EL ARTE DE LA PACIENCIA de Ramiro Calle.
“Eran dos mentores espirituales que vivían en la misma localidad. Uno contaba con innumerables discípulos y otro sólo con uno. Un día pasó por allí él maestro de los dos e indagó para ver que tal les iba a sus antiguos pupilos, ahora mentores.
Y le dijeron:
_ Uno de ellos cuenta con innumerables discípulos; el otro, solo con uno.
El maestro de maestros se quedó intrigado. ¿Cuál sería la razón?, puesto que el que sólo tenía un discípulo era mucho más aventajado espiritualmente. Acudió a visitar a cada uno de sus antiguos alumnos, y así pudo descubrir la razón. En la puerta de la casa del mentor con innumerables discípulos había un cartel que rezaba: “Enseñanzas para impacientes”, mientras en la del otro había uno que decía: “Enseñanzas para discípulos serios y veraces”. El maestro de maestros sonrió. Con la gente siempre pasaba lo mismo”.
Hay falsos maestros muy ladinos, peligrosamente astutos, que en el supermercado espiritual saben cómo manejarse a fin de atrapar al discípulo e incluso someterle y convencerle para que desarrolle una obediencia ciega y abyecta. En un mundo de prisas y ansiedades, de neuróticas urgencias e impaciencias, de ansia de resultados instantáneos, el falso maestro puede hacerse con muchos discípulos moviendo los hilos oportunos para arrastrar a ciegos que se niegan a utilizar el discernimiento, a carentes emocionales, a obsesivos de rendir culto, a dependientes que buscan líderes en los que hallar la propia identidad que se les escapa. Basta con la promesa de paraísos artificiales, o con métodos de iluminación instantánea, o con el embuste de que existen atajos para llegar al paraíso. Con ello se desplaza a otro la responsabilidades, el esfuerzo de indagar y vivir.
Pero el verdadero maestro previene así:
1. Es necesario el esfuerzo personal.
2. Es imprescindible la paciencia
3. En el trabajo interior no hay resultados rápidos.
4. Se trata de imponer libremente una disciplina con asiduidad, entrenándose para recuperar la propia esencia.
5. Nadie puede hacer este trabajo por nosotros «los grandes indican la ruta, pero uno mismo tiene que recorrerla»(Buda).
6. En última instancia tú eres siempre tu propia guía. «El mayor gurú es tu yo interior. Es el dueño supremo. Es el único que puede llevarte a tu meta y el único que te acogerá al final del camino» (Nisargadatta).
Ramiro Calle.