“La violencia racial, de género, sexual y otras formas de discriminación y violencia, no pueden ser eliminadas sin cambiar la cultura”. Charlotte Bunch.
Lo que nosotras anhelamos para todo hombre, mujer y niño es una existencia en la cual las características individuales y los derechos personales queden salvaguardados por la solidaridad de nuestra pertenencia a esa sola familia que constituye la Humanidad.
Amor, paz, compasión, humildad… no son más que componentes imprescindibles para que realmente exista ese TODO común.
Vivimos en una sociedad en la que no han desaparecido la discriminación, la xenofobia y otras formas de intolerancia.
El miedo, el temor a lo diferente, el temor del uno al otro, el miedo a la pérdida de la seguridad personal, está detrás de esta lacra social.
El miedo humano es en sí mismo imposible de erradicar, pero estamos convencidas de que sus consecuencias sí pueden cambiar si crecemos de espíritu.
Todos los seres humanos constituimos una sola familia.
La diversidad de condiciones, razas y culturas nos lleva al enriquecimiento mutuo.
Esta diversidad nosotras la tomamos como un REGALO. No entendemos que sea una fuente de menosprecio y conflicto, de exclusión, discriminación e intolerancia, sino de crecimiento, aprendizaje y amor mutuo.
Garanticemos entre todos el completo reconocimiento de la dignidad y la igualdad o equidad, y el pleno respeto de los derechos humanos.
Busquemos esa conversión propia, si es necesaria, de la mente y del corazón y eduquemos a las nuevas generaciones en igualdad, o mejor aún, no manipulemos socialmente desde pequeños sus comportamientos.
Nacemos libres e iguales, es la vida en sociedad la que nos cambia para restarnos libertad.
Aprendizaje: Respetemos que el mundo está formado de personas arcoíris.
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