“Era un hombre muy destacado profesional, social y políticamente. Pero un día sintió que había empezado a padecer una enfermedad muy rara. Entonces se enteró de que en un lejano país había un médico de incomparable sabiduría y lo mandó llamar.
– Te daré todo lo que me pidas si me curas- dijo el hombre.
– Pues en ese caso, y antes de que te examine con detenimiento, dime cómo sientes tu enfermedad- le dijo el médico.
El hombre se expresó así:
– Cuando soy halagado por otros, no siento orgullo; cuando los demás hablan mal de mí, no me siento desdichado. Cuando gano algo, no me siento dichoso por ello, y cuando pierdo algo, no me pongo triste. La vida y la muerte, las riquezas y las pobreza, la fortuna y la desgracia son lo mismo para mi. Cuando estoy en casa me siento como si estuviera de paseo y cuando estoy en mi país me siento como si estuviera entre extraños. Desde que padezco esta rara enfermedad, he perdido todo interés por hacerme famoso, y no me importan los títulos, ni la celebridad, así como tampoco me preocupan las leyes y normas, ni me interesa la toma del poder, la caída del gobierno, ni mucho menos los políticos, y no me afecta el humor de los que me rodean. A causa de mi rara enfermedad no puedo seguir en mis cargos públicos, ni llevar mis negocios, ni ser padre de familia
– ¿Qué diagnóstico me das? ¿Cómo puedes curarme?.
El médico examinó detenida y cuidadosamente al enfermo y le dijo:
– Puedo ver que en tu corazón hay paz y te queda muy poco para ser un verdadero sabio. Seis de las siete cavidades de tu corazón están completamente abiertas, aunque todavía una permanece cerrada. Este bloqueo es la causa de tu verdadera enfermedad, que consiste en considerar la liberación de la mente y la iluminación como una rara enfermedad. Sólo tú puedes abrir la última cavidad en cuanto te des cuenta de que lo que tomas como una rara enfermedad es la sabiduría”.
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