaban un olor fétido y nauseabundo. Y no sólo eso: el techo tenía agujeros por donde se filtraba el agua, generando numerosas goteras.

Lo que más impactó al joven discípulo fue que en aquella inhóspita barraca de apenas 10 metros cuadrados vivían ocho personas: el padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos. Todos ellos vestían con ropa vieja y sucia. Y transmitían un halo de profunda resignación y tristeza. Realmente malvivían en un estado de profunda miseria. Lo único que esta familia poseía era una vaca famélica, la cual les proveía semanalmente de leche con muy poco valor nutricional. Este animal era lo único que les separaba de la quiebra total.

El anciano y el joven acamparon junto a la casucha y pasaron ahí la noche como pudieron. A la mañana siguiente, se levantaron muy temprano y sin despertar a ningún miembro de aquella familia, el sabio dejó la caja bajo unos matorrales plagados de desperdicios antes de emprender el viaje de vuelta. Y justo cuando estaban pasando por delante de la vaca, el maestro sacó una daga y degolló al pobre animal ante la incrédula mirada de su discípulo. “Pero, ¿qué has hecho? ¿Por qué le has arrebatado a esta familia su única posesión?”, le preguntó escandalizado.

Haciendo caso omiso a los interrogantes del joven, el anciano se dispuso a continuar la marcha. El asesinato de la vaca conmovió profundamente al joven. Estuvo varias semanas sin pegar ojo por las noches. La preocupación y la angustia le carcomían, impidiéndole conciliar el sueño. Por mucho que fueran pasando los meses, no podía dejar de pensar en que su maestro había condenado a aquella familia a morir de hambre. Y a pesar de insistirle a su maestro por qué lo había hecho, éste se negaba a responderle.

Un año más tarde y viendo que aquel joven era incapaz de olvidar lo sucedido, el anciano finalmente accedió a su petición de regresar al pueblo donde vivía aquella familia. Y nada más llegar, el discípulo se temió lo peor al constatar que la casucha había desaparecido. En su lugar, ahora había una vivienda nueva, de 100 metros cuadrados, mucho más grande y confortable. El terreno de alrededor estaba muy bien cuidado. Había una zona llena de plantas y flores de diferentes colores. Y otra, en la que habían plantado diferentes vegetales, legumbres y hortalizas. El techo era de piedra, realmente hermoso.

Era obvio que la muerte de la vaca había sido un golpe demasiado duro para aquella familia, quienes seguramente habían tenido que abandonar aquel lugar. “¿Adónde habrán ido a parar? ¿Qué habrá sucedido con todos ellos?”, pensaba atormentado el joven para sus adentros. Mientras, el maestro llamó al timbre y enseguida alguien se acercó para abrirles la puerta. Se trataba de un hombre elegante y con aspecto saludable. El joven no podía creérselo: era el padre de la familia que un año atrás había conocido en condiciones de completa miseria.

Una vez dentro de la casa, el discípulo observó fascinado como aquel lugar estaba en perfecto estado, muy limpio y ordenado. Los 10 miembros seguían vivos y se les sentía rebosantes de alegría y vitalidad. Y el joven, totalmente perplejo y anonadado, les preguntó: “¿Qué ha ocurrido durante este año para que haya cambiado tanto vuestra situación de vida?”.

El hombre les explicó que justo coincidiendo con el día de su partida, algún maleante envidioso había degollado salvajemente a su vaca. Y que su primera reacción ante la muerte de aquel animal había sido la impotencia, el pánico y la desesperación. Principalmente porque la vaca había sido, durante muchos años, su única fuente de sustento.

Poco después de aquel trágico día, continuó relatando el hombre, decidieron que tenían que espabilarse para poder sobrevivir y prosperar. Fue entonces cuando decidieron limpiar el terreno que rodeaba la casucha, encontrando una caja llena de semillas debajo de unos matorrales llenos de desperdicios. Por lo visto eran de diferentes vegetales, legumbres y hortalizas. También habían semillas de distintas plantas y flores. Así que decidieron trabajar y sembrar la tierra, produciendo sus propios alimentos.

Enseguida comprobaron que aquel terreno era muy fértil. También descubrieron a él se le daba bastante bien la agricultura y que a su mujer le encantaba la jardinería. Pronto empezaron a vender el excedente de alimentos en el mercado del pueblo, así como los ramos de flores a la floristería local. Con el dinero que fueron amasando compraron más semillas, hasta que tuvieron el suficiente para montar su propio puesto de verduras y su propia floristería. De ese modo es como finalmente pudieron construir una nueva casa, comprar ropa nueva para todos y disfrutar de una nueva vida mucho más satisfactoria.

El maestro, quien había permanecido en silencio, prestando atención al fascinante relato del hombre, se acercó a su discípulo y en voz muy baja le preguntó: “¿Tú crees que si esta familia aún tuviese su vaca, estaría hoy donde ahora se encuentra? ¿Realmente crees que se hubieran espabilado si aquel animal siguiera vivo?” Y el joven, reflexivo, le contestó: “Lo más probable es que no”.

Y el anciano, mirándole fijamente a los ojos, añadió: “Aquella vaca, además de ser la única posesión de esta familia, también era la cadena que los mantenía atados a una existencia de miseria y mediocridad. Al verse despojados súbitamente de la falsa seguridad que les proveía su vaca, no les quedó más remedio que tomar la determinación de salir de su zona de comodidad y reinventarse. Lo que al principio percibieron como un gran conflicto y una gran adversidad, resultó ser su gran oportunidad para prosperar y crear una vida mucho más plena.”

¿EN QUÉ TENEMOS QUE MEJORAR?

“No somos ejemplo de nada” Estopa.

Lo malo de no ver tv es que no nos enteramos de muchas cosas. Nosotras esta situación actual no la vimos venir. No se si los que ven tv lo vieron, pero nosotras no. Seguiremos sin ver tele pero nuestra frase de “ abuela, si pasa algo importante nos llamas porque no nos enteramos” ha cobrado verdadero valor. Ha pasado algo importante y gracias a la abuela, amigas y cosas sueltas en RRSS, por lo menos nos enteramos días antes de empezar la cuarentena.

Papi en pleno curso de ABR. Y nosotras, con las maletas en el coche, anulamos el viaje. “Los cobardes son los que sobreviven “ dice Leonid Blyum. Totalmente de acuerdo, o como dice nuestro refranero “De valientes está el cementerio lleno”. Así que Curso ABR Online Especial Respiratorio como una alternativa fantástica, y cambio de fecha de la sesión presencial para Octubre. Ante problemas, buscamos las mejores soluciones.

Los últimos días, antes justo de la cuarentena, Any y yo solas en casa, sin haber hecho pedido de comida orgánica al agricultor de proximidad en 2 semanas que llevaba papá fuera, sin poder anticiparnos a nada…¡¡¡AHHHHH!! Eso sí, éramos conscientes de que con nuestro estilo de vida, no sería un gran problema: hacemos pan con masa madre en casa, germinados, chucrut, filtramos el agua, etc. Pero ¡¡¡AHHHHHH!!!!

A veces nos mencionan como “ejemplo” tras leer nuestras experiencias de vida, sin darse cuenta de que en la situación que describimos en un post concreto, les hacemos de espejo, pero nuestra vida completa no queda reflejada en unas lineas. Todas somos iguales aunque todas diferentes. Todas tenemos cosas que nos descentran y sacan la peor versión de nosotras mismas: desorden, suciedad, descontrol, imprevistos, incumplimiento de normas, etc.

Cada vez que alguien piensa que somos un “ejemplo” solo puedo pensar una cosa: “si vivieras con nosotras a diario no pensarías lo mismo ni mucho menos”. La auto-exigencia, la disciplina, el miedo… forman parte de nuestra vida, y a veces nos desbordan.

Volvamos a lo que nos ha pasado estas semanas. Yo llamando a mi marido, que se entera de menos que nosotras más cuando está trabajando. Que alquilara un coche !!!YA!!! que se iba a quedar confinado en Toledo hasta sabe Dios cuando, que anticipara su vuelta, que viniera con mascarilla y guantes, etc. En aquellos días yo solo era una hipocondriaca dando voces por teléfono y mi marido desconocedor de la realidad ¡FLIPANDO! Cuando llegó a casa, era el día antes de la cuarentena (por los pelos). El taxista del aeropuerto se asustó al verlo subir con guantes y mascarilla (¡qué tiempos aquellos en los que era raro!). Y en casa, por supuesto, 15 días encerrado en la habitación por si acaso. Fue una experiencia divertida, sobre todo porque no apareció ningún problema. Saludable pero en cuarentena, retiro zen en el cuarto (somos población de riesgo, toda precaución es poca al entender de una madre hipocondriaca).

En esos momentos, a no ser que seas un monje budista, cosa que no somos y a la que no aspiramos, reaccionar ante lo desconocido es humano. Ya no es fácil ser neutras, nos afectan las cosas según pasaban los días y como todos, cometemos errores.

Pero la diferencia es que ya no nos auto-castigamos, como hace años, sino que aprendemos de ello, nos perdonamos a nosotras mismas e intentamos no volver a repetir ese descentramiento.

Hemos estado casi un mes sin comprar comida, porque nuestra cuarentena sin salir de casa comenzó 15 días antes, con el viaje de papá. Y cuando ya regresamos a nuestras rutinas ¡¡¡AHHHH!!! Problemas para conseguir alimentos frescos ecológicos online, como siempre lo hacemos. Lo envasado, lo habíamos racionado desde el primer momento, en el que mi ayuno duró 15 días, más por nervios que por voluntad. Pero tras un mes de encierro: cero frescos, se nos estropea la lavadora y ahora el coche no arranca, tanto tiempo parado…

Pero de que sirve ponerse nerviosas, perder el centro y pensar en el lado negativo… ¡De nada!

Así que una vez que ocurren las cosas trabajamos para solucionarlas, pensamos en el aprendizaje y accionamos nuestros recursos. Y así cada experiencia, nos hace crecer. Han pasado cosas, sin mayor importancia, distintas, variadas, pero la solución es única: seguir con nuestro objetivo vital desde el amor, la paz y la felicidad.

Problemas tenemos todos, todos perdemos los nervios en algún momento, nada es idílico ni perfecto.

Pero lo importante para nosotras es que todo ese trabajo de fondo, que llevamos haciendo en tantos campos estos últimos años, ayuda a que las situaciones complicadas sean más llevaderas y el estrés dure menos tiempo.

Pero nosotras no somos “ejemplo” de nada. Somos igual de imperfectas que todo el mundo. Ni la espiritualidad, ni el dinero, ni el orden, ni la sencillez, ni el equilibrio, ni la disciplina nos alejan de los problemas, eso si, nos ayudan a llevar todo mucho mejor, así que seguimos el camino, creciendo, aprendiendo y practicando para que cuando los problemas lleguen, que nos llegan a todos, estar listas para ser unas LOCAS DIVERTIDAS en situaciones de estrés.

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COSAS QUE HABÍAMOS APRENDIDO ANTES DE ESTA CRISIS

«Nuestra creatividad es el límite del sistema» Bill Mollison, cocreador de Permacultura.

Hay muchas cosas maravillosas que aprendimos antes de esta crisis y que nos acompañarán aún después. Otras serán incorporadas y algunas con el tiempo mejoradas.

Aprendimos…

A valorar la labor del agricultor. Apoyamos directamente a los pequeños agricultores que respetan nuestros alimentos, libres de tóxicos, cultivados con amor en sus tierras y que luego comparten con todos nosotros. Que él y su familia puedan vivir al menos tan bien como yo y mi familia. Extensivo para todos los que ayudan a los demás.

A desarrollar habilidades prácticas y salutogénicas: cocina saludable respetando el producto, autocuidado de nuestro cuerpo y nuestra mente, terapia en el hogar, meditación, yoga, etc.

A formarnos y hacer nosotras mismas remedios naturales, pan con masa madre, alimentos germinados, conservados y fermentados, etc.

A valorar tener una red de amigos de confianza a la que acudir, en muchos campos diferentes de la vida: salud, finanzas, espiritualidad… y estar ahí nosotras también para todo el que nos necesite.

A simplificar nuestra vida, liberando más espacio y tiempo, sin necesitar muchas cosas materiales, creando un hogar saludable donde disfrutar de la vida.

Aprendimos a no consumir más y más y sin más. Ponemos nuestro dinero en las cosas realmente importantes. Aprendimos a diversificar nuestras fuentes de ingresos, a invertir y a compartir.

A hacer intercambios, dar y recibir tiempo con otras personas como valor afectivo, en lugar de buscar solo en la vida un valor financiero.

A valorar lo local y de carácter social. Preferimos adquirir productos naturales, aquellos que duran mucho tiempo, de calidad, de cercanía, respetando el medio ambiente y de empresas sociales o empresas económicamente solidarias.

A intercambiar experiencias, compartir resultados y trabajar para el bien común. A utilizar las redes sociales para ayudar a los demás.

A compartir conocimientos, errores y soluciones.

A valorar lo realmente importante en la vida: salud, familia, libertad, felicidad, etc.

A tener comportamientos acorde a nuestros valores: empatía, compasión, honestidad, etc.

A vivir conscientemente y empáticamente teniendo siempre en cuenta a los demás pero sin descuidarnos a nosotras mismas, buscando la felicidad propia y ajena.

A vivir el aquí y el ahora, siendo fieles a nuestros sentimientos, amándonos tanto a nosotras mismas como al prójimo, teniendo en cuenta nuestros deseos, siendo responsables, fluyendo… neutras con lo externo desde la paz interior.

A respetar nuestro Planeta.

A valorar lo diverso, distinto y hasta lo rebelde.

A agradecer…

Y…podríamos seguir horas y horas.

¿Te animas a añadir cosas a la lista?

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YA NO SOMOS TAN RARAS

“Antes todos nos veían raro por usar mascarillas pensando que algo le íbamos a contagiar pero en realidad era al revés 🙃 nosotras nos protegíamos de ellos , porque si están resfriados no se cubren con el antebrazo , escupen por donde pasan , así de inconscientes somos !! Pero sabían que lo que para ustedes es un simple resfriado para mi hija es mortal .¿ Por qué ?
Porque es una niña inmunosuprimida que NO tiene defensas. Ahora TÚ te sientes como YO cada vez que sales a las calles , con ese miedo que no te deja tranquila y te hace ver a todos lados , si tiene los ojos llorosos , si vez que esta estornudando ya te estas alejando . Ahora tomaste conciencia de lavarte las manos , de llevar alcohol Gel .
Nosotros también fuimos inconscientes pero desde que mi hija necesito un Trasplante no solo nos cambio la Vida , nos enseño un montón de cosas nuevas 😊 cómo protegerla de una sociedad que a pesar de estar enfermos no usaban tapa bocas pero míranos ahora todos usamos tapa bocas y ya Nadie nos Mira raro 🙃🙃” Maty Torres.

GRACIAS Maty por expresar también lo que muchos de nuestros hijos, familiares, amigos… pasan día a día. Ahora ya no somos los “raros” que tenemos que usar mascarilla, estos días somos uno más, unos “expertos a la fuerza”. Nos protegemos, creo que ahora nos entenderán.

Recuerdo en el Hospital. Cada vez que entramos con la mascarilla, por ejemplo a hacer la analítica anual, parece que somos aún más raros, porque la silla de ruedas ya impone de por si.

La última vez una enfermera se acercó y fue la única que se atrevió a preguntar lo que todos pensaban “¿Por qué llevas mascarilla? Esto es un Hospital”.

Ahora todo ha cambiado, por unos días parece que nos entienden, aunque nos tememos que pronto tendremos que escuchar la próxima coletilla “Ya te puedes quitar la mascarilla”, sin darse cuenta de que hay personas que no tenemos la suerte de poder quitárnosla nunca en situaciones de riesgo, como un Hospital, aglomeraciones o en épocas de resfriados.

Lo que para algunos es solo una infección, para otros es un gran problema, más cuando tienes una Enfermedad Rara para la que nunca hay presupuesto, ni solución, solo remedios a medias.

Hoy en día agradecemos haber despertado y haber aprendido a buscar soluciones salutogénicas, diferentes y tener consciencia en temas de higiene.

Nosotras usamos y usaremos mascarilla siempre que la situación lo requiera, porque llevamos 16 años de experiencia con diferentes “bichos”. Exudados naseofaríngeos, analíticas y nombres raros de virus, bacterias y hongos que para el resto de la población son inocuos pero que para nosotras llegan al pulmón y lo agotan una y otra vez. 16 años protegiéndonos de lo invisible, lavándonos las manos y duchándonos al entrar en casa, limpiando cada cosa y poniendo en cuarentena cada paquete… y lo más duro, intentando que lo entiendan profesionales sanitarios, familia y desconocidos.

Pronto os olvidaréis de todo esto, nosotras nos quedaremos aquí, con la esperanza de que por lo menos después de esto no nos tosan o estornuden encima en los ascensores, no nos miren como bichos raros sino conscientes, y que todo esto solo se recuerde como una pesadilla para la mayoría, porque nosotras oramos todos los días para que nadie más tenga que vivir a diario de esta manera.

Nosotras tenemos una vida plena, sana y feliz, aunque un poco rara para los demás. Somos más conscientes que muchos de todo lo que está pasando y nos cuidamos mucho más en estos momentos y siempre. Ya hace tiempo que hemos aprendido el valor de la vida, a buscar soluciones y sobre todo de empatía.

Si nosotras podemos, si llevamos 16 años protegiéndonos de lo que para otros es un simple resfriado, TODOS PODEMOS. Solo hace falta aplicar la mejor medicina: el sentido común.

Ya queda un día menos… para la mayoría.

#anayany
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#yomequedoencasa

NO VOLVAMOS A LA NORMALIDAD

“¿Cómo podemos haber creado un mundo de guerra, animado por intereses destructores, cuando, en realidad, lo que buscamos es paz y felicidad?” Marcos Arruda.

Cuestionemos nuestro modo de vida para poder seguir viviendo conscientes más allá de un mes o de un año.

No volvamos a la «normalidad».

Que NO nos de miedo cambiar, pensemos en nuestros descendientes.

Descubramos las inmensas posibilidades, felicidad, libertad, amor, salud, etc. que existe fuera de lo que hasta ahora parecía habitual. Así nos daremos cuenta de que a veces las crisis nos recuerdan que no tenemos toda la información, y que en el pasado por desconocimiento o negación vivíamos cegados en armonía con todos aquellos que se consideran “normales”, siguiendo a la masa, sin darnos cuenta de que la sociedad está llena de excepciones libres a favor del bien común por una vida mejor.

Rechacemos de ahora en adelante el consumismo compulsivo y sin sentido que nos hacía comprar productos o comestibles innecesarios o de mala calidad; paremos de talar árboles, destruyendo biodiversidad y destruyendo el planeta; seamos conscientes de que gran parte de la humanidad vive bajo las guerras o la explotación; rechacemos vivir con desigualdad e injusticia, abusando de otras personas y especies animales, explotándolos en granjas en condiciones de extrema insalubridad, negando el cambio climático y devastando los bosques para plantar cereales para esas granjas. Seamos conscientes de que cada día utilizamos transportes que queman combustibles fósiles y de que estamos plastificando el mar y nuestros acuífero…

Cuestionemos nuestro modo de vida pasado.

No podemos seguir considerando todo “normal”.

No podemos seguir mirando para otro lado, como lo hemos hecho hasta ahora.

No volvamos a la “normalidad”.

Pongamos por delante el bienestar de las personas y el cuidado mutuo, la Naturaleza y la salutogénesis. Vivamos para ser felices, en paz y desde el amor.

Seamos el ejemplo que queremos ver en el Mundo.

#anayany
#amorinfinito
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RESPONSABILIDAD COMÚN

«Es incorrecto e inmoral tratar de escapar de las consecuencias de los actos propios». Mahatma Gandhi.

Cualquier persona en cualquier ámbito: comercial, hospitalario, etc. debería de estar preparada para no impactar negativamente en la vida de los demás.

Si una persona no sabe lidiar con las situaciones propias de un problema de cualquier tipo no debería de ocupar un puesto de trato directo con los demás, menos en este momento.

Muchas veces estos trabajadores no dudan en defender su verdad o la de la empresa a la que representan delante de los demás de una forma negativa e incluso cruel, sin considerar las normas establecidas.

Muchas veces nos encontramos en situaciones en las que el “profesional” o trabajador no está de acuerdo en la interpretación de la norma, o pone por encima los intereses económicos, propios o simplemente su visión, sin pensar en el bien común.

Comportamientos irresponsables o egoístas, acciones difíciles de justificar, difíciles de interiorizar sobre temas de salud, por ejemplo en este momento; sentencias fulminantes creyéndose más que los demás, o desafiantes o lo peor de todo desde la ignorancia y desconocimiento por su parte sobre las excepciones en la aplicación general de las normas, etc. crean situaciones para quienes las ven difíciles de manejar a nivel emocional.

Los primeros días nos sorprendíamos, después sentimos impotencia, todavía es difícil verlo, hasta que nos damos cuenta de que a pesar de cumplir con todo lo que nos piden, esto es difícil de solucionar si algunos parecen ser inmunes a los problemas y se exceden en su relajo.

Mirémoslos con compasión y tratando de evitar esas situaciones desagradables. No somos ni jueces ni policías.

Pongámonos el traje de Espacio Libre de Discusión. Busquemos una buena comunicación, si es posible, que nos haga crecer a todos. Escuchemos y seamos escuchados.
Pero sobre todo, cuidemos la forma de relacionarnos HOY más que nunca.

Nosotras nos quedamos en casa por todos, por nuestros vecinos, por la familia y por nosotras mismas. Si podemos evitar un problema más en estas situación, tenemos claro que lo haremos.

Es una pena que tengamos que ver a diario situaciones egoístas e irresponsables.

GRACIAS a los que no solo cumplen, sino que trabajan por los demás. Gracias a Protección Civil por traernos a casa la medicación de Any, y al Ayuntamiento por estar pendientes de nuestras necesidades. Ese es el ejemplo a seguir, el resto solo nos recuerdan el ejemplo a no seguir.

#anayany
#vidafeliz
#YOMEQUEDOENCASA

UNA DE CUENTOS (XIII)

«Un día Tsin Shih le preguntó a su maestro cual era el secreto de su imperturbable serenidad, a lo que este respondió:

– Cooperar incondicionalmente con lo inevitable.

– Explíquese maestro – dijo todavía confuso su joven alumno.

– La vida nos enfrenta todo el tiempo a situaciones impredecibles, que a veces ni los más experimentados pronosticadores pueden anticipar.
En general estas son situaciones que no queremos, y ahí es donde se origina el sufrimiento y donde se perturba el alma. Es en el momento que no aceptamos lo que nos pasa cuando comenzamos a sufrir el desgaste emocional y el sufrimiento que esto conlleva. La pérdida de personas queridas, una pérdida económica o una ruptura sentimental son claros ejemplos del origen del sufrimiento.
En todas las situaciones, nuestra mente se resiste a aceptarlo, ¿qué paso? Nuestro ego perdió el control.
Aceptar los hechos que “creemos” que no podemos controlar es parte de elevar nuestra energía y aprender que la aceptación, no debe ser resignación. Aceptar es interpretar que es parte de la vida tener momentos duros que nos llevan a aprender algo.
Cuando más rápido nos adaptamos a una circunstancia menos sufrimos, no hablamos de ser indiferentes, o que nos resignemos como ovejas.
Aceptar significa no resistirnos desde nuestro interior. Entender que cada situación tiene una explicación, que todas las cosas pasan por un «por qué» y dentro del mediano o largo plazo son siempre a nuestro favor. Es parte de comprender que la vida no te coloca situaciones para castigarte, sino para aprender algo, entender, crecer y luego seguir avanzando. Pero esto requiere que primero aceptes lo que te sucede. Esto es una actitud de madurez, de crecimiento espiritual y humano».

En general las cosas que nos ocurren no pasan cuando nosotros queremos sino cuando es el momento indicado.

No suframos, aceptemos, cooperemos con lo inevitable y la sabiduría llegará a nosotros para que podamos entender, aprender y adaptarnos a lo nuevo.

Todo tiene una razón de ser, solo con paciencia y mirando hacia atrás vamos a poder comprenderlo todo.

#anayany
#amorinfinito
#vidasana
#anyespiritual

NO RESPALDEMOS LA PARÁLISIS

“Salta…. ya aparecerá el suelo” Mario Mendoza.

Darle vueltas a nuestra vida actual no soluciona los problemas.

Pensar mil veces que hacer, como organizarnos dentro o fuera de casa o como cambiar una rutina, no va a ayudarnos a vivir como queremos. Analizar infinitamente, hundirse y caer en la autocompasión nos frena hacia los buenos resultados.

ACTUEMOS. Ahora que tenemos tiempo, no busquemos otras excusas. Estar muy ocupado no indica nada más que desorganización vital. El día tiene 24 horas para todos.

Esta parálisis por desorden se refleja en situaciones tan simples como qué comer mañana, en otras trascendentales como decidir cuándo hacerle terapia en el hogar a nuestro hijo, pasando por el descontrol de la economía familia.

Como todo en la vida, los excesos siempre son malos y la parálisis también. Cuando necesitamos que todo sea perfecto y esté listo antes de comenzar a actuar, es más que probable que ese exceso de análisis y control nos bloquee. Y a veces aunque ya hemos dado un primer paso, abandonamos la lucha por no estar centrados en los objetivos correctos. Nos quedamos estancados quejándonos, sopesando e imaginando las distintas opciones y situaciones, sin poner el foco en lo realmente importante o sin tomar una decisión consciente, y permitiendo que nuestro objetivo vital se posponga esperando el momento ideal.

Este círculo vicioso supone la famosa parálisis por análisis.
Imaginar mejores opciones posibles sin llegar a vivir con nuestra realidad actual y sin materializar ningún plan de acción, nos sirve de colchón para no disfrutar de nuestra vida presente.

Esta continua queja nos mantiene inmóviles, pesimistas e ineficaces. Nada cambia, nuestros proyectos siguen sin progresar y permanecemos en el mundo de las ideas y de los deseos, en lugar de movernos y actuar.

Pararse a analizar algo durante demasiado tiempo nos priva no sólo de una gran cantidad de tiempo, esfuerzo y energía, sino de la posibilidad de aprender basándonos en nuestra propia experiencia. Solo a través del ensayo y el error conoceremos que acciones, de las que hayamos decidido emprender, nos acercan o nos alejan de nuestros objetivos. Por tanto, actuar debe de ser una prioridad frente al análisis.

No accionar además de hacernos perder el aprendizaje que nos aporta la experiencia, hace que perdamos el foco, desviándonos de nuestro objetivo, e incrementando nuestras dudas y miedos, lo que se traduce en una pérdida de tiempo y resultados.

Además la falta de acción o de toma de decisiones puede provocarnos sentimientos de frustración tanto por la sensación de que “nunca podemos”, como por la comparación con otras personas que sí están donde a nosotras nos gustaría.

Si intentamos controlar cada aspecto de nuestra vida en busca de la seguridad absoluta, el resultado será justo el contrario: aparecerán nuevas dudas, inseguridades, y por qué no, nuevas excusas, que nos permitan seguir en la zona de confort, desperdiciando así valiosas oportunidades en nuestra vida.

Si de verdad, nos hemos decidido y queremos empezar a ponernos en movimiento, dejemos de justificar nuestra inacción esperando a que el momento, las circunstancias, nuestro estado de ánimo… sean ideales para empezar a hacerlo.

En vez de atascarnos analizando un problema en busca de la mejor solución, utilicemos nuestro tiempo y energía en desarrollar un plan concreto, que nos permita realizar pequeñas acciones para que nuestra decisión, al final, tenga éxito.

Recordemos que pararnos todo el tiempo en analizar, poner excusas y quejas no sólo nos impide la experiencia de vivir, sino sobre todo el aprendizaje que proporciona el ensayo y error.

Alejémonos de las excusas asumiendo que ni las soluciones perfectas ni la seguridad absoluta existen.

Hagamos hoy lo que podamos y queramos, y no procastinemos más.

#anayany
#vidasana
#amorinfinito

DESINFECTARSE DEL EGO

NO nos libremos del ego, necesario para la supervivencia, pero seamos conscientes de su presencia.

Cuanto más inconscientes somos, más oscuridad hay en nuestra vida. Y cuanta más oscuridad, más sufrimiento y menos capacidad de comprender y aceptar los acontecimientos que no se adecúan a nuestros deseos y expectativas.

Los únicos que podemos encender o apagar este interruptor de presencia del ego somos nosotros mismos.

No aprovechemos nuestros momentos de ego, que todos tenemos, para echar basura sobre los demás. Es una simple cuestión de adquirir la empatía social necesaria, así como de tener energía y ganas para convertir la teoría de la empatía en práctica y aprender.

Practiquemos ponerse en el lugar de los demás, la escucha activa y la asertividad para alejar nuestros egos; prudencia, respeto y madurez; primemos la capacidad de servicio y ofrezcamos nuestra ayuda; gestionemos educadamente el lenguaje en la RRSS: no olvidemos que el exceso de “buenismo” y de “humor” se hace desde el ego; mantengamos conversaciones no violentas, defendiendo nuestros derechos, sin cortar los derechos de los demás, y fomentemos la retroalimentación.

En definitiva, seamos responsables de cómo nos comunicamos en medios físicos y en entornos digitales y conectemos con nuestros vecinos, las personas que nos ofrecen sus servicios profesionales, etc. como con la familia y amigos, desde el amor y la comprensión, y no lancemos comentarios hechos desde la prepotencia, el sarcasmo y el autoritarismo del ego.

Nadie somos perfectos, así que compasión para quienes desde el ego demuestran a los demás lo lejos que están de su libertad.

El ego aparece en muchas formas en nuestras vidas para hacernos de espejo, maestro y ejemplo de por qué debemos seguir siendo conscientes, libres y vivir desde el amor.

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DEJAR DE PREOCUPARNOS PARA EMPEZAR A OCUPARNOS

“Hay tres formas de afrontar un problema: Culpar de todo a todos, para evitarlo; Lamentarse y torturarse, para justificar nuestra incapacidad; Y ocuparse; Tenga quien tenga la culpa, y salga bien o salga mal. Yo, particularmente, prefiero la última”. Rafael Hernampérez.

Nuestra actitud cambia cuando dejamos de preocuparnos y nos ocupamos en crear la vida que queremos.


Cuando estamos en el camino, ocupados, no existe tiempo para la preocupación. Porque la preocupación es estática, consiste en estar en un “sin vivir”. Y por el contrario, hacer el camino es pura VIDA.


Cuando encontramos el camino nos invade una energía positiva en la que nos sentimos activos, confiados y energéticos. Porque estamos creando, nos sentimos vivos y hacemos lo necesario para que las cosas que suman pasen.


Al ocuparnos tenemos mayor capacidad para solucionar lo que necesitamos, llegando incluso a reconfortarnos.


Hay cosas que realmente no están en nuestras manos, así que ocupémonos de aquellas que sí y que generan un bien común y nos hacen sentirnos más satisfechos.
Seamos conscientes de que no necesitamos preocuparnos en vano, sino ayudar.


Cuando estamos seguros de nosotros mismos, es cuando vemos que la preocupación es algo inútil.


Para evitar la preocupación solo nos ocuparemos de ser conscientes y tener una actitud positiva, en vez de perder el tiempo presente pensando solo en lo negativo o en atraer con pensamientos negativos otra realidad no vivida.


No les demos a estas cosas que restan, en este instante, valor e importancia, son solo pensamientos rumiantes.


La preocupación nos hace sentirnos inquietos, con cierto desasosiego, nos genera un estado de negatividad, estrés y miedo, dificultándonos la acción hacia mejores resultados.


Si no dejamos de preocuparnos nos costará muchísimo cambiar la situación, no viviremos en el presente y perderemos posiblemente un futuro más próspero. El propio miedo hará que nos bloqueemos, nos paralicemos y buscaremos excusas, porque al fin y al cabo la negatividad retarda y hace que tengamos que justificarnos en cada intento.


Sigamos el camino y no dejemos de estar ocupados, ya que el crecimiento es infinito, siempre hay cosas por aprender, cosas que hacer, cosas que experimentar… desde el bien común, la confianza y el amor.


Ocupémonos en crear salud, amor y en vivir.


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