UNA DE CUENTOS( XXVIII)

Diferentes reacciones.


Cuentan que Bokuden tenía tres hijos y quiso ponerlos a prueba. Deseaba saber qué tan cautelosos y evolucionados eran. Para comprobarlo, puso un pesado reposacabezas sobre la puerta y la dejó entreabierta. Luego, llamó a su hijo mayor, Hikoshiro, con gran premura.


El hijo mayor era un joven muy apreciado por todos. Tenía un carácter dulce y fama de hombre cauteloso. Cuenta esta historia oriental que cuando su padre lo llamó, llegó hasta la puerta entreabierta y la empujó suavemente. Notó que estaba más pesada y supuso que algo había cambiado. Con precaución, comenzó a tantear el extremo superior de la puerta. Así descubrió que allí estaba el reposacabezas y suavemente lo retiró. Bokuden se sintió complacido y simplemente le dijo algo casual. Luego, el hijo mayor salió de la habitación, dejando el reposacabezas tal y como lo había encontrado.

Pasaron unos días y Bokuden quiso realizar la misma prueba con su segundo hijo, que se llamaba Hikogoro. Dice la historia oriental que este era bastante conocido por su gran agilidad y destreza. No era cauto, como su hermano mayor, porque se sentía muy confiado de sus habilidades. El padre llamó a Hikogoro y este rápidamente se levantó y llegó hasta la puerta. Sin pensarlo dos veces, la empujó para entrar pronto a la habitación. El reposacabezas cayó, pero el muchacho era tan ágil que lo atrapó en el aire. Luego lo puso nuevamente en su lugar. Bokuden se quedó pensativo.


Había llegado el momento de hacer la prueba con su hijo menor, Hikoroku. Este era el más impulsivo de todos, pero también el más alegre y amoroso. Bokuden lo quería mucho, pero temía que no estuviera en capacidad de pasar la prueba. Tenía razón. El padre llamó a su hijo menor, tal y como lo había hecho con sus hermanos. Hikoroku salió apresuradamente y empujó la puerta con gran energía. El reposacabezas cayó y alcanzó a golpearle el moño de la cabeza. Cuenta la historia oriental que cuando el chico sintió el golpe, sacó su espada y partió en dos el objeto, antes de que cayera al suelo. Luego rió y parecía sentirse orgulloso de su reacción.


Según narra esta bella historia oriental, Bokuden quedó preocupado por la reacción de su hijo menor. Pensó que una persona tan impulsiva solo traería la desgracia y la ruina para su casa. La tradición decía que debía repudiarlo, ya que su comportamiento solo mostraba falta de conciencia y de sabiduría. Bokuden, sin embargo, llamó a todos sus hijos y les habló acerca de un episodio que él mismo había vivido, años antes.

Tenía un alumno al que se le consideraba el más hábil de todos sus aprendices. Veloz de mente y de cuerpo, estaba acostumbrado a ganar en todos los combates.


Sucedió que ese aprendiz iba paseando una tarde por una calle de la aldea. Pasó al lado de un caballo bastante nervioso. Tan inquieto estaba el animal que cuando sintió cerca la presencia del discípulo lanzó una coz. Sin embargo, el alumno era tan hábil que hizo un movimiento felino y esquivó el golpe. Los que estaban presentes lo aplaudieron. Esa misma tarde el aventajado alumno llegó a donde Bokuden y le habló sobre lo sucedido, con cierto orgullo. Bokuden lo escuchó atentamente, pero en cuanto el aprendiz concluyó el relato, lo expulsó de sus clases. Dijo que no quería volver a verlo jamás. Todos los demás quedaron sorprendidos. ¿Cómo era que no valoraba la hábil acción de su alumno?


Los tres hijos de Bokuden escucharon la historia muy atentamente. El hijo mayor guardó silencio y parecía reflexionar. El de en medio, se veía intrigado. Y el hijo menor parecía confundido e inquieto. “¿Cómo es que despediste a un hombre tan hábil?… ¿Acaso temías que tomara tu lugar”, preguntó el muchacho.

Dice la historia oriental que Bokuden contestó: “Un hombre que no es capaz de prever los peligros, sino solamente reaccionar ante ellos, no merece ser mi discípulo. Si hubiese sido alguien sabio, jamás habría pasado al lado del caballo”. Los tres hijos guardaron silencio. El de en medio y el menor comprendieron el mensaje y sin que su padre se los pidiera, se retiraron con la cabeza abajo.

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