“Qué bonito es trabajar no solo mente y cuerpo, sino también espíritu”. Ana Suárez.
El espíritu de sacrificio dice: “Me amo porque te doy”. El sacrificio por el espíritu contesta: “Me doy porque te amo”.
Al evolucionar, la vida nos pone delante momentos, entornos, personas, que nos retan. Nos dan donde nos duele. Porque precisamente esa es la herida que aún nos queda por sanar. Por eso es muy importante reconocer que aprendemos de todos, porque todo nos muestra los siguientes puntos en el camino de nuestra evolución en consciencia.
Nuestro propio crecimiento pasa por cómo reaccionamos, por la forma de responder a la vida. Y ninguna es mejor que otra.
No podemos forzar a nadie a ir en una dirección, ni a ir más deprisa o quizá menos.
Podemos aconsejar, sí. Al final del día, sin embargo, tenemos que aceptar el punto de vista de los demás, porque solo ellos se conocen plenamente y saben lo que hacen en sus circunstancias actuales.
La verdadera ayuda consiste en amar y apoyar en serio aunque no sea lo que nos gustaría. ¡Cada camino es diferente!
Amemos a cada ser con el que nos relacionamos, porque cualquiera tiene un alma maravillosa llena de amor que nos está esperando para brillar. Solo se necesita permiso.
El Universo nos pone miles de exámenes, pruebas en la escuela de la consciencia. Juicios y opiniones de terceras personas, expectativas parciales, peleas por malentendidos… Aprender que cada ser humano percibe la vida según sus propios filtros, sus propias gafas, es una tarea continua en esta experiencia humana.
Miedo y amor son opuestos, dos fuerzas distintas llamando la atención del corazón. Convivimos con la parte que elegimos alimentar. Por eso hay que ser conscientes de nuestra propia energía.
Unirse es amar, vivir es explorar y bailar al son de la libertad de expresión.
Ser amor es decir nuestra verdad. Y no disculparnos por elegir algo con lo que los demás no están de acuerdo. Veamos el espíritu que está más allá de eso. Defendamos todos los valores, y todas las experiencias, como un derecho propio y único que hay que honrar.
Ser diferente no es malo. No renunciemos a ser quien somos. Aprendamos a buscar la paz entre diferentes puntos de vista, y a permitir volar y vivir, cada uno a nuestra manera.
Podemos ver al otro como enemigo, o como maestro espiritual. Desarrollar compartimentos para mantener todo en orden y bajo control (incluidos a nosotros mismos) es lo que hace la mente, una forma más de alcanzar el objetivo del ego: sobrevivir. Cuando alguna de esas circunstancias se solapan y no conseguimos estar en armonía, es cuando los problemas humanos se enfrentan con el espíritu y aparece el dilema de este título. La elección es nuestra.
Y si el ego ciega y nos cierra puertas, el amor se abrirá paso y re-creará una experiencia nueva. Una con mayor vibración. Una vida mejor, porque habremos aprendido algo más sobre nosotros mismos.
Sacrificar el espíritu de sacrificio por nuestro espíritu y mirar al interior para mantenernos saludables en todos los aspectos es una elección constante que nos acerca cada vez más a la esencia de la vida.
Por eso todos los seres humanos somos maestros espirituales para los demás, siempre que nos abramos a experimentar para luego decidir entre el miedo a aquello que es diferente por ser desconocido y el respeto a las decisiones ajenas, como una parte esencial e integral del amor incondicional a todo lo que existe.
Vivamos vibrando alto. La espiritualidad nos ayuda a ver el mundo con unas gafas diferentes y aun así vivir felices con todas las almas únicas e irrepetibles que nos rodean, respetando el libre albedrío y haciéndonos conscientes de la luz de nuestro verdadero ser.
Elijamos conscientemente la libertad, el amor, la armonía y la paz. Así creceremos, siempre en espiral.
Aprendizaje: Depende de nosotros mismos ser felices con nuestras circunstancias, tal y como son, tal y como somos, y crear cada día el futuro que nuestra alma desea.
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