¡RETO «#YOMEQUEDOENCASA HACIENDO ABR» TERMINADO!!

Hoy terminamos el RETO de 15 días “Haciendo ABR en España” y nos ha encantado compartir con más familias el trabajo diario y constante que realizamos en el hogar para ayudar a nuestros hijos.

Al fin y al cabo pertenecemos a esta Gran Familia que buscamos alcanzar el máximo potencial de una forma saludable y evitando situaciones forzosas. Por eso nos encanta COMPARTIR nuestra experiencia y VER como todas las familias estamos juntas en este camino.

A diario realizamos este programa de Coaching Terapéutico para padres de niños con problemas en el desarrollo y personas con problemas físicos, creado por Leonid Blyum. En él se combinan: la destreza y la habilidad de las madres o cuidadoras que realizamos los ejercicios consistentemente tras un entrenamiento de calidad técnica, con la parte de crecimiento emocional que debe desarrollar una familia con un miembro con necesidades diferentes.

Trabajamos el tejido fascial para provocar una respuesta tónica de los componentes de la fascia: los músculos, las cápsulas, los huesos, la grasa, etc. liberando la fascia excesivamente apretada y acortada o fortaleciendo la fascia debilitada y alargada.

Llevamos muchos años trabajando esta Terapia con éxitos increíbles en muchos campos: motórico, respiratorio, deglución, habla, digestivo, comportamiento, etc. y nos hace mucha ilusión ver las mejoras también en los demás niños.

Desde anayany.com aquí estamos para participar en cualquier actividad que de alguna forma pueda ayudar a los demás.

#anayany

#vidasana

#amorinfinito


#ABR


#LeonidBlyum

UNA DE CUENTOS (XI)

«Lo que aprendí durante la cuarentena» del ‘El Libro Rojo’ de Carl Gustav Jung.

«-Capitán, el chico está preocupado y muy agitado debido a la cuarentena que nos han impuesto en el puerto.

-Qué te inquieta, chico? ¿No tienes bastante comida? ¿No duermes bastante?

-No es eso, Capitán. No soporto no poder bajar a tierra y no poder abrazar mi familia.

-¿Y si te dejaran bajar y estuvieras contagioso, soportarías la culpa de infectar a alguien que no puede aguantar la enfermedad?

-No me lo perdonaría nunca, aún si, para mí, han inventado esta peste.

-Puede ser. ¿Pero si no fuese así?

Entiendo lo que queréis decir, pero me siento privado de mi libertad, Capitán, me han privado de algo.

-Prívate tú de algo más.

-Me estáis tomando el pelo?

-En absoluto. Si te privas de algo sin responder de manera adecuada, has perdido.

-Entonces, según usted, si me quitan algo, ¿para vencer debo quitarme alguna cosa más por mí mismo?

-Así es. Lo hice en la cuarentena hace 7 años.

-¿Y que es lo que os quitaste?”

-Tenía que esperar más de 20 días sobre el barco. Eran meses que llevaba esperando llegar al puerto y gozar de la primavera en tierra. Hubo una epidemia. En Port April nos prohibieron bajar. Los primeros días fueron duros. Me sentía como vosotros. Luego empecé a reaccionar a aquellas imposiciones no utilizando la lógica. Sabía que tras 21 días de este comportamiento se crea una costumbre, y en vez de lamentarme y crear costumbres desastrosas, empecé a portarme de manera diferente a todos los demás. Reflexioné sobre aquellos que tienen muchas privaciones cada día de su miserable vida y decidí vencer. Empecé con el alimento. Me impuse comer la mitad de cuanto comía habitualmente, luego empecé a seleccionar los alimentos más digeribles, para que no se sobrecargase mi cuerpo. Pasé a nutrirme de alimentos que, por tradición, habían mantenido el hombre en salud.

El paso siguiente fue unir a esto una depuración de pensamientos malsanos y tener cada vez más pensamientos elevados y nobles. Me impuse leer al menos una página cada día de un tema que no conocía. Me impuse hacer ejercicios sobre el puente del barco. Un viejo hindú me había dicho años antes, que el cuerpo se potenciaba reteniendo el aliento. Me impuse hacer profundas respiraciones completas cada mañana. Creo que mis pulmones nunca habían llegado a tal capacidad y fuerza. La tarde era la hora de las oraciones, la hora de dar las gracias a una cualquiera entidad por no haberme dado como destino privaciones serias durante toda mi vida.

El hindú me había aconsejado también adquirir la costumbre de imaginar la luz entrar en mí y hacerme más fuerte. Podía funcionar también para la gente querida que estaba lejos y así esta práctica también la integré en mi rutina diaria sobre el barco.

En vez de pensar en todo lo que no podía hacer, pensaba en lo que habría hecho una vez bajado a tierra. Visualizaba las escenas cada día, las vivía intensamente y gozaba de la espera. Todo lo que podemos obtener enseguida, nunca es interesante. La espera sirve para sublimar el deseo y hacerlo más poderoso. Me había privado de alimentos suculentos, de botellas de ron, de imprecaciones y tacos. Me había privado de jugar a las cartas, de dormir mucho, de ociar, de pensar solo en lo que me habían quitado.

-¿Cómo acabó, Capitán?

-Adquirí todas aquellas costumbres nuevas. Me dejaron bajar después de mucho más tiempo del previsto.

-¿Os privaron de la primavera, entonces?

-Sí, aquel año me privaron de la primavera, y de muchas cosas más, pero yo había florecido igualmente. Me había llevado la primavera dentro de mí y nadie nunca más habría podido quitármela.»

Carl Gustav Jung.

MAMÁS ESPECIALES EN SITUACIONES ESPECIALES

“Hay que entender que mi autocuidado no es egoísmo, somos súper culposas. Mi autocuidado es también por amor a ella, porque ella me necesita bien y también para darle un buen ejemplo. Yo quiero que mi hija sepa que yo soy feliz gracias a ella, no que mi vida se transformó en un desastre porque ella existe”. Sonia Castro.

Ser Mamá no es fácil. Ser Mamá Especial es un poco más difícil. Y ser Mamá Especial en situaciones especiales es aún más difícil.

Nadie nos prepara para ser madres, y cuando quienes más queremos en nuestra vida, que son nuestros hijos, tienen algún problema…

Pero con resiliencia nos levantamos y seguimos. Y ahora aquí estamos.

Nuestros hijos son expertos en pasar por complicaciones médicas.

Todos los inviernos estamos pendientes de tomar las medidas adecuadas para no caer en problemas respiratorios.

Esta experiencia, a lo largo de su vida, nos ha dado a las familias herramientas para trabajar a favor de la salud, más en momentos como los actuales. Y llevamos implementándolas años, así que ahora con más ahínco.

¡Vamos! Usemos todas nuestras armas de Mamás Especiales para pasar también esta vez por encima de estadísticas y resultados en la media. Sabemos lo que tenemos que hacer y trabajamos, como siempre, duro, día a día para que nuestros hijos nos despierten en mitad de la noche con una sonrisa.

Ahora son los demás los que se encuentran en una situación de alerta, como la que nosotras tenemos todos los días en la vida de nuestros hijos.

Comida saludable, terapia en el hogar (ABR especial respiratorio), sol, alegría y remedios naturales. Como siempre.

Y si los necesitamos, ahí estarán los profesionales para tomar las medidas necesarias, porque somos población de riesgo y sabemos mejor que nadie lo que valen. La medicina de urgencias nos ha ayudado miles de veces.

Y lucharemos por nuestros derechos como siempre, porque todos somos iguales.

Hoy es esto, ayer fue lo otro y mañana será lo siguiente. Pero nosotras seguimos día a día con lo nuestro, que bastante es, respetando a los demás y cumpliendo con las normas.

Nuestros problemas son visibles, si te fijas un poco. En esta crisis lo que observamos son los problemas no visibles de muchas personas que hasta que han experimentado en primera persona el MIEDO a perder la salud, esa salud por la que llevamos años luchando nosotras, no se podían ni imaginar lo que es vivir así todos los días de la vida, y sin que nadie se de cuenta.

Esperemos que a partir de ahora todos aprendamos la gran lección de saber lo que es importante en esta vida y que nunca nos olvidemos de los aprendizajes en cuanto a solidaridad, empatía, respeto, higiene social, bien común, etc.

Todos somos iguales, aunque algunos llevamos muchos años practicando para poder seguir viviendo.

Un abrazo a todas las Mamás Especiales. Resiliencia.

#anayany
#mamásespeciales
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LA DEMOCRACIA DEL CORAZÓN

“El que mira hacia fuera sueña, el que mira hacia dentro despierta del sueño” Carl Gustav Jung.


La mayor parte de nuestras costumbres son el resultado de normas sociales que hemos adoptado más o menos conscientemente. 

Cuando un grupo de personas nos ponemos de acuerdo con respecto a una opinión o una actitud, o también sobre una manera de actuar o manera de comportarnos, se manifiesta un consenso que dicta una norma. Pero para nosotras las normas las marca el amor infinito por uno mismo y por los demás.

Porque algunas de las normas sociales, no rigen un bien amoroso común, sino que tienen  la función de preservar la armonía y supervivencia de la sociedad en general, no de los individuos en particular. Son el resultado de un consenso y por eso las aceptamos cuando nos relacionamos o vivimos en sociedad, ya que el estilo de vida actual, y nosotros individualmente como sus componentes, no asumimos la responsabilidad individual.

Nosotras no seguimos a la mayoría, no por rebeldía, sino porque nos hacemos responsables de nuestras vidas. La seguridad de seguir a la mayoría no nos aporta nada en nuestro estilo de vida. No seguimos a líderes de una dualidad u otra, decretamos que somos libres y así podemos rodearnos de felicidad independientemente de las circunstancias. Respetamos, entendemos, y seguimos nuestro camino aceptando, pero conscientes. Escuchamos nuestra voz interior, que es para nosotras donde reside la verdadera sabiduría, y desde el amor disfrutamos de ser libres en nuestro estilo de vida diario y nos adaptamos cuando nos relacionamos socialmente. No jugamos a ser diosas, sino que nos empoderamos para vivir felizmente. Si caminamos desconectadas de nosotras mismas, sin darnos cuenta nos estarán desempoderando.

Mientras que el ser humano no sea humano (espiritual, mental, emocional y físicamente) y no seamos capaces de ejercer un control propio sobre nosotros mismos y nuestra relación con los demás, alguien más vendrá y establecerá normas y leyes para todos según su criterio. 

A todos nos educaron en la dualidad del bien y del mal. Todos hemos sido educados en el desencuentro de la sociedad, en la dualidad competitiva y en el falso empoderamiento de lo bueno es lo mío. Nos han educado según los criterios de lo que es correcto por el principio de autoridad con el que nos relacionamos: partido político, equipo de fútbol, religión, salud… Nos han entrenado para que confiemos más en lo que dice la autoridad que en nosotros mismos. Pero el principio de autoridad es de por sí dictatorial: el de los gobiernos, centros escolares, la economía, etc. 

Por eso es muy importante darse cuenta de que cuando lo oficial choca con la alternativa, son las autoridades en verdad  las que chocan, no la realidad. Nadie tenemos toda la información. Cada uno vivimos nuestra realidad y por eso existe el miedo y la necesidad de refugiarse en un grupo. 

Nosotras valoramos más ser librepensadoras y aprendemos de las experiencias vivenciadas. La democracia interna del corazón consiste en ver que el otro te complementa. Por eso valoramos lo diferente y “la visión del águila” para ver todo desde una perspectiva más amplia. Nosotras no competimos por tener la razón, la verdad o lo material, colaboramos con la Naturaleza por un bien común. Los seres humanos somos simplemente seres vivos, no dioses.

Seguir las normas comunes sin más, sería cómo desentendernos de las relaciones desde el amor, desde el corazón, y someternos al líder de turno como refugio por la pereza de adquirir el conocimiento propio o negar la dualidad educativa. Entonces seguir a las masas es lo más fácil. 

En un mundo ideal en el que las personas mirásemos empáticamente hacia los demás, día a día, respetando que todos somos diferentes, no sería necesario tratar a las masas como seres irracionales. Por supuesto que para convivir hace falta unos mínimos ineludibles, pero cada individuo sería responsable de su vida y de la de los demás como parte de un sistema comunitario. No se trata de defender una utopía, sino de despertar para dejar de vivir en la distopía actual. No serían necesarias tantas leyes, sino que cada individuo se responsabilizara de sus acciones diarias a favor de un crecimiento y bien común. 

Estamos en el siglo XXI, ya es hora de darnos cuenta de que la especie humana puede abarcar muy diversas situaciones de muy diferentes maneras. 

Existen Leyes Universales, no creadas por gobiernos sino por el hombre, para vivir en comunidad como seres sociales, que son más importantes que las decisiones políticas. Vivamos desde el amor, la empatía, la solidaridad, la compasión, la felicidad, el bien común, etc.

Aprendizaje: Para ser libres debemos vivir desde la democracia de corazón.

#anayany
#vidafeliz

RESEÑA “A DOS METROS DE TI”.

Por Any Pascual.

“Necesitamos estar cerca de las personas a las que queremos tanto como el aire que respiramos” R.L.

“A dos metros de ti”, escrito por Rachael Lippincott, es definitivamente uno de mis cinco libros favoritos, alternando de vez en cuando su posición con “El Alquimista” de Coelho.
Probablemente a algunos de vosotros os recuerde a algo el título; han hecho una adaptación a la gran pantalla en el 2019. Sí, así de conmovedor es. Puede que ya sepáis su argumento de base.

Por si no lo conocéis, es importante señalar antes de exponerlo que, aunque superficialmente pueda parecerse al superventas “Bajo la misma estrella”, es diferente y a mí me tocó mucho más profundo.

Esta es una historia de amor en condiciones difíciles, protagonizada por adolescentes, que pienso que todas las personas deberían leer, independientemente de sus gustos o edad, para concienciarse.
Y también es el libro publicado (y escrito por otra persona) que más tiene que ver conmigo, de los que he leído y/o conozco.

Asimismo, es una historia sobre una cosa que conozco bien, por experiencia propia (y que incluso menciona una experiencia que he tenido y sufrido, polipectomía nasal): la Fibrosis Quística.

Este es un libro polifacético, que se puede leer desde muchas perspectivas, dependiendo de las experiencias del lector.

Durante toda la lectura, tuve dos reacciones complementarias simultáneamente. Por un lado, estaba con el corazón encogido (metafórica y físicamente, pues el pecho me dolía debido a mis pensamientos de angustia), por lo que les ocurre a los protagonistas, Stella y Will, durante el desarrollo de la novela. Y por el otro, un agradecimiento muy intenso y valioso hacia mi familia, mi propia vida y mis circunstancias, por estar sana y en casa, con mis padres. Tengo Fibrosis Quística, y vivo feliz con mis circunstancias controladas.

Stella y Will me han enseñado muchas cosas. Lo admito: me obsesioné hace años subconscientemente con la Ley de la Atracción, y ello causó que prefiriera centrarme en lo positivo y nunca, si se puede evitar, pensar o hablar de las cosas que no son positivas (he hecho un trabajo personal al respecto: solo menciono cuál es mi inclinación, mi decisión subconsciente en un primer momento). Por ello, siempre había evitado hablar de mi Fibrosis Quística cuanto era posible, y desconocía, por propia iniciativa, aspectos poco prácticos y útiles en mi caso. Si soy sincera, temía todos los “quizá” o “mejor evitar”, y temía completamente definirme (también que otras personas me definieran o pensaran así de mí, pero sobre todo yo misma) como alguien que tiene un diagnóstico, y aún tenía más terror de que fuese en algo tan aparentemente crudo como la FQ.
Esta historia me ayudó muchísimo, tanto como no os podéis imaginar. Me ayudó a saber, aunque fuera aproximadamente, cuál es uno de los peores escenarios posibles para los que tenemos FQ. Me ayudó a perder el miedo a la operación menor de pólipos a la que me sometería (lo leí semanas antes y otra vez la noche previa, por completo, mientras comía lo último antes de las 12 horas de ayuno). Sabía que, por muy mal que pudiese ir, incluso en el absolutamente terrorífico caso de que ocurriese que parte de mis pensamientos me recordaban a cada minuto, siempre sería mejor que la vida de Will y que la rutina hospitalaria de Stella.

Me ayudó a comprender cómo es la vida de alguien “normal” con Fibrosis Quística, alguien que no ha tenido las herramientas que tuvimos a nuestro alcance nosotros como familia y yo como alma. Y me enseñó las (necesarias) normas y trabajo para mantener unos pulmones sanos en una situación de riesgo.

Creo que este libro es un imprescindible para cualquier persona con FQ, y para muchos en la situación actual.

Por la pandemia que vivimos se nos está diciendo que nos quedemos en nuestras casas (haced caso, quedaos) y que, si tenemos que salir (a hacer la compra o a la farmacia, o incluso para sacar mascotas) mantengamos SIEMPRE una distancia mínima de un metro con las otras personas.

Pues bien, lo que propone esta novela, escrita hace ya tiempo, antes de todo esto, es que, por seguridad, por la seguridad de los vulnerables, por la seguridad de los que tenemos afecciones respiratorias, por la seguridad de los muchos que somos población de riesgo, estemos a dos. Siempre, estemos “a dos metros, de ti”. Y si tenemos que medir la distancia entre nosotros con palos de jugar al billar, ¡Adelante!

¡Viva Stella! ¡Viva Will!

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#amorinfinito
#yomequedoencasa