«El regalo más preciado que podemos dar a otros es nuestra presencia. Cuando nuestra atención plena abraza a los que amamos, florecen como flores’ Thich Nhat Hanh.
Todos podemos encontrarnos en nuestras vidas con un rol para el que en un principio nadie está preparado: cuidador o “necesitador” del cuidado 24 horas al día. Si lo pensamos, tener a alguien al lado que nos cuide, es simplemente la materialización del Amor en una de sus formas. Cuidar es Amar. Por eso cuando la vida nos acerca a un cuidado más consciente debido a una circunstancias especiales, reconocemos enseguida este binomio inseparable.
Y en ese papel estamos muchas mujeres del siglo XXI, que elegimos trabajar o no fuera de casa, muy activas e inquietas a la hora de ayudar a los demás, que nos sentimos bien y seguras de nosotras mismas, con mucha energía, con la sabiduría suficiente de la vida para permitirnos afrontar las cosas con fuerza y que aceptamos, además, el rol de ayudar a nuestros seres queridos acompañándolos en su camino desde el Amor Infinito, libremente.
Damos y recibimos los cuidados de quienes nos necesitan, nuestros hijos.
UNA CUIDADORA, DOS VIDAS
Solas, en pareja, con más o menos ingresos y formación… como colectivo, presentamos unos rasgos que no tienen que pasar desapercibidos, ni en nuestro entorno cercano, ni para los médicos, rehabilitadores u otros profesionales que interactúan con nosotras.
Cada vez tenemos más peso para la industria, ávida de nichos de negocio: ortopedias, adaptaciones, salud, etc. Ya somos un grupo muy numeroso, grandes consumidoras de todo lo relacionado con la rehabilitación, la nutrición, el cuidado personal, etc., lo que crea oportunidades de negocio y nos da relevancia social. De ahí que ya nos pueden ver como un grupo muy importante de consumo y de apoyo a los profesionales de la salud, y solo queda que la administración y la sociedad en general nos consideren necesarias para el cuidado de parte de la población, tanto de nuestros hijos pequeños con necesidad total de apoyo como menores con gran discapacidad como de nuestros hijos jóvenes adultos grandes dependientes, que forman una población cada día más representativa gracias a nuestros cuidados.
Somos mujeres de hoy en día, valientes, lúcidas y comprometidas que rebosamos proyectos, energía y seguridad en nosotras mismas.
Pero tenemos que reconocer que con los años y el transcurrir de la vida nos pesa estar solas. Es hora de pedir ayuda para cuidar nuestra salud física, emocional, mental y financiera. Es hora de Cuidar al Cuidador.
UNA CUIDADORA, DOS VIDAS
Además de Cuidadoras Principales tenemos también otras identidades: esposas, trabajadoras en casa, estudiantes, profesionales… entre otras, aunque nos dedicamos en alma y corazón a ser Cuidadoras Principales de nuestros hijos, haciéndonos cargo de nosotras mismas y de quienes más nos necesitan, desde el respeto, el conocimiento de quien aprende de la experiencia y, sobre todo, desde el Amor Infinito.
Por motivos políticos y económicos, todavía nos vemos obligadas a no tener descanso, formación al alcance de todas o suficientes ayudas, sin embargo celebramos la plenitud de ser orgullosas cuidadoras de quienes nos necesitan y ayudan para seguir adelante, a la vez que cultivamos nuestro crecimiento en todas las áreas de la vida.
Afrontamos nuestra situación con la mirada de las personas del siglo XXI, aportando nuestro granito de arena para que los profesionales que nos rodean nos hablen de igual a igual, y lo más importante, los y nos respeten y traten con humanidad.
Somos personas que disfrutamos de lo que hacemos, pero somos conscientes de que necesitamos ayuda para mantener nuestra energía, salud y libertad. La ayuda de TODOS: familiares, profesionales, Estado…
POR NUESTRA SALUD FÍSICA, MENTAL, EMOCIONAL Y FINANCIERA.
Sabemos poco de todo y mucho de «mundología» porque tratamos con mucha gente en el entorno del cuidado familiar, hemos vivido muchas experiencias (tanto enriquecedoras como duras) y lo mismo hemos estado horas y horas en las salas de espera de un hospital que hemos ayudado a que nuestros hijos, por ejemplo, logren hitos que ni los profesionales se pueden creer.
Somos mujeres del siglo XXI y como tales desarrollamos nuestro crecimiento personal, profesional, emocional y espiritual. Tenemos una vida feliz con nuestras circunstancias y estamos llenas de ilusiones. Hemos tomado las riendas de nuestras vidas, sabemos pedir ayuda si la necesitamos y aprendemos todos los días cosas nuevas mientras aplicamos nuestros cuidados desde el Amor Incondicional, la Generosidad Infinita y la Esperanza de mejorar la vida de la familia.
Las circunstancias vitales de cada una de nosotras es diferente a todos los niveles (económico, social, etcétera) pero lo que nos une es más fuerte que lo que nos diferencia. El AMOR. Sabemos que es darlo todo a cambio de nuestra mejor recompensa, una sonrisa, una mirada o un abrazo inesperado entre los que nos cuidamos a diario.
UNA CUIDADORA, DOS VIDAS
No somos ni maestras, ni enfermeras, ni fisioterapeutas, ni logopedas, ni nutricionistas… aunque ejercemos de todo ello a diario. Somos las mejores alumnas de las formaciones que nosotras mismas nos pagamos o simplemente seguimos adelante sin ayuda a base de ensayo-error. Somos grandes investigadoras buscando lo mejor para la vida de las personas que tenemos a nuestro cargo, y aprendemos rápido a buscar soluciones a los problemas que nos surgen por el camino.
Esta es la vida, llena de felicidad y de lucha, de muchas mujeres que hemos decidido cuidar a nuestros seres queridos, las Cuidadoras Principales.
Solo espero que la próxima vez que alguien se cruce con nosotras (conocidos, familiares, profesionales, personal de la administración, etc.) vean a las mujeres que somos: bellas por dentro y por fuera, formadas, capacitadas, en continuo crecimiento y orgullosas de nosotras mismas y de nuestras familias, pero sobre todo espero que se den cuenta de que necesitamos ayuda.
POR NUESTRA SALUD FÍSICA, MENTAL, EMOCIONAL Y FINANCIERA.
UNA CUIDADORA, DOS VIDAS
GRACIAS.
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