«Las cosas que hay que hacer son: las que hay que hacer: las que ves que deben hacerse, y que nadie más parece ver que necesitan hacerse. Entonces concebirás tu propia manera de hacer lo que hay que hacer, que nadie más te ha dicho que hagas o cómo hacerlo. Esto sacará a relucir el verdadero yo que a menudo queda enterrado dentro de un personaje que ha adquirido una variedad superficial de comportamientos inducidos o impuestos por otros al individuo. » R. Buckminster Fuller.
Madurar pasa por reconocer la necesidad de autocuidado. Para ello debemos saber rodearnos de hábitos diarios que nos supongan alegrías activas: preparando las cosas que necesitamos para que las tareas del día salgan bien; haciendo ejercicio mientras hablamos con una amiga, etc. Además de las alegrías pasivas que nos dan o llegan de fuera: una visita inesperada, una noticia positiva, etc.
Pero también necesitamos más cosas, propias, íntimas, que nos colmen de alegría: sentarnos solas en silencio con un té frío sin hacer nada, darnos un baño relajante, leer un libro mientras tomamos el sol, salir a dar un paseo lento, etc. Pequeños autocuidados diarios que formen parte de nuestra vida, además de dar lo mejor de nosotras mismas con la voluntad de ayudar a los demás.
Todo es importante.
Cuidarnos es tan fácil como querernos mucho y convertir esas acciones diarias de autocuidado en hábitos: comer sano, mover nuestro cuerpo, descansar, meditar, mimarnos, escucharnos, agradecer…
Aprendizaje: El autocuidado nos empodera.
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