A veces se confunde el amor con otras cosas. Llegar a veinticinco años de vida juntos, tras el matrimonio, es más que una fecha en el calendario, es en sí, una declaración de amor. No se trata solo de haber resistido el paso del tiempo, sino de haber sentido, cambiado y crecido juntos.
La pareja, para nosotros, representa una alianza libremente elegida para construir un “nosotros” que no anule el “yo”, sino que lo expanda. Es el placer de caminar con otro ser humano hacia lo desconocido, sabiendo que habrá momentos de luz y de sombra. Es aprender a ver el mundo con otros ojos y a dejar que esos ojos transformen los tuyos.
La familia, nacida de ese amor, es para nosotros un micromundo donde se aprende a amar sin condiciones, a cuidarnos en la fragilidad y donde se comparten los valores, las conductas y las creencias. En familia, el amor se demuestra en cada acción cotidiana: un gesto, un silencio oportuno, una renuncia que se elige con alegría.
Hace veinticinco años de nuestra boda en la Capilla de Jesusín de Galiana y hoy celebramos la permanencia del vínculo frente a la novedad, la construcción paciente frente al consumo rápido de muchísimas experiencias diversas, y el amor incondicional sin la renuncia particular. No ha sido fácil aprender a reconocer que la pareja y la familia no son entidades estáticas, sino ríos que cambian de cauce, pero que conservan la esencia de sus aguas.
Hoy este aniversario muestra que nosotros como pareja y como familia vivimos con más ternura, más fortaleza y más sentido común y sobre todo, que todo con esfuerzo, trabajo y amor tiene su recompensa.
Feliz aniversario Manu, nuestro amor se manifiesta a diario cuando juntos cuidamos a Any. Ella refleja lo que somos juntos, tras veinticinco años casados, amor infinito junto a nuestra hija. No ha sido fácil, pero hemos aprendido a ser felices, como una familia, independientemente de las circunstancias.
Felicidades, ¡Y a por otros 25!!
@anayany.comweb