Para nosotras ahorrar es vivir de forma sencilla e invertir el dinero, tiempo y energía que obtenemos de diversas fuentes en cosas que vuelven a poner: dinero en nuestros bolsillos para volver a invertir, tiempo en nuestras vidas para ser libres y energía en nuestro cuerpo y nuestra mente para ser felices.
Ahorrar como concepto de privación para tener más en el banco para comprar cosas que no necesitamos, es un concepto de ahorro que no entendemos.
“La sanación consiste en la armonía entre emociones de amor, pensamientos positivos, espíritu curativo y acción sana” Any Pascual.
Apaguemos la TV. Esa una de las mejores medicinas. La mayoría de nuestras preocupaciones lejanas se diluirán. Pensemos de dentro a fuera, de lo pequeño a o grande, de lo cercano a lo lejano, etc.
Tenemos que aprender a cuidarnos, sin llegar a trabajar para sanarnos. Ocupémonos a diario para evitar preocuparnos por crisis continuamente.
Realicemos una activa Educación para la Salud, con pequeñas acciones diarias como proceso de cuidado de nosotros mismos y de quienes nos rodean.
Una buena EDUCACIÓN alimentaria, emocional, terapéutica, financiera…da paso a una SANA ACCIÓN DIARIA que repercutirá en una sanación o cuidado de la salud.
El miedo siempre ha sido el peor enemigo para la mente humana. Busquemos alternativas que nos hagan crecer, conocer y accionar para que estemos preparados en caso de necesidad. Así el miedo será sustituido por herramientas, la histeria por tranquilidad y el desconocimiento por remedios.
¿Qué harías si un día despiertas y te parece que estás en otro planeta?
“Un día con autismo”, escrito por Julieta Ax, es una de las varias incursiones en el tema de la condición autista de una sublime poetisa latinoamericana con TEA cuyos poemas emotivos en verso libre me inspiraron para empezar a escribir un poemario, y uno de los libros narrativos que escribió.
¿Este es un libro sobre el autismo?
Sí, y también narra la experiencia de dos los jóvenes que viven con esta cualidad. También es una novela Sci-Fi (de ciencia ficción) sobre la peculiar y valiosa perspectiva de la vida de quienes ven el mundo de forma diferente.
Isaac y Matilda son dos adolescentes que han sido objeto de acoso en su instituto por tener una condición de Síndrome de Asperger, un TEA, trastorno del espectro autista, que viven en Chile.
Ambos viven con relativa normalidad, pero un día se hartaron de soportar lo que algunos alumnos expresaban en su actitud hacia ellos… inventando una fórmula que provoca autismo en alguien.
Esta experiencia de lectura empieza por la primera línea del prólogo, que plantea una pregunta que planta una semilla de aquella cualidad tan necesaria (la empatía), la cual germina en el capítulo 1 y al final del libro resulta en un árbol fuerte y sempiterno, pues lo comprendido en sus páginas nos acompaña a los lectores por toda la vida. Esa cuestión es la descrita al principio de la reseña.
La novela está contada desde el punto de vista de Isaac y Matilda, alumnos de Magdalena, una profesora que da clases donde estudian los protagonistas. Esta mujer se despierta un día de un modo extraño: todo le afecta más que de costumbre, se encuentra cansada, los ruidos le incomodan, el olor de su champú es insoportablemente fuerte, se fija en más particularidades de su entorno…
Ella relata el primer capítulo. Magdalena no comprendía anteriormente lo que se sentía viviendo con autismo, pese a contar con algunos alumnos con TEA en el centro donde trabaja. Al igual que la mayoría de personas, que tampoco podemos ponernos por completo en su piel, por mucho que a veces nos identifiquemos con algunas o bastantes de las cualidades que muestran, y quizá las PAS, como yo, con la mayoría de lo que sienten en el interior. Este libro ayuda significativamente a saber ciertos aspectos del autismo que no se ven fácilmente.
Por otro lado, retrocediendo en el tiempo un día, al último viernes de noviembre, Isaac y Matilda se encontraban en el laboratorio de química y biología de su instituto, con un vial que contenía un líquido que les parecía perfecto para su objetivo, provocar los síntomas más parecidos posible al autismo en quien bebiera aquella fórmula. Magdalena entró en la sala, Matilda se asusta y vuelca el contenido en una botella de agua.
Magdalena se bebe la botella completamente y al día siguiente por la mañana comienza en su vida… un día con autismo.
“Me permito buscar lo que considero que necesito del mundo, y no esperar que alguien me dé el permiso de obtenerlo”. Jorge Bucay.
Esta maravillosa frase puede resumir la diferencia entre aprender y estudiar.
Todos los días aprendemos millones de cosas nuevas, y no necesitamos estudiar memorísticamente nada relacionado con ellas. Si un tema nos apasiona, profundizaremos en él de forma espontánea, le dedicaremos tiempo y esfuerzo y nos haremos expertos sin querer, porque amaremos que eso forme parte de nuestras vidas.
Incorporar de forma aislada y mecánica conocimientos no es aprender. Igual que llegan se van, en función de nuestro deseo memorístico, de nuestras responsabilidades y atención.
Cumplir con unas exigencias externas pedagógicamente perfectas pero sin sentido alguno para nuestras circunstancias vitales particulares, puede llegar a ser una forma de desaprender, porque mientras nos tienen entretenidos con ciertos conocimientos, nos estamos perdiendo el florecer de los almendros, las mareas más profundas del año, la mejor nevada del invierno…y todo lo que lleva asociado. Unas experiencias difíciles de recuperar, porque una y otra vez nos tienen entretenidos con sus lecciones para no dejarnos ver lo que hay ahí afuera.
Resulta triste sacrificar ni un momento tan siquiera, por elegir vivir en sociedad, en un país civilizado cualquiera, mientras contemplamos con admiración la libertad de los que viven sin presiones ahí afuera.
Quizás haya que buscar un equilibrio, para que nuestros hijos no pierdan la niñez y la juventud sentados en un pupitre estudiando otra vez lo mismo. Y mientras… nosotros trabajando duro para poder pagarles una carrera.
Somos libres para elegir, siempre hay una alternativa, porque para eso sale el sol todos los días, para dejarnos ver su brillo y la vida ahí afuera.