¡Ha llegado febrero! En este momento los antiguos celtas celebraban Imbolc: la fiesta de las luces. Durante este festival, invocaban a la diosa Brigid (cristianizada después como Santa Brígida) y encendían velas en su honor. A partir de ese momento, con los días ya notablemente más largos que en Diciembre, se daba fin al invierno que había comenzado en Samhain ( también llamado el día de Todos Los Santos).
Brigid era la diosa de la luz, y por eso era tradición realizar una vigilia alrededor de su festival, el primer día de Febrero. Los celtas encendían una vela al anochecer (ya que para ellos todos los días empezaban realmente en este momento) y entonces meditaban, elevando plegarias a la diosa con la luz del fuego. Durante toda esa noche sagrada, se mantenían atentos a la vela, pues cualquier movimiento o visión en la llama puede ser un mensaje de Brigid. Después, al ver el sol salir al amanecer, apagaban la llama, y con ella se iba el frío y la crudeza de los meses de hielo.
De nuestros antepasados hemos aprendido que tras estar la tierra en barbecho por un largo tiempo, es momento de remover poco a poco lo que estuvo quieto y plantar las semillas de un nuevo crecimiento.
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