SER FELIZMENTE LIBRES CON NUESTRAS CIRCUNSTANCIAS.

«Yo sería feliz en un lugar donde solo pueda escuchar el trono de las aves y las flores me reciban cada mañana. Dónde el viento de los mejores consejos y el sol muestre su mejor rostro para plasmarlo con mi alma». Vincent Van Gogh🌻💛

Ser felices no se trata de tener, aunque está claro que a nadie le gusta pasar hambre, frío, necesidad, etc. 

Nosotras sabemos lo que es vivir con problemas que no se solucionan fácilmente. Por eso a diario nos esforzamos para, entre las dos, seguir siendo felices en libertad. Sabemos que si dependemos de algo o alguien más, será más complicado crecer, avanzar o ser felices con nuestras circunstancias. 

Ser dependiente va más allá de una condición física. Depender mental, emocional, económica o espiritualmente de algo o alguien es perder libertad. Por eso anayany es una y es todo, porque juntas somos mejores, nos complementamos, amamos y somos más libres y felices. Por eso nosotras elegimos trabajar a diario para vivir en paz con nosotras mismas, vivir en libertad según nuestros valores sin entrar en conflictos y así mantenernos felices a través de la combinación de muchas cosas. 

Poder elegir nuestro estilo de vida y vivir conforme a nuestros valores forma parte de la feliz paz vital de ser libres de forma independiente ayudándonos mutuamente. 

Elijamos con quién queremos compartir nuestra libertad, paz y felicidad. Para dar y tomar, para crecer. Para vivir.

Hoy hemos aprendido que sí se puede.

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SER LIBRES EN COMPAÑÍA.

“Yo no estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero me pelearía para que usted pudiera decirlo”. Voltaire .

Somos unas apasionadas de la libertad. Las famosas “Ciudades” de Platón siempre nos han inspirado a mantener nuestras libertades en favor de la ética, la política o las jerarquías de un ser humano que quiere vivir en sociedad desde la libertad individual. Para nosotras los límites solo están en la mente de cada uno o en el que observa, que emite juicios de valor.

Nos gusta disponer de nuestro tiempo, conocimiento, dinero… para hacer lo que queremos, cosas que nos encantan como leer, aprender, perdernos en la naturaleza, meditar, volar… Nunca nos ponemos límites. 

Nada ni nadie puede impedir que seamos libres, como en la película “La vida es bella”. Nosotras muchas veces hemos creado esa vida maravillosa en una realidad con dificultades. No es fácil, pero al final siempre triunfa la libertad del corazón. Eso sí, sentirse libres, felices y en paz requiere de mucho trabajo. Aprender a volar como las hadas mientras mantenemos los pies en la tierra necesita de mucha práctica.

Y este es nuestro concepto de libertad, libertad del corazón, libertad para ayudarnos los unos a los otros, libertad para vivir.

Aprendizaje: Cuidamos de nuestra libertad para poder seguir eligiendo nuestro estilo de vida y así tener tiempo y energía para ayudar a los demás.

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LA DEMOCRACIA DEL CORAZÓN

“El que mira hacia fuera sueña, el que mira hacia dentro despierta del sueño” Carl Gustav Jung.


La mayor parte de nuestras costumbres son el resultado de normas sociales que hemos adoptado más o menos conscientemente. 

Cuando un grupo de personas nos ponemos de acuerdo con respecto a una opinión o una actitud, o también sobre una manera de actuar o manera de comportarnos, se manifiesta un consenso que dicta una norma. Pero para nosotras las normas las marca el amor infinito por uno mismo y por los demás.

Porque algunas de las normas sociales, no rigen un bien amoroso común, sino que tienen  la función de preservar la armonía y supervivencia de la sociedad en general, no de los individuos en particular. Son el resultado de un consenso y por eso las aceptamos cuando nos relacionamos o vivimos en sociedad, ya que el estilo de vida actual, y nosotros individualmente como sus componentes, no asumimos la responsabilidad individual.

Nosotras no seguimos a la mayoría, no por rebeldía, sino porque nos hacemos responsables de nuestras vidas. La seguridad de seguir a la mayoría no nos aporta nada en nuestro estilo de vida. No seguimos a líderes de una dualidad u otra, decretamos que somos libres y así podemos rodearnos de felicidad independientemente de las circunstancias. Respetamos, entendemos, y seguimos nuestro camino aceptando, pero conscientes. Escuchamos nuestra voz interior, que es para nosotras donde reside la verdadera sabiduría, y desde el amor disfrutamos de ser libres en nuestro estilo de vida diario y nos adaptamos cuando nos relacionamos socialmente. No jugamos a ser diosas, sino que nos empoderamos para vivir felizmente. Si caminamos desconectadas de nosotras mismas, sin darnos cuenta nos estarán desempoderando.

Mientras que el ser humano no sea humano (espiritual, mental, emocional y físicamente) y no seamos capaces de ejercer un control propio sobre nosotros mismos y nuestra relación con los demás, alguien más vendrá y establecerá normas y leyes para todos según su criterio. 

A todos nos educaron en la dualidad del bien y del mal. Todos hemos sido educados en el desencuentro de la sociedad, en la dualidad competitiva y en el falso empoderamiento de lo bueno es lo mío. Nos han educado según los criterios de lo que es correcto por el principio de autoridad con el que nos relacionamos: partido político, equipo de fútbol, religión, salud… Nos han entrenado para que confiemos más en lo que dice la autoridad que en nosotros mismos. Pero el principio de autoridad es de por sí dictatorial: el de los gobiernos, centros escolares, la economía, etc. 

Por eso es muy importante darse cuenta de que cuando lo oficial choca con la alternativa, son las autoridades en verdad  las que chocan, no la realidad. Nadie tenemos toda la información. Cada uno vivimos nuestra realidad y por eso existe el miedo y la necesidad de refugiarse en un grupo. 

Nosotras valoramos más ser librepensadoras y aprendemos de las experiencias vivenciadas. La democracia interna del corazón consiste en ver que el otro te complementa. Por eso valoramos lo diferente y “la visión del águila” para ver todo desde una perspectiva más amplia. Nosotras no competimos por tener la razón, la verdad o lo material, colaboramos con la Naturaleza por un bien común. Los seres humanos somos simplemente seres vivos, no dioses.

Seguir las normas comunes sin más, sería cómo desentendernos de las relaciones desde el amor, desde el corazón, y someternos al líder de turno como refugio por la pereza de adquirir el conocimiento propio o negar la dualidad educativa. Entonces seguir a las masas es lo más fácil. 

En un mundo ideal en el que las personas mirásemos empáticamente hacia los demás, día a día, respetando que todos somos diferentes, no sería necesario tratar a las masas como seres irracionales. Por supuesto que para convivir hace falta unos mínimos ineludibles, pero cada individuo sería responsable de su vida y de la de los demás como parte de un sistema comunitario. No se trata de defender una utopía, sino de despertar para dejar de vivir en la distopía actual. No serían necesarias tantas leyes, sino que cada individuo se responsabilizara de sus acciones diarias a favor de un crecimiento y bien común. 

Estamos en el siglo XXI, ya es hora de darnos cuenta de que la especie humana puede abarcar muy diversas situaciones de muy diferentes maneras. 

Existen Leyes Universales, no creadas por gobiernos sino por el hombre, para vivir en comunidad como seres sociales, que son más importantes que las decisiones políticas. Vivamos desde el amor, la empatía, la solidaridad, la compasión, la felicidad, el bien común, etc.

Aprendizaje: Para ser libres debemos vivir desde la democracia de corazón.

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LIBERTAD

«Libre, como el sol cuando amanece yo soy libre, como el mar…» Nino Bravo.

Ser libre para elegir.

Elegir qué quiero hacer hoy, con quién quiero estar, dónde voy a ir…

Si no podemos decidir, no somos libres.

Esto no significa que hagamos siempre sólo lo que nos apetece, porque entonces entra en juego el ego.

Consiste en tener suficiente libertad financiera, suficiente tiempo, amando desde el respeto, compartiendo desde el altruismo… que hacer lo que otro desee no nos suponga una carga, sino una satisfacción, al saber que cuentan con nosotros.

Retarnos día a día a hacer algo que quizás hoy no nos apetezca forma parte del crecimiento.

Pero no hay que olvidar nunca que lo importante es ser libre, no complacer a los demás.

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APRENDIENDO DE LAS DIFICULTADES

Todos queremos tener una vida feliz.

Seamos o no conscientes de ello, casi todo lo que hacemos está motivado por este deseo.

Aunque la felicidad o el éxito cada uno lo puede buscar en un lugar: en el campo profesional, en el ambiente familiar, en la salud, en las relaciones, en el poder adquisitivo, en el crecimiento interior…Nosotras no renunciamos a nada.

Para nosotras el éxito vital consiste en el mágico equilibrio del TODO.

Por eso nos encanta lo extraordinario.

Abarquemos el TODO y no atraigamos la escasez, ni nos limitemos a intentar pertenecer al gran rebaño.

Si lo único que buscamos es una vida “normal”, se distorsionará nuestra capacidad de percibir claramente nuestra realidad, haciendo que respondamos a nuestro entorno y circunstancias de maneras que comprometen nuestra propia felicidad y nos llevarán a conformarnos con nuestra forma de vida. Todo por una falta de convicción en la dignidad y el potencial de nuestras propias vidas y de las vidas de los demás.

Por eso es importante el equilibrio entre fuerzas. Por eso debemos de cultivar mente, cuerpo y corazón.

La sabiduría nos permitirá elegir el tipo de respuesta y el curso de acción que nos conducirá a un cambio positivo.

El coraje nos dará la capacidad de enfrentarnos a situaciones y perseverar hasta lograr un avance.

La compasión hará expandirse y profundizar nuestra motivación al hacernos conscientes del sufrimiento de los demás, incluyendo a aquellos que están involucrados con nosotros en una situación difícil.

Si potenciamos todas nuestras capacidades podemos enfrentarnos directamente a nuestras circunstancias con confianza y creatividad.

Esto libera nuestras cualidades innatas de valentía, sabiduría y compasión, lo que nos permite encauzar la situación hacia el camino de la felicidad.

Los deseos, impulsos e ilusiones que surgen en ausencia del conocimiento conducen al sufrimiento. Y el deseo de escapar del sufrimiento hace erráticas nuestras acciones. Porque cuando esas acciones solo se basan en ilusiones y no en la realidad, podemos tomar decisiones equivocadas y agravar aún más nuestros problemas.

Convertir el veneno en medicina comienza por enfrentamos a las dificultades con la confianza que poseemos en nuestro interior, porque ahí está la fuente para empezar a superar los problemas.

Los problemas son problemas precisamente porque dudamos de nuestra capacidad para superarlos, pero cuando nos enfrentamos a los desafíos, cambiamos nuestro estado de vida y entonces transformamos nuestra forma de respuesta.

De esta confianza surge la capacidad para percibir claramente nuestras circunstancias y el coraje para enfrentar y luchar en medio de las dificultades.

Transformemos nuestras circunstancias de manera concreta y experimentemos una creciente sensación de libertad.

Transformemos hasta el peor de los males en un bien. No se trata simplemente de volver al punto de partida, sino de aprender de la experiencia que una vez pareció tan dolorosa.

Entonces podremos hablar de Empoderamiento.

Convirtamos las experiencias difíciles en oportunidades para profundizar en nuestra auto-comprensión, fortalecer y desarrollar nuestro coraje y compasión, crecer en vitalidad y sabiduría y, finalmente, lograr un estado de vida PLENO.

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SER PACIENTES

“Perder la paciencia es perder la batalla”. Mahatma Ghandi.

La paciencia está entre las grandes virtudes universales.

Perder la paciencia es dejarse llevar por las emociones en su versión más reactiva, no escuchar, y cortar las posibilidades de logro. Perder el control, sentirse derrotado y claudicar.

Aún cuando las situaciones, los intercambios, las interacciones, puedan ser difíciles, irritantes, o parecer imposibles, perder la calma y enfadarse no solo no resolverá nada, sino que seguramente empeorará las cosas.

Seamos conscientes y no nos dejemos alterar para poder gestionar bien las emociones, comunicarnos congruentemente y ser fieles a nosotros mismos.

No confundamos ser paciente con rendirse, mostrarse excesivamente vulnerable o perder el protagonismo.

Simplemente disfrutemos del presente, sin prisas. Disfrutar de cada instante sólo es posible con unas dosis de paciencia. 

La paciencia nos permite ver con claridad el origen de los problemas y la mejor manera de solucionarlos. La podemos desarrollar y trabajar para así aprender a vivir sin prisas. 

Se trata de vivir equilibradamente, y no a tirones energéticos o emocionales.

Practiquemos la paciencia a través acciones que nos hagan disfrutar, y llevemos esa sensación a toda nuestra vida, por ejemplo colocando el armario, o limpiando el coche o sentándonos una tarde a leer un buen libro. Sin prisas. Disfrutemos de ello. Y después llevémoslo a todas las acciones diarias. 

El día tiene 24 horas para todos, la gestión de nuestras prioridades nos ayudará a cultivar la paciencia. Hacer mucho no es lo mismo que hacerlo bien.

Todo está a nuestro alcance, solo depende de nuestra paciencia alcanzarlo.

#anayany
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RESPETO POR LA LIBERTAD DE DECISIÓN

Por la libertad de decisiones pasadas y futuras, aunque algunas con los años nos parezcan erróneas.

En aquel momento era lo mejor, y más si hablamos de decisiones que los padres tomamos en relación a nuestros hijos, por ejemplo. La libertad es el mayor bien que les podemos dar como seres únicos y particulares y nosotros disfrutarla igualmente como padres.

Todos los padres del Mundo queremos lo mejor para nuestros hijos, y todo lo que hacemos por ellos es lo mejor que podíamos hacer en ese momento. No existen malas decisiones si ya han sido tomadas. Esa era la mejor decisión, porque sino NO la hubiéramos tomado para nuestro propio hijo.

Lo que no tiene sentido es juzgar a los demás o culparse a uno mismo por decisiones anteriores.

Respetar la libertad de los demás, sin juicios, y valorar nuestra valentía, capacidad, sacrificio de aprender algo nuevo y tomar la decisión de intentarlo, es para nosotras la clave del éxito en cualquier campo de la vida. El derecho a decidir libremente marca nuestro destino.

Nadie somos perfectos, y nos hemos equivocado y nos seguiremos equivocando porque estamos vivos.

Apreciemos el coraje de quien busca en lo desconocido y consigue un crecimiento, sin darle margen a la resignación.

Bienvenido todo lo positivo a nuestras vidas y a todas las vidas de quienes lo elijan libremente.

Y gracias a todos los que nos brindan la posibilidad de mirar más allá.

Como dice Stephen Hawking ni el pasado ni el futuro existen, disfrutemos del aquí y el ahora.

Confiemos en nuestro instinto para abrazar el cambio y sintámonos totalmente libres de cargas pasadas y futuras.

En eso consiste la libertad.

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SALIR DE LA NORMOSIS

“El que mira hacia fuera sueña, el que mira hacia dentro despierta del sueño” Carl Gustav Jung.

Cuando la mayoría de la gente se pone de acuerdo con respecto a una opinión o una actitud, o también sobre una manera de actuar o comportarse, se manifiesta un consenso que dicta una NORMA.

La mayor parte de nuestras costumbres son el resultado de normas que hemos adoptado más o menos conscientemente mediante la imitación de nuestros padres y educadores. Ir al colegio, comer varias veces al día, o trabajar, son costumbres que provienen de normas sociales. Esas normas tienen en general la función de preservar la armonía y supervivencia de la SOCIEDAD en general (y no de las particularidades de los individuos que la conformamos, ni de nuestro equilibrio físico, emocional o mental).

Lamentablemente, no todas las normas son benevolentes para todos en todas las ocasiones. Al contrario, algunas normas son generadoras de sufrimiento o problemas. Pero como esas normas son el resultado de un consenso, la mayoría las adoptan, a pesar de su carácter negativo para ciertos colectivos.

La NORMOSIS es automática e inconsciente. Seguir a la mayoría unas veces por pereza o comodidad, y otras por simple desconocimiento es más fácil que hacerse responsable individual de una decisión particular. La seguridad de seguir a la mayoría nos quita un gran peso de encima, independientemente de las consecuencias.

El antídoto a la normosis y a la automatosis se llama libertad y la herramienta para comenzar el camino es la toma de consciencia.

Pertenecer a una minoría es visto desde la normosis, la mayoría, como un colectivo de seres vulnerables, diferentes y sujetos a la crítica. Por eso mucha gente se resiste al cambio (aunque forme parte de una minoría y lo desee desde lo más profundo como forma instintiva de supervivencia).

La minoría no normótica por nuestra parte tratamos más bien de buscar un encuentro desde la libertad. Cuando aprendemos a escuchar esta voz interior que es la verdadera sabiduría, nos volvemos realmente libres. Y descubrimos el otro lado, y todas las bondades que hay en él, a pesar de no seguir a la mayoría.

Que NO nos de miedo ser raros, diferentes o no normóticos.

Cuando descubrimos las inmensas posibilidades, felicidad, libertad, amor, salud, etc. que existe fuera de la norma, nos damos cuenta que a veces la mayoría no tiene por qué tener toda la información, y que desde su pasado, desconocimiento o negación viven en armonía con todos aquellos que ellos consideran “normales” sin darse cuenta de que la sociedad está llena de excepciones libres que estamos consiguiendo con nuestros gestos diarios darle la vuelta al concepto de “por mayoría” a favor del bien común.

Todos somos diferentes y por tanto no existe una norma única y generalizable para todos, aunque para convivir hagan falta unos mínimos ineludibles. No estamos hablando de leyes, sino de acciones diarias. Estamos en el siglo XXI, ya es hora de darnos cuenta de que la especie humana puede abarcar muy diversas situaciones de muy diferentes maneras. Aprendamos de nuestro pasado que querer hacernos a todos iguales y perfectos solo ha traído tragedia y luchas entre nosotros. Y que nos podemos elegir, cambiar, mejorar rápidamente si miramos un poco más allá de lo normótico clásico y sistémico.

Cada vez somos más, así que pronto seremos nosotros la mayoría. Espero que aprendamos de los errores y no los repitamos, respetando a los demás, sus diferencias, sus opciones, sus cambios, su evolución fuera de la norma.

Razas, sexos, discapacidad… han logrado con los años romper la norma y conseguir derechos impensables siglos atrás; religiones, políticas, culturas… han de servirnos de ejemplo de que el autoritarismo de muchos o de unos pocos no es positivo para todos y no tiene sentido en este siglo.

Seamos libres, porque todos tenemos la capacidad para decidir y la normosis no debe de ser más fuerte que el derecho a una vida digna.

#anayany
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¡VOLVEMOS A EMPEZAR!

Algo muy importante para nosotras, y que marca nuestra filosofía de vida, es seguir y seguir (continuidad de propósito). Y si hace falta volver a empezar…, ¡pues volver a empezar! (paciencia). Y aprender, aprender en cada paso (estudiar, reflexionar, meditar) y gozar del camino, y del avance de otros (inspiración y guía).

Hoy volvemos de nuevo a empezar. Lo hacemos sabiendo que no podemos hacerlo sin otros. Así que como siempre nos unimos a los mejores.

Avanzamos en nuestro camino vital afrontando el cambio en familia, como siempre, ya que es una decisión tomada entre los tres y que nadie la puede tomar por nosotros. Pero lo hacemos siendo conscientes de que en el camino hay otros muchos, que todos estamos intentado crecer por nuestros hijos, y que la inmensa mayoría de nosotros necesitamos de alguna forma a los demás. Por eso actuamos desde el corazón para el beneficio común.

Por otro lado, aspirar a obtener resultados maravillosos solo para nuestra hija es una pura contradicción. Somos conscientes de que el camino lo hacemos primero por nosotros, pero inconcebible sin los demás. Todos estamos en el mismo barco.

Nuevas ilusiones, retos, metas, cambios…Una nueva etapa para evolucionar, para mejorar, pero partiendo de la experiencia y sin miedos.

Normalmente se suele ver la vida como si fuera una línea recta ascendente, un camino que si lo transitamos durante cierto tiempo, a cierto ritmo dará como resultado llegar en cierto momento a cierto destino. Todo calculable y previsible. Y muchas personas desean este falso ideal.

Nosotros hemos descubierto que en verdad el camino es en ESPIRAL, no en línea recta ascendente, desde la mínima claridad y compresión hasta la mayor claridad y realización. Por el camino, por supuesto, hemos tropezado, y siempre habrá cosas que no salgan del todo bien…Pero esto forma parte del camino y del aprendizaje necesario para evolucionar, seguir disfrutando, compartiendo y siendo felices.

Otra cosa que hemos aprendido con los años es que cuando toca volver a empezar, pero queremos seguir en el camino de una vida feliz, no debemos transitarlo para adelantar a nadie, ni para ganar sobre otros, ni para una creciente perfección, ni por el poder o la riqueza; sino para crecer, todos juntos, conocernos a nosotros mismos, cambiar a nivel individual y grupal, y apoyar el cambio en el Mundo, y así ser más felices, más libres y en definitiva para lograr una creciente plenitud.

Como familia hemos cambiado cientos de veces, y cada cambio nos ha ayudado a llegar hasta aquí y ahora, así que agradecidos infinitamente a todos los que nos han dado el privilegio de seguir a su lado para aprender, crecer y obtener los máximos resultados para nosotros y todos los que nos acompañan.

Hacia el infinito y más allá con todas las familias ABR . Os queremos. Abrazo de OSO.💗💗💗

GRACIAS LEONID BLYUM. Te queremos. Abrazo de OSO 💓💓💓

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SE ACABARON LOS EXÁMENES


“Me permito buscar lo que considero que necesito del mundo, y no esperar que alguien me dé el permiso de obtenerlo”. Jorge Bucay.

Esta maravillosa frase puede resumir la diferencia entre aprender y estudiar.

Todos los días aprendemos millones de cosas nuevas, y no necesitamos estudiar nada relacionado con ellas. Si un tema nos apasiona profundizaremos en él de forma espontánea, le dedicaremos tiempo y esfuerzo y nos haremos expertos sin querer, porque amamos que eso forme parte de nuestras vidas.

Incorporar de forma aislada y mecánica conocimientos a nuestras vidas ( establecidos por edades), no es aprender. Más bien es cumplir con unas exigencias externas sin sentido alguno para nuestras circunstancias vitales particulares, aunque pedagógicamente perfectas. Es más, puede llegar a ser una forma de desaprender, porque mientras nos tienen entretenidos con sus cosas, nos estamos perdiendo el florecer de los almendros, las mareas más profundas del año, la mejor nevada del invierno…y todo lo que lleva asociado. Un crecimiento personal que no se recupera, porque una y otra vez nos tienen entretenidos con sus lecciones para no dejarnos ver lo que hay ahí afuera.

Resulta triste sacrificar ni un momento tan siquiera, por elegir vivir en sociedad en un país civilizado cualquiera, mientras contemplamos con admiración la libertad de los “salvajes” que están ahí afuera.

Si la educación reglada nos diera la felicidad, todos los occidentales seríamos felices, con nuestras carreras y sabiduría, con nuestro materialismo sin medida y con nuestros conocimientos que nada tienen que ver con la vida.

Quizás haya que buscar un equilibrio, para no perder la niñez y la juventud de los nuestros, sentados en un pupitre estudiando otra vez lo mismo. Y mientras, nosotros trabajando duro para poder pagarles una carrera.

Por fin se han acabado los exámenes y de nuevo otra cosa hemos aprendido. Que el sol sale todos los días para dejarnos ver su brillo y con él la vida, no solo estar pegados a un “libro”.

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