“El hombre que ha empezado a vivir seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera”. Ernest Hemingway.
Nosotras vivimos sencillamente, dándonos tiempo y espacio para la paz, desde la libertad y siendo felices con nuestras circunstancias.
Con los años hemos aprendido que la abundancia también se puede aplicar a la sencillez y así lo hacemos siempre que nos relacionamos con todo lo que nos rodea, material o inmaterial, buscando un equilibrio.
Llevar un estilo de vida sencillo, orgánico y ordenado nos ayuda a tener una vida más fácil y nos hace ser más libres.
Cada día aprendemos que podemos elegir ser felices desde la sencillez porque hemos hecho que lo que nos rodea esté en armonía.
“El conocimiento de uno mismo es el primer paso para toda sabiduría”. Aristóteles.
No solo somos un cuerpo físico. Por eso nosotras podemos ser felices independientemente de nuestras circunstancias físicas. Conscientes de que este cuerpo físico es el “coche” que tenemos para esta vida (como Any nos explica en el poema “Conduciendo por la vida” de su libro “Sensibilidad”), nos cuidamos a diario a través de los frutos de la Madre Tierra y del trabajo diario con nuestro cuerpo energético etérico. Nos cuesta mantenernos con los pies en la tierra, pero somos físicas, corporales y debemos un respeto a nuestro cuerpo.
Somos conscientes de que el cuerpo físico y el cuerpo etérico forman parte de nuestra vida y se retroalimentan.
Por eso nosotras mantenemos con fuerza las energías de nuestro cuerpo etérico: recibiendo el sol de forma consciente, el aire, el viento, tomando agua de mar, baños de mar, alimentos orgánicos, abrazando árboles, viviendo naturalmente… para contrarrestar los problemas físicos derivados de la vida actual.
Nuestro cuerpo físico nos agradece esas energías y aprovecha la vitalidad de nuestro cuerpo etérico. Levantarse todos los días con energía es recargar las pilas de la vida.
Si somos conscientes de quiénes somos, agradeceremos nuestros cuerpos y los cuidaremos.
Hoy hemos aprendido que estar saludables implica ser conscientes de quiénes somos en nuestra totalidad: conozcámonos.
«Yo sería feliz en un lugar donde solo pueda escuchar el trono de las aves y las flores me reciban cada mañana. Dónde el viento de los mejores consejos y el sol muestre su mejor rostro para plasmarlo con mi alma». Vincent Van Gogh🌻💛
Ser felices no se trata de tener, aunque está claro que a nadie le gusta pasar hambre, frío, necesidad, etc.
Nosotras sabemos lo que es vivir con problemas que no se solucionan fácilmente. Por eso a diario nos esforzamos para, entre las dos, seguir siendo felices en libertad. Sabemos que si dependemos de algo o alguien más, será más complicado crecer, avanzar o ser felices con nuestras circunstancias.
Ser dependiente va más allá de una condición física. Depender mental, emocional, económica o espiritualmente de algo o alguien es perder libertad. Por eso anayany es una y es todo, porque juntas somos mejores, nos complementamos, amamos y somos más libres y felices. Por eso nosotras elegimos trabajar a diario para vivir en paz con nosotras mismas, vivir en libertad según nuestros valores sin entrar en conflictos y así mantenernos felices a través de la combinación de muchas cosas.
Poder elegir nuestro estilo de vida y vivir conforme a nuestros valores forma parte de la feliz paz vital de ser libres de forma independiente ayudándonos mutuamente.
Elijamos con quién queremos compartir nuestra libertad, paz y felicidad. Para dar y tomar, para crecer. Para vivir.
Caminando por un prado, un granjero se encontró un huevo de águila. Sin pensarlo dos veces, lo metió en una bolsa y, una vez en su granja, lo colocó en el nido de una gallina de corral. Así fue como el aguilucho fue incubado y criado junto a una nidada de pollos. Al creer que era uno de ellos, el águila se limitó a hacer durante su vida lo mismo que hacían todos los demás. Escarbaba en la tierra en busca de gusanos e insectos, piando y cacareando. Incluso sacudía las alas y volaba unos metros por el aire, imitando así el vuelo del resto de gallinas. Los años fueron pasando y el águila se convirtió en un pájaro fuerte y vigoroso. Una mañana divisó muy por encima de él una magnífica ave que planeaba majestuosamente por el cielo. El águila no podía dejar de mirar hacia arriba, asombrada de cómo aquél pájaro surcaba las corrientes de aire moviendo sus poderosas alas doradas.
—¿Qué es eso? —le preguntó maravillado a una gallina que estaba a su lado.
—Es el águila, el rey de todas las aves —respondió cabizbaja su compañera—. Representa lo opuesto de lo que somos. Tú y yo somos simples pollos. Hemos nacido para mantener la cabeza agachada y mirar hacia el suelo.
El águila asintió con pesadumbre. Y nunca más volvió a mirar el cielo. Tal como le habían dicho, murió creyendo que era una simple gallina de corral.
Aprendizaje: Somos más que nuestras creencias. Al expandir nuestra mente, descubrimos el alma que siempre está ahí para ayudarnos.