LA DISTOPÍA EN LOS PADRES DE NIÑOS CON PROBLEMAS EN EL DESARROLLO

«No fuimos creados para ser devorados por la ansiedad, pero si para vivir libres y sin miedo en un mundo donde hay trabajo que hacer, la búsqueda de la verdad, amor para dar y amor para recibir» Joseph Ford Newton.

Todos los padres especiales sabemos que había cosas que no se estaban haciendo bien en temas de capacidades diferentes, pero el miedo nos paralizaba o simplemente estábamos durmientes en esta sociedad consumista, manipulada, sin valores ni principios, deshumanizada, desnaturalizada…

No despertaremos hasta que seamos conscientes de lo verdaderamente importante en la vida: VIVIR.

Creemos entre todos una consciencia parental para proteger a los niños con parálisis cerebral y problemas del desarrollo.

Falta consciencia familiar global. Aún son muchos los padres distópicos.

Con los años nosotras nos hemos dado cuenta de que estábamos vendidas a los negocios, empleados y funcionarios inconscientes, hasta que decidimos gestionar nosotras mismas nuestra salud y calidad de vida. No es valentía, es sentido común.

Uno de los grandes problemas de los padres especiales es que además de formar parte de esta sociedad distópica que gasta todo lo que se gana y aumenta el nivel de gasto cada vez que aumenta el nivel de ingresos, cuando tenemos un hijo con discapacidad tenemos aún más problemas para adquirir materiales que con el tiempo nos damos cuenta de que no mejoran la calidad de vida de nuestros hijos. Y entramos en un segundo círculo vicioso, una rueda que nunca deja de girar pensando en darles “todo” y lo mejor a nuestros hijos, sin parar a mirar los resultados y experiencias previas. Economía Familiar y Discapacidad están muy relacionadas. Sabemos que a muchas personas no les gusta hablar de dinero, y se respaldan en que bastantes problemas tenemos para estar pensando también en la falta de dinero, o lo que es peor aún, en la mala gestión de nuestros ingresos. Pero la gestión de la Economía Familiar de las Familias con Capacidades Diferentes no es fácil, y no debemos mirar para otro lado.

El mercadeo agresivo de los productos ortopédicos, médicos y farmacéuticos, pasando por nuestro deseo imposible de ser padres normóticos, y la falta de educación financiera, nos pone a los padres en una situación tan estresante que no tenemos tiempo para pensar.

Todo esto hace que por más que tengamos ayudas, subvenciones, ingresos por trabajo, etc. nunca sea suficiente para darles a nuestros hijos todo lo que el mercado ofrece y nosotros pensamos que les puede ayudar. Tras la Ley de Dependencia ha quedado a la luz, más que nunca, el negocio que hay detrás de las personas dependientes.

Si como padres no nos formamos y nos educamos para tomar las riendas de la vida de la familia, jamás nos libraremos de este negocio agresivo que está detrás de la discapacidad.

Bipedestadores y andadores último modelo, camas posturales, férulas que se quedan pequeñas, sillas con todas las adaptaciones del mundo, coches adaptados, suplementos, medicinas, etc. Nunca se acaba. Siempre hay algo nuevo, o el último modelo, o el peregrinaje continuo buscando el milagro sin esfuerzo, según la moda y el momento.

Y lo peor de todo son los resultados. Miles de euros gastados para acabar con el niño, ya adolescente, en quirófano con dolores y sin avance, porque a un cuerpo adulto le cuesta mucho más vencer los efectos de la gravedad que a un niño, y entonces casi nadie tiene soluciones.

Y por mucho que gritemos, porque nuestros hijos son ya mayores, poniendo en alerta a los nuevos padres especiales, de nada sirve cuando es tu hijo, lo que más quieres en el mundo, y los padres recién llegados a la discapacidad piensan que puede beneficiarse de miles de cosas, como hicimos todos, y que saben más que los demás. Pero muchas familias ya lo hemos vivido y experimentado y por desgracia, la mayoría de cosas solo sirven para vaciar nuestros bolsillos y después de años acabar quemados para lo realmente importante, tomar las riendas.

Es un buen momento para reflexionar y no morderse la lengua. Ahora que todos esos negocios y servicios han parado, y que estamos en casa con nuestros hijos, mirémosles a los ojos… Ellos solo necesitan esto, estar con todos nosotros, con su familia, en casa, teniendo tiempo para su cuidado, relax y evitando una vida estresante llena de actividades normóticas: educación no inclusiva, revisiones continuas, etc.

Todos merecemos respeto por nuestras decisiones, pero cuanto más claro hablemos mejor. Alguien nos oirá y algún niño y familia se beneficiará de nuestra experiencia. Por eso nació anayany.com, para ayudar, para que si una sola familia se ahorra caer en la “carrera de las ratas” de la discapacidad, pues trabajo hecho.

Reflexionemos. Más no es mejor, y por supuesto el dinero no compra la salud. Informémonos, formémonos y tomemos acción.

Si hacemos lo mismo de siempre tendremos los mismos resultados. Es hora de cambiar. Cientos de familias, seguramente con mayor poder adquisitivo que nosotros, le han dado todas esas cosas del siglo XX a sus hijos con problemas motrices, por desgracia sin buenos resultados.

Pensemos en sus experiencias. Han sido muy generosos y lo han compartido con todos nosotros en cientos de artículos.

Cuando nuestros hijos son pequeños todos quieren ayudar, todo parece funcionar, todos quieren medallas por aparentes buenos resultados. Hoy en día, gracias a la mejora de la calidad de vida, nuestros hijos llegan a mayores, y entonces serán carne de cañón para el siguiente escalafón en los cuidados de personas dependientes.

Demos un golpe sobre la mesa. No queremos ser ignorantes manipulados por intereses económicos de empresas relacionadas con la discapacidad.

Es hora de ser dueños de la vida de nuestra familia, de formarnos para no tomar decisiones erróneas una y otra vez, ya muchos padres han pasado por eso.

Seamos conscientes padres especiales empoderados.

Si estamos deseando volver a la normalidad previa que nos llevará otra vez a la quiebra económica, emocional y familiar, no hemos aprendido nada.

Escuchemos sus corazones y mirémoslos a los ojos. Nuestros hijos son nuestros maestros.

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MÁS RESULTADOS

“Para que las cosas cambien, yo debo cambiar primero” Robert y Kim Kiyosaki.

Pues esa es nuestra visión en la vida. Si queremos ver los mejores resultados en Any, tenemos que hacer muchas cosas bien a nivel físico (Terapia ABR a diario), mental (cursos, formaciones online, lecturas, etc.), espiritual (meditar, orar, visualizar, agradecer, etc.) y emocional (neutralidad, equilibrio, etc).

No valen las excusas, queremos los mejores resultados, al fin y al cabo hablamos de la salud y calidad de vida de Any. Si nos paramos a quejarnos, compadecernos o pedir, no estamos enfocadas en trabajar las rutinas positivas, crear, avanzar y ayudar.

Empezamos todos los días como una nueva oportunidad. Saludando al Sol y agradeciendo un nuevo día para mejorar.

Nosotras como nos acostamos temprano, sobre las 9 pm, nos levantamos temprano 6 o 7 am. En ese momento como tenemos un ritmo circadiano madrugador, rendimos mucho más. Preparamos la infusión, horneamos el pan, regamos los germinados y le ponemos agua a la chucrutera… Lavadora, lavavajillas y preparación de la comida… Después limpiar. Es el momento para trabajar el cuerpo físico y para la mente, así que una pequeña tabla de ejercicios sencillos de un par de minutos y “a sacar la basura fuera”. Y siempre con papel y boli a mano para escribir las cosas importantes que surgen durante la “limpieza”.

Estos días estamos aprovechando para hacer un periodo de silencio. Hacemos todas las tareas en silencio y evitando el ruido mental. A mi siempre me ha costado menos meditar con ruido que en silencio, así que estoy aprendiendo a escuchar más y hablar menos, a concentrarme en silencio y evitar las palabras innecesarias. Meditar consiste en concentrarse en respirar, no importa el ruido o el silencio del exterior, así que ahora que no hay ruido exterior es una situación extraña a la que adaptarnos.

Siempre intentamos seguir una rutina que nos ayuda a optimizar los tiempos y las acciones.

Sobre las 8 ya estamos haciendo ABR, tras tomar la infusión, los suplementos y un pequeño tentempié, mientras agradecemos, meditamos, oramos, leemos (ahora estamos todos con re-lecturas: yo con “El guerrero Espiritual” de Ramiro Calle, Any está con “ Las Leyes Espirituales” de Vicente Guillem y papi “Fake” de R.T.K.).

En las oraciones verbalizamos interiormente o en alto, pero individualmente y visualizamos lo que queremos atraer a diario a nuestra vida. Adaptamos nuestras rutinas visualizando nuestras acciones futuras y planificamos acciones visualizando los procesos que nos llevarán a los objetivos.

Hasta aquí es trabajo individual, personal, espiritual…

Ahora comienza el resto del día, con los demás.

Sobre las 10 desayunamos juntos y ¡a trabajar para conseguir resultados! En todos los campos: financiero, salutogénico, etc.

Como dice nuestro querido amigo Fernando, para ser el mejor jugador de baloncesto hay que levantarse todos los días con el objetivo de tirar 1000 canastas diarias.

Nosotras no queremos jugar al baloncesto profesionalmente 😂😂😂, pero el trabajo duro es el mismo porque sí que estamos enfocadas en conseguir los mejores resultados para vivir en paz y felices desde el amor, así que practicamos con acciones saludables para el cuerpo físico (Ejercicios diarios de ABR), mental (lecturas, formación, escritura, etc.), espiritual (meditación, agradecimientos, visualización, oraciones, etc.) y emocional (rutinas, neutralidad, equilibrio).

Y a las 9 pm a dormir, que mañana será otro día maravilloso para trabajar por nuestro estilo de vida.

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UNA DE CUENTOS (XIV)

«Cuenta una historia que un joven discípulo vivía atormentado por no entender por qué la mayoría de personas se conformaba a padecer una vida de escasez y mediocridad. Al ver que aquella inquietud no se disipaba, su anciano y sabio maestro finalmente decidió ayudarle. Le pidió que le acompañara a visitar a una familia de amigos suyos que vivía en el campo. “Tengo que entregarles una caja muy importante. Además, te sentará muy bien salir de la ciudad y respirar aire fresco”, concluyó.

Tras varias horas de viaje, el joven comprobó con asombro que habían llegado a uno de los lugares más pobres y desolados de aquella provincia. De hecho, la familia de amigos de su maestro vivía en una casucha que estaba tan hecha polvo que parecía a punto de derrumbarse. En el terreno de alrededor se acumulaban todo tipo de escombros y de basura, los cuales emanaban un olor fétido y nauseabundo. Y no sólo eso: el techo tenía agujeros por donde se filtraba el agua, generando numerosas goteras.

Lo que más impactó al joven discípulo fue que en aquella inhóspita barraca de apenas 10 metros cuadrados vivían ocho personas: el padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos. Todos ellos vestían con ropa vieja y sucia. Y transmitían un halo de profunda resignación y tristeza. Realmente malvivían en un estado de profunda miseria. Lo único que esta familia poseía era una vaca famélica, la cual les proveía semanalmente de leche con muy poco valor nutricional. Este animal era lo único que les separaba de la quiebra total.

El anciano y el joven acamparon junto a la casucha y pasaron ahí la noche como pudieron. A la mañana siguiente, se levantaron muy temprano y sin despertar a ningún miembro de aquella familia, el sabio dejó la caja bajo unos matorrales plagados de desperdicios antes de emprender el viaje de vuelta. Y justo cuando estaban pasando por delante de la vaca, el maestro sacó una daga y degolló al pobre animal ante la incrédula mirada de su discípulo. “Pero, ¿qué has hecho? ¿Por qué le has arrebatado a esta familia su única posesión?”, le preguntó escandalizado.

Haciendo caso omiso a los interrogantes del joven, el anciano se dispuso a continuar la marcha. El asesinato de la vaca conmovió profundamente al joven. Estuvo varias semanas sin pegar ojo por las noches. La preocupación y la angustia le carcomían, impidiéndole conciliar el sueño. Por mucho que fueran pasando los meses, no podía dejar de pensar en que su maestro había condenado a aquella familia a morir de hambre. Y a pesar de insistirle a su maestro por qué lo había hecho, éste se negaba a responderle.

Un año más tarde y viendo que aquel joven era incapaz de olvidar lo sucedido, el anciano finalmente accedió a su petición de regresar al pueblo donde vivía aquella familia. Y nada más llegar, el discípulo se temió lo peor al constatar que la casucha había desaparecido. En su lugar, ahora había una vivienda nueva, de 100 metros cuadrados, mucho más grande y confortable. El terreno de alrededor estaba muy bien cuidado. Había una zona llena de plantas y flores de diferentes colores. Y otra, en la que habían plantado diferentes vegetales, legumbres y hortalizas. El techo era de piedra, realmente hermoso.

Era obvio que la muerte de la vaca había sido un golpe demasiado duro para aquella familia, quienes seguramente habían tenido que abandonar aquel lugar. “¿Adónde habrán ido a parar? ¿Qué habrá sucedido con todos ellos?”, pensaba atormentado el joven para sus adentros. Mientras, el maestro llamó al timbre y enseguida alguien se acercó para abrirles la puerta. Se trataba de un hombre elegante y con aspecto saludable. El joven no podía creérselo: era el padre de la familia que un año atrás había conocido en condiciones de completa miseria.

Una vez dentro de la casa, el discípulo observó fascinado como aquel lugar estaba en perfecto estado, muy limpio y ordenado. Los 10 miembros seguían vivos y se les sentía rebosantes de alegría y vitalidad. Y el joven, totalmente perplejo y anonadado, les preguntó: “¿Qué ha ocurrido durante este año para que haya cambiado tanto vuestra situación de vida?”.

El hombre les explicó que justo coincidiendo con el día de su partida, algún maleante envidioso había degollado salvajemente a su vaca. Y que su primera reacción ante la muerte de aquel animal había sido la impotencia, el pánico y la desesperación. Principalmente porque la vaca había sido, durante muchos años, su única fuente de sustento.

Poco después de aquel trágico día, continuó relatando el hombre, decidieron que tenían que espabilarse para poder sobrevivir y prosperar. Fue entonces cuando decidieron limpiar el terreno que rodeaba la casucha, encontrando una caja llena de semillas debajo de unos matorrales llenos de desperdicios. Por lo visto eran de diferentes vegetales, legumbres y hortalizas. También habían semillas de distintas plantas y flores. Así que decidieron trabajar y sembrar la tierra, produciendo sus propios alimentos.

Enseguida comprobaron que aquel terreno era muy fértil. También descubrieron a él se le daba bastante bien la agricultura y que a su mujer le encantaba la jardinería. Pronto empezaron a vender el excedente de alimentos en el mercado del pueblo, así como los ramos de flores a la floristería local. Con el dinero que fueron amasando compraron más semillas, hasta que tuvieron el suficiente para montar su propio puesto de verduras y su propia floristería. De ese modo es como finalmente pudieron construir una nueva casa, comprar ropa nueva para todos y disfrutar de una nueva vida mucho más satisfactoria.

El maestro, quien había permanecido en silencio, prestando atención al fascinante relato del hombre, se acercó a su discípulo y en voz muy baja le preguntó: “¿Tú crees que si esta familia aún tuviese su vaca, estaría hoy donde ahora se encuentra? ¿Realmente crees que se hubieran espabilado si aquel animal siguiera vivo?” Y el joven, reflexivo, le contestó: “Lo más probable es que no”.

Y el anciano, mirándole fijamente a los ojos, añadió: “Aquella vaca, además de ser la única posesión de esta familia, también era la cadena que los mantenía atados a una existencia de miseria y mediocridad. Al verse despojados súbitamente de la falsa seguridad que les proveía su vaca, no les quedó más remedio que tomar la determinación de salir de su zona de comodidad y reinventarse. Lo que al principio percibieron como un gran conflicto y una gran adversidad, resultó ser su gran oportunidad para prosperar y crear una vida mucho más plena.”

¿EN QUÉ TENEMOS QUE MEJORAR?

“No somos ejemplo de nada” Estopa.

Lo malo de no ver tv es que no nos enteramos de muchas cosas. Nosotras esta situación actual no la vimos venir. No se si los que ven tv lo vieron, pero nosotras no. Seguiremos sin ver tele pero nuestra frase de “ abuela, si pasa algo importante nos llamas porque no nos enteramos” ha cobrado verdadero valor. Ha pasado algo importante y gracias a la abuela, amigas y cosas sueltas en RRSS, por lo menos nos enteramos días antes de empezar la cuarentena.

Papi en pleno curso de ABR. Y nosotras, con las maletas en el coche, anulamos el viaje. “Los cobardes son los que sobreviven “ dice Leonid Blyum. Totalmente de acuerdo, o como dice nuestro refranero “De valientes está el cementerio lleno”. Así que Curso ABR Online Especial Respiratorio como una alternativa fantástica, y cambio de fecha de la sesión presencial para Octubre. Ante problemas, buscamos las mejores soluciones.

Los últimos días, antes justo de la cuarentena, Any y yo solas en casa, sin haber hecho pedido de comida orgánica al agricultor de proximidad en 2 semanas que llevaba papá fuera, sin poder anticiparnos a nada…¡¡¡AHHHHH!! Eso sí, éramos conscientes de que con nuestro estilo de vida, no sería un gran problema: hacemos pan con masa madre en casa, germinados, chucrut, filtramos el agua, etc. Pero ¡¡¡AHHHHHH!!!!

A veces nos mencionan como “ejemplo” tras leer nuestras experiencias de vida, sin darse cuenta de que en la situación que describimos en un post concreto, les hacemos de espejo, pero nuestra vida completa no queda reflejada en unas lineas. Todas somos iguales aunque todas diferentes. Todas tenemos cosas que nos descentran y sacan la peor versión de nosotras mismas: desorden, suciedad, descontrol, imprevistos, incumplimiento de normas, etc.

Cada vez que alguien piensa que somos un “ejemplo” solo puedo pensar una cosa: “si vivieras con nosotras a diario no pensarías lo mismo ni mucho menos”. La auto-exigencia, la disciplina, el miedo… forman parte de nuestra vida, y a veces nos desbordan.

Volvamos a lo que nos ha pasado estas semanas. Yo llamando a mi marido, que se entera de menos que nosotras más cuando está trabajando. Que alquilara un coche !!!YA!!! que se iba a quedar confinado en Toledo hasta sabe Dios cuando, que anticipara su vuelta, que viniera con mascarilla y guantes, etc. En aquellos días yo solo era una hipocondriaca dando voces por teléfono y mi marido desconocedor de la realidad ¡FLIPANDO! Cuando llegó a casa, era el día antes de la cuarentena (por los pelos). El taxista del aeropuerto se asustó al verlo subir con guantes y mascarilla (¡qué tiempos aquellos en los que era raro!). Y en casa, por supuesto, 15 días encerrado en la habitación por si acaso. Fue una experiencia divertida, sobre todo porque no apareció ningún problema. Saludable pero en cuarentena, retiro zen en el cuarto (somos población de riesgo, toda precaución es poca al entender de una madre hipocondriaca).

En esos momentos, a no ser que seas un monje budista, cosa que no somos y a la que no aspiramos, reaccionar ante lo desconocido es humano. Ya no es fácil ser neutras, nos afectan las cosas según pasaban los días y como todos, cometemos errores.

Pero la diferencia es que ya no nos auto-castigamos, como hace años, sino que aprendemos de ello, nos perdonamos a nosotras mismas e intentamos no volver a repetir ese descentramiento.

Hemos estado casi un mes sin comprar comida, porque nuestra cuarentena sin salir de casa comenzó 15 días antes, con el viaje de papá. Y cuando ya regresamos a nuestras rutinas ¡¡¡AHHHH!!! Problemas para conseguir alimentos frescos ecológicos online, como siempre lo hacemos. Lo envasado, lo habíamos racionado desde el primer momento, en el que mi ayuno duró 15 días, más por nervios que por voluntad. Pero tras un mes de encierro: cero frescos, se nos estropea la lavadora y ahora el coche no arranca, tanto tiempo parado…

Pero de que sirve ponerse nerviosas, perder el centro y pensar en el lado negativo… ¡De nada!

Así que una vez que ocurren las cosas trabajamos para solucionarlas, pensamos en el aprendizaje y accionamos nuestros recursos. Y así cada experiencia, nos hace crecer. Han pasado cosas, sin mayor importancia, distintas, variadas, pero la solución es única: seguir con nuestro objetivo vital desde el amor, la paz y la felicidad.

Problemas tenemos todos, todos perdemos los nervios en algún momento, nada es idílico ni perfecto.

Pero lo importante para nosotras es que todo ese trabajo de fondo, que llevamos haciendo en tantos campos estos últimos años, ayuda a que las situaciones complicadas sean más llevaderas y el estrés dure menos tiempo.

Pero nosotras no somos “ejemplo” de nada. Somos igual de imperfectas que todo el mundo. Ni la espiritualidad, ni el dinero, ni el orden, ni la sencillez, ni el equilibrio, ni la disciplina nos alejan de los problemas, eso si, nos ayudan a llevar todo mucho mejor, así que seguimos el camino, creciendo, aprendiendo y practicando para que cuando los problemas lleguen, que nos llegan a todos, estar listas para ser unas LOCAS DIVERTIDAS en situaciones de estrés.

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COSAS QUE HABÍAMOS APRENDIDO ANTES DE ESTA CRISIS

«Nuestra creatividad es el límite del sistema» Bill Mollison, cocreador de Permacultura.

Hay muchas cosas maravillosas que aprendimos antes de esta crisis y que nos acompañarán aún después. Otras serán incorporadas y algunas con el tiempo mejoradas.

Aprendimos…

A valorar la labor del agricultor. Apoyamos directamente a los pequeños agricultores que respetan nuestros alimentos, libres de tóxicos, cultivados con amor en sus tierras y que luego comparten con todos nosotros. Que él y su familia puedan vivir al menos tan bien como yo y mi familia. Extensivo para todos los que ayudan a los demás.

A desarrollar habilidades prácticas y salutogénicas: cocina saludable respetando el producto, autocuidado de nuestro cuerpo y nuestra mente, terapia en el hogar, meditación, yoga, etc.

A formarnos y hacer nosotras mismas remedios naturales, pan con masa madre, alimentos germinados, conservados y fermentados, etc.

A valorar tener una red de amigos de confianza a la que acudir, en muchos campos diferentes de la vida: salud, finanzas, espiritualidad… y estar ahí nosotras también para todo el que nos necesite.

A simplificar nuestra vida, liberando más espacio y tiempo, sin necesitar muchas cosas materiales, creando un hogar saludable donde disfrutar de la vida.

Aprendimos a no consumir más y más y sin más. Ponemos nuestro dinero en las cosas realmente importantes. Aprendimos a diversificar nuestras fuentes de ingresos, a invertir y a compartir.

A hacer intercambios, dar y recibir tiempo con otras personas como valor afectivo, en lugar de buscar solo en la vida un valor financiero.

A valorar lo local y de carácter social. Preferimos adquirir productos naturales, aquellos que duran mucho tiempo, de calidad, de cercanía, respetando el medio ambiente y de empresas sociales o empresas económicamente solidarias.

A intercambiar experiencias, compartir resultados y trabajar para el bien común. A utilizar las redes sociales para ayudar a los demás.

A compartir conocimientos, errores y soluciones.

A valorar lo realmente importante en la vida: salud, familia, libertad, felicidad, etc.

A tener comportamientos acorde a nuestros valores: empatía, compasión, honestidad, etc.

A vivir conscientemente y empáticamente teniendo siempre en cuenta a los demás pero sin descuidarnos a nosotras mismas, buscando la felicidad propia y ajena.

A vivir el aquí y el ahora, siendo fieles a nuestros sentimientos, amándonos tanto a nosotras mismas como al prójimo, teniendo en cuenta nuestros deseos, siendo responsables, fluyendo… neutras con lo externo desde la paz interior.

A respetar nuestro Planeta.

A valorar lo diverso, distinto y hasta lo rebelde.

A agradecer…

Y…podríamos seguir horas y horas.

¿Te animas a añadir cosas a la lista?

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