Gurdjieff no se andaba por las ramas y con no poca razón dijo en una ocasión:
«Cuando das algo a un hombre o haces algo por él, la primera vez sea arrodillará y besará tu mano; la segunda, se quitará el sombrero; la tercera, hará una venia; la cuarta, le adulará; la quinta inclinará la cabeza; la sexta, le insultará, y la séptima le demandará por no darle lo suficiente».
Es la condición humana.
La ventaja del maestro es que no espera nada del discípulo.
Si éste sabe valorar la Enseñanza que le imparte, bien; si no sabe, también; y si aún es un gran desagradecido, perfecto.
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