La fiesta.
«Alguien se pone en camino y, al mirar hacia delante, distingue a lo lejos la casa que le pertenece.
Sigue caminando hacia ella y, al llegar, abre la puerta y entra en una habitación preparada para una fiesta.
Están invitados todos los que fueron importantes en su vida, y todo el que viene trae algo, se queda un tiempo, y luego se va.
Así, pues, asiste cada cual con un regalo por el que ya pagó todo el precio: la madre, el padre, los hermanos, un abuelo, una abuela, el otro abuelo, la otra abuela, los tíos y las tías, todos los que hicieron sitio para él, todos los que lo cuidaron. Incluso vecinos, amigos, maestros, parejas e hijos.
Todos los que tuvieron importancia en su vida y los que aún la tienen.
Y cada uno que llega trae algo, se queda un poco, y luego se va.
Igual que los pensamientos, que llegan, traen algo, se quedan un poco, y luego se van.
Igual que vienen los deseos o el dolor: todos traen algo, se quedan un poco y luego se van.
Y también la vida: viene, nos trae algo, se queda un poco y luego se va.
Después de la fiesta, la persona se encuentra colmada de regalos y sólo permanecen a su lado aquellos a quienes corresponde quedarse todavía un tiempo.
Se acerca a la ventana y se asoma: ve otras casas, sabe que en su día también celebrarán una fiesta. Él irá, llevará algo, se quedará un poco y luego se Irá.
También nosotros participamos aquí de una fiesta, trajimos algo, tomamos algo, nos quedamos un tiempo, y luego nos vamos”.
Vivir.