“La complejidad es tu enemiga. Cualquiera puede hacer algo complicado. Lo difícil es hacer algo simple”. Richard Branson.
Fuera complicaciones. Fuera problemas extras. Solo lo necesario. Vinimos a esta vida sin nada y nos iremos sin nada, aunque nos pasemos la vida acumulando cosas: ropa, experiencias, cursos, etc. Nada de todo eso perdura. Lo único que queda es el amor. Tanto el que hemos recibido como el que hemos dado.
Nosotras ahora estamos en un momento de no hacer, de no tener, de neutralizar. Nos gusta lo sencillo, simple, fácil, diáfano, limpio… Estábamos rodeadas de muchas cosas, y nos ha llevado años reducir sin desperdiciar lo previo. Ahora somos bastante minimalistas, aunque tenemos cosas, como los libros, que son tesoros, y muy abundantes en nuestra vida. Todos tenemos “nuestras cosas” imprescindibles.
Así que día a día seguimos optimizando nuestro estilo de vida, aceptando que las cosas no son perfectas, son como son y hay lo que hay. Por eso intentamos simplificar al máximo, para concentrarnos en lo más productivo (desde el amor, hasta la comida pasando por nuestro tiempo libre).
Hemos seleccionado lo más importante en nuestras vidas, tanto material como en lo referente a los pensamientos, ideas, recuerdos y obligaciones… y vamos a lo mínimo, a la esencia.
No se trata de vivir “sin”, sino de todo lo contrario, vivir mejor con menos. Hay muchas cosas en una vida que no son necesarias: pensamientos rumiantes, recuerdos tristes, futuros desalentadores… Todo fuera. Hoy, aquí y con esto.
Aprendizaje: Siendo más sencillas nos hemos acercado más saludablemente a la paz interior.
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