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ESPERANZA.

«En la ladera de una montaña había una fuente conocida por todos como la fuente de la Esperanza. Todo aquello que estaba deprimido o desanimado por alguna dificultad, bastara con que bebiera un poco de aquella agua para llenarse de esperanza y tener fuerzas para superar su dificultad, por imposible que pareciera. Esto hacía que los habitantes de aquella región estuvieran siempre alegres a pesar de los problemas.

Pero un día la fuente se secó y ya no pudieron beber su agua. Esto fue catastrófico. El desánimo y la desesperanza se apoderó de todos. Dejaron de estar alegres y se volvieron terriblemente pesimistas.
Sólo hubo un niño que no perdió la Esperanza. Todas las mañanas acudía a la fuente esperando que volviera a caer el agua. Y allí se pasaba el día entero. Los que le veían le decían que se marchara porque estaba perdiendo el tiempo; la fuente se había secado para siempre. Pero él no les hacía caso. Todos los días, semana tras semana, no dejó de ir a la fuente. Algunos hasta se burlaban de él y le tomaban el pelo. Era imposible que saliera agua porque el manantial de donde se alimentaba la fuente estaba cegado por la tierra.

Una mañana de tantas, cuando todo parecía perdido, el niño vio con sorpresa que de la fuente iba a caer una gota de agua. Era la última gota de esperanza que quedaba. A toda prisa puso su mano para recogerla y se fue entusiasmado a enseñársela a todos. Pero nadie le hizo caso. Aquello era una gota insignificante que no valía ya para nada. Le dijeron que la tirara donde quisiera porque ya no había nada que hacer. La esperanza estaba perdida sin remedio. El pobre niño se marchó muy triste y desanimado. Así que fue al pozo de donde bebían todos y tiró allí su gota de agua.

Sin embargo, aquella gota de agua tenía la Esperanza tan concentrada en su interior, que cuando se mezcló con el agua del pozo, hizo que todo él se contagiara de esperanza. Al día siguiente, cuando todos bebieron de aquel agua, quedaron nuevamente llenos de esperanza. Cuando se enteraron de que había sido por la gota de agua que aquel niños había echado, fueron a darle las gracias, porque fue el único que continuó esperando contra toda esperanza. Y desde entonces, aquel pozo fue conocido por todos como el pozo de la Esperanza».

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“El sabio no atesora. Cuanto más ayuda a los demás, más se beneficia. Cuanto más da a los demás, más obtiene para él.” Lao Tse.

Nada permanece fijo, todo pasa, lo mejor y lo peor. Seamos conscientes de la Impermanencia, dejando ir, fluir, liberándonos de los apegos materiales e inmateriales. Nuestras vidas están cambiando, aprovechemos el momento para recuperar buenas costumbres. Y cuidémonos siempre, a nosotros mismos y los unos a los otros. No solo en los momentos de dificultad. Salutogénesis.

Y tengamos Solidaridad Social. No es momento de demostrar nuestro egocentrismo al Mundo. Cuanto nos queda por aprender.

Experimentemos la felicidad de ayudar siempre que podamos verificándolo a través de nuestra propia experiencia.

Ayudemos a todos, sobre todo a los seres más sensibles y cumplamos con las normas sociales de convivencia.

Compromiso colectivo.

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Hoy hemos hecho el inventario de comida. Vivir en un pueblo y comer ecológico ayuda bastante a ser disciplinadas con las compras y las comidas, ya que no tenemos una tienda ecológica cerca de casa, por lo que los pedidos son siempre Online o nos los trae directamente el agricultor.

Por eso no nos ha llevado mucho tiempo hacer inventario, porque cuando está todo ordenado y visible, para que no caduquen productos y de un vistazo ver los tarros de cristal, calcular las porciones y evitar desperdicios, es bastante fácil.

Ahora sabemos exactamente lo que tenemos en casa:

– La proteína animal: carne, pescado y huevos.
– Espirulina, clorella, algas, especias, agua de mar, infusiones, miso.
– Los cereales: en grano, de desayuno, para la merienda y el pan (y las harinas para hacer como siempre el pan en casa).
– Los frutos secos, deshidratados, semillas y germinados.
– Los productos frescos: frutas y verduras.
– Las legumbres.
– Las conservas.
– Aceite (de coco y de oliva).

Bebemos agua que filtramos por osmosis y después la ionizamos, así que no necesitamos comprar bebidas.

El papel (higiénico, de cocina, pañuelos) suficiente.

Quizás los frescos es lo que menos tenemos porque hacemos una compra semanal, pero con lo que nos queda y los germinados, suficiente.

Suplementos para distintos momentos y ocasiones en caso de necesitarlo también tenemos: Multivitamínicos, Krill, Q10, Encimas, Minerales, etc.

Por supuesto seguimos separando la basura, y así los restos orgánicos que se descomponen y crean mal olor ocupan muy poco espacio, así que quizás en una semana o más no tendremos que ocuparnos de ese tema.

Somos conscientes de lo que tenemos, damos las gracias por ello y para nosotras no necesitamos más.

Así evitaremos todas las compras innecesarias. Aunque, todavía tenemos pendiente recibir un pedido online, de hace unas semanas, de productos saludables.

Siempre compramos Online y nos lo traen a casa, excepto algunos productos de higiene, que como los compramos cuando hay ofertas, tenemos suficiente.

Ahora planificaremos como siempre el menú semanal, y seremos aún más conscientes de que en occidente comemos más de lo que nuestro cuerpo necesita.

El cuerpo es sabio y en momentos como este reacciona, en mi caso hacia el semi-ayuno, ya que forma parte de mi vida como proceso depurativo, curativo y relajante. No necesito mucha energía, así que baños de sol, mucha agua y caldos y a escuchar a mi cuerpo para no saturarlo. Es una decisión personal de acuerdo a mi estado actual.

A diario damos gracias por lo que tenemos y como siempre evitamos el consumismo, el estrés, la ansiedad, la impaciencia, etc. pensando en nosotras mismas pero también en los demás, en ayudar de la única forma que podemos. Como siempre meditamos, oramos, agradecemos y compartimos nuestra energía por el bien común.

Un abrazo de OSO AMOROSO.

Cuidémonos siempre mutuamente.

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