UNA DE CUENTOS

LA PRUEBA DE LA BAÑERA EN UN HOSPITAL PSIQUIÁTRICO.

Durante la visita a un hospital psiquiátrico, uno de los visitantes preguntó al director: 

– ¿Cuál es el criterio por el cual deciden quién necesita ser hospitalizado aquí? 

El director respondió: 

– Nosotros llenamos una bañera con agua y le ofrecemos al paciente una cuchara, un vaso y un balde y le pedimos que la vacíe. De acuerdo con la forma en que él decida vaciarla, decidimos si lo hospitalizamos o no. 

– ¡Ah! Ya entendí. Una persona normal usaría el balde, que es más grande que el vaso y la cuchara- dijo el visitante.

 – ¡No! -respondió el director- Una persona normal sacaría el tapón del desagüe. 

Aprendizaje:  A veces la vida tiene más opciones que las ofrecidas, basta con verlas. 

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UNA DE CUENTOS

LAS 7 REGLAS DE PARACELSO. 

1. Lo primero es mejorar la salud. Para ello hay que respirar profunda y rítmicamente al aire libre, llenando bien el abdomen. Beber diariamente en pequeños sorbos, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más completo posible, evitar el alcohol, el tabaco y la automedicación, así como bañarse diariamente.

2. Desterrar absolutamente del estado de ánimo, por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza. Huir de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas, vulgares, o que la base de sus ocupaciones y conversaciones sean tópicos no éticos ni morales. Esta regla es de importancia decisiva, por cuanto se trata de cambiar la contextura espiritual del alma. La suerte no existe y el destino depende de los propios actos y pensamientos.

3. Hacer todo el bien posible. Esto es, auxiliar a toda persona que lo necesite siempre que se pueda, pero jamás tener debilidades por ninguna persona. Cuidar las propias energías y huir de todo sentimentalismo hueco.

4. Olvidar toda ofensa, más aún: esforzarse por pensar bien siempre. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior. Hay que destruir todas las capas superpuestas de viejos hábitos, pensamientos y errores que enmascaran la profunda esencia del ser, que es perfecta.

5. Recogerse todos los días, por lo menos media hora, en donde nadie pueda perturbarnos.

Eso fortifica enérgicamente el cerebro y lo pone en contacto con las buenas energías. En ese estado de recogimiento y silencio, suelen surgir a veces ideas luminosas, que con el tiempo uno se llega a percatar de que fueron un elemento fundamental para la solución de problemas. Y es que ellas brotan de esa dimensión profunda y honda del ser humano a la que Sócrates llamaba Daimon.

6. Abstenerse, como si se hubiese hecho un juramento solemne, de referir a los demás, todo cuanto se piense, se oiga o se descubra, hasta tanto se verifique, compruebe o se tenga la completa certidumbre.

7. Jamás temer a los seres humanos, ni dejar que nos inspire sobresalto la palabra “mañana”. Cuando el alma está fuerte y limpia, todo sale bien. No creernos solos, ni débiles. El único enemigo a quien se debe temer es a uno mismo. El miedo y la desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas energías y con ellas el desastre. 

Aprendizaje: Escoger bien a nuestros Maestros nos ayuda a recorrer más fácilmente nuestro propio camino vital.

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UNA DE CUENTOS

EL ARTE DE LA PACIENCIA de Ramiro Calle.

“Eran dos mentores espirituales que vivían en la misma localidad. Uno contaba con innumerables discípulos y otro sólo con uno. Un día pasó por allí él maestro de los dos e indagó para ver que tal les iba a sus antiguos pupilos, ahora mentores.

Y le dijeron:

_ Uno de ellos cuenta con innumerables discípulos; el otro, solo con uno.

El maestro de maestros se quedó intrigado. ¿Cuál sería la razón?, puesto que el que sólo tenía un discípulo era mucho más aventajado espiritualmente. Acudió a visitar a cada uno de sus antiguos alumnos, y así pudo descubrir la razón. En la puerta de la casa del mentor con innumerables discípulos había un cartel que rezaba: “Enseñanzas para impacientes”, mientras en la del otro había uno que decía: “Enseñanzas para discípulos serios y veraces”. El maestro de maestros sonrió. Con la gente siempre pasaba lo mismo”.

Hay falsos maestros muy ladinos, peligrosamente astutos, que en el supermercado espiritual saben cómo manejarse a fin de atrapar al discípulo e incluso someterle y convencerle para que desarrolle una obediencia ciega y abyecta. En un mundo de prisas y ansiedades, de neuróticas urgencias e impaciencias, de ansia de resultados instantáneos, el falso maestro puede hacerse con muchos discípulos moviendo los hilos oportunos para arrastrar a ciegos que se niegan a utilizar el discernimiento, a carentes emocionales, a obsesivos de rendir culto, a dependientes que buscan líderes en los que hallar la propia identidad que se les escapa. Basta con la promesa de paraísos artificiales, o con métodos de iluminación instantánea, o con el embuste de que existen atajos para llegar al paraíso. Con ello se desplaza a otro la responsabilidades, el esfuerzo de indagar y vivir.

Pero el verdadero maestro previene así:

1. Es necesario el esfuerzo personal.

2. Es imprescindible la paciencia

3. En el trabajo interior no hay resultados rápidos.

4. Se trata de imponer libremente una disciplina con asiduidad, entrenándose para recuperar la propia esencia.

5. Nadie puede hacer este trabajo por nosotros «los grandes indican la ruta, pero uno mismo tiene que recorrerla»(Buda).

6. En última instancia tú eres siempre tu propia guía. «El mayor gurú es tu yo interior. Es el dueño supremo. Es el único que puede llevarte a tu meta y el único que te acogerá al final del camino» (Nisargadatta).

Ramiro Calle.

UNA DE CUENTOS

LAS TORMENTAS DE LA VIDA.

Una joven conducía junto con su padre. Se toparon con una tormenta, y la joven le preguntó a su padre:

–¿Qué debo hacer?

El padre dijo:

–Sigue conduciendo.

Los coches empezaron a orillarse hacia afuera de la carretera, la tormenta estaba empeorando.

–¿Qué debo hacer? –preguntó la joven.

–Sigue conduciendo –respondió su padre.

A unos cuantos metros, se dio cuenta de que un tráiler también se estaba orillando.

Ella le dijo a su papá:

–Debo detenerme, apenas puedo ver adelante. ¡Es terrible, y todo el mundo se está orillando!

Su padre le dijo:

–¡No te rindas, sigue conduciendo!

Ahora la tormenta era terrible, pero ella nunca dejó de conducir, y pronto pudo ver un poco más claramente. Después de un par de kilómetros volvió a estar en tierra firme, y salió el sol.

Su padre le dijo:

–Ahora puedes parar y salir.

Ella dijo:

–¿Pero por qué ahora?

Y él le respondió:

–Cuando salgas, mira atrás a todas las personas que se rindieron y todavía están en la tormenta. Porque nunca te rendiste, tu tormenta ha terminado.

Aprendizaje: Las tormentas de la vida se pueden superar, solo hay que seguir adelante.

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